Estados Unidos celebra esta semana el 50º aniversario de un asesinato que provocó un shock mundial tan intenso que mucha gente recuerda hoy lo que estaba haciendo en el momento en que supo que "JFK" había sido baleado y muerto a los 46 años, ese 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas, centro-sur).
Medio siglo más tarde, la imagen dejada por este joven presidente lleno de vida, ícono político y cultural en una época en la que el país apenas salía de la angustia de la posguerra, es nueva y minuciosamente analizada.
En la elección de 1960, JFK se había impuesto como el profeta del cambio y para la generación del baby-boom que él inspiró, su presidencia encarna un período de grandes esperanzas, súbitamente destruida en pleno vuelo.
Kennedy no se convirtió en un viejo encanecido. Se mantuvo como el símbolo de la juventud perpetua y una promesa jamás opacada.
Para muchos continúa siendo el héroe valeroso de la segunda guerra mundial, atlético y de sonrisa seductora, padre de familia y mujeriego, casado con la quintaesencia del glamour, o incluso el líder que evita en el último momento una guerra nuclear durante la crisis de los misiles en Cuba.
Casi todos los presidentes estadounidenses que lo sucedieron en algún momento invocaron su legado, destacando su retórica y seducción. Las teorías conspirativas suscitadas por su asesinato, las revelaciones sobre sus célebres aventuras amorosas o sobre su frágil salud, cuando transpiraba energía, ayudaron a forjar su leyenda.
Según Leonard Steinhorn, que dirige una cátedra sobre el legado político de Kennedy en la American University, JFK fue el primer presidente que comprendió y luego explotó con maestría el poder de la televisión.
Kennedy "todavía sirve de modelo en lo que respecta a carisma, prestancia, o a capacidad de liderazgo que se espera de nuestros presidentes", subrayó.
Otros historiadores valoran el legado del 35º presidente estadounidense en forma más crítica, separando sus realizaciones de esta imagen seductora que se empeñó en transmitir.
Jeffrey Engel, profesor de la Southern Methodist University de Dallas, estima que "el impacto de John Kennedy sobre las generaciones actuales es mínimo". "Es duro de decir, pero su herencia es la de una presidencia inconclusa".
Logros reales reducidos
Si bien se puede decir que Kennedy puso en la agenda temas clave de los años 60 como las reformas sociales, fue su sucesor, Lyndon Johnson, quien las promulgó.
Los expertos discrepan sobre si JFK hubiera sido tan hábil políticamente como Johnson para poner en práctica esa agenda, o para avanzar tanto en materia de derechos civiles y de seguros por enfermedad.
Se debe recordar que cuando fue asesinado, gran parte de sus iniciativas políticas todavía eran discutidas en el Congreso, señalan los biógrafos.
Tampoco sabemos si Kennedy se habría empantanado tan profundamente en la guerra de Vietnam.
"Quienes estudian su presidencia constatan que si bien tuvo un gran talento y representaba una enorme esperanza para los estadounidenses, sus logros reales en materia legislativa y diplomática fueron extremadamente reducidos", según Engel.
Ironía de la historia, es Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, cuyo eslogan "Yes We Can" marcó su primera campaña para llegar a la Casa Blanca, quien tendrá el honor de celebrar el 50º aniversario de la muerte de Kennedy en un momento crítico de su propio mandato.
En 2008, Obama había apelado a la esperanza y al idealismo de Kennedy en una ceremonia en la American University, junto al hermano de JFK, el senador Edward (Ted) Kennedy.
"Hubo un tiempo en el que otro joven candidato se presentaba como presidente y desafiaba a Estados Unidos a franquear una nueva frontera", dijo entonces Ted Kennedy. "Sucede lo mismo con Barack Obama. Encendió una luz de esperanza en nuestra época, cuando nos hace tanta falta".
Pero los llamados de Obama al cambio enfrentan barreras partidarias en Washington y la dificultad de transformar las promesas políticas en actos.
Kennedy, por su parte, permanecerá congelado en la historia, sin haber vivido el tiempo suficiente para ver sus logros relativizados por la perspectiva de los años.