BUENOS AIRES, 13 abril 2009 (AFP) -
"Es muy importante expresar un respaldo a la gobernabilidad. No puedo ser indiferente, tengo que asumir el máximo compromiso", sostuvo Daniel Scioli, el más popular de los kirchneristas y gobernador de la provincia de Buenos Aires (centro-este).
Scioli, un ex campeón de motonáutica, será candidato a diputado por el oficialismo, como escolta de Néstor Kirchner, estratega de la campaña, líder del peronismo y cogobernante de hecho junto con su esposa.
Pero Scioli integrará la lista oficialista sin renunciar a la gobernación del mayor distrito del país -con casi el 40% del padrón-, ni tampoco asumir el puesto de legislador en la cámara baja si conquista la banca, para darle lugar a quien ocupe el sitio inmediato inferior.
El gobernador se presentará junto con una pléyade de alcaldes de los superpoblados municipios del primer y segundo cordón de la capital, en una jugada electoral que transformará la renovación parcial del Congreso en un referéndum a la política de los Kirchner.
"Son dos modelos en juego. Uno es el de la distribución del ingreso, del proyecto nacional y popular, y otro el de una derecha donde pocos quieren manejar todo", dijo Néstor Kirchner en un reciente acto partidario.
La estrategia del kirchnerismo consiste en concentrar fuerzas y esperanzas en la provincia bonaerense (centro), para contrarrestar esperadas derrotas en otros grandes distritos, como la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Córdoba (centro), Santa Fe (centro-este) y Mendoza (oeste).
Sin embargo, las críticas llueven desde los balcones de la oposición e incluso de prestigiosos constitucionalistas, como Daniel Sabsay, quien dijo que las candidaturas de gobernadores y alcaldes "son una burla a la voluntad popular, que los eligió para un mandato ejecutivo que deben honrar y cumplir".
Otro constitucionalista, Félix Loñ, dijo que "la maniobra es bastarda, pero no está prohibida legalmente. Muestra la desesperación de Kirchner".
Pero Loñ también apuntó cañones contra fuerzas opositoras, como la alianza entre el alcalde derechista de Buenos Aires, Mauricio Macri, y peronistas disidentes supuestamente manejados en las sombras por el ex presidente Eduardo Duhalde (2002-2003), ahora enemigo de los Kirchner.
Uno de ellos es el ex gobernador bonaerense y diputado Felipe Solá, quien volverá a presentarse como candidato.
"Tiene mandato (Solá) para dos años más. Si es diputado y no renuncia, ¿cómo se va a presentar para el mismo cargo? Esto sería un dislate total", dijo Loñ.
Para colmo, una puja interna por el armado de listas y candidatos está a punto de romper la concordancia de Macri, con los peronistas y otros antiguos fieles del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), procesado por corrupción.
También ardió Troya en otro frente opositor, el que integra la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR) con socialistas y la Coalición Cívica (CC) de la ex presidenciable liberal cristiana Elisa Carrió.
Los multitudinarios funerales a comienzos de abril por la muerte del ex presidente y caudillo radical Raúl Alfonsín (1983-1989) causaron tanta conmoción política que algunos alentaron la candidatura de uno de sus hijos, Ricardo Alfonsín, en desmedro de Margarita Stolbizer, aliada de Carrió.
Pero las turbulencias en la oposición pasan a segundo plano frente a las desventuras de los Kirchner, quien han admitido que "este será el peor año de los últimos 100", tras derrumbarse su popularidad por el largo conflicto impositivo con agricultores.
dm/jos/dk
© 1994-2009 Agence France-Presse
"Es muy importante expresar un respaldo a la gobernabilidad. No puedo ser indiferente, tengo que asumir el máximo compromiso", sostuvo Daniel Scioli, el más popular de los kirchneristas y gobernador de la provincia de Buenos Aires (centro-este).
Scioli, un ex campeón de motonáutica, será candidato a diputado por el oficialismo, como escolta de Néstor Kirchner, estratega de la campaña, líder del peronismo y cogobernante de hecho junto con su esposa.
Pero Scioli integrará la lista oficialista sin renunciar a la gobernación del mayor distrito del país -con casi el 40% del padrón-, ni tampoco asumir el puesto de legislador en la cámara baja si conquista la banca, para darle lugar a quien ocupe el sitio inmediato inferior.
El gobernador se presentará junto con una pléyade de alcaldes de los superpoblados municipios del primer y segundo cordón de la capital, en una jugada electoral que transformará la renovación parcial del Congreso en un referéndum a la política de los Kirchner.
"Son dos modelos en juego. Uno es el de la distribución del ingreso, del proyecto nacional y popular, y otro el de una derecha donde pocos quieren manejar todo", dijo Néstor Kirchner en un reciente acto partidario.
La estrategia del kirchnerismo consiste en concentrar fuerzas y esperanzas en la provincia bonaerense (centro), para contrarrestar esperadas derrotas en otros grandes distritos, como la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Córdoba (centro), Santa Fe (centro-este) y Mendoza (oeste).
Sin embargo, las críticas llueven desde los balcones de la oposición e incluso de prestigiosos constitucionalistas, como Daniel Sabsay, quien dijo que las candidaturas de gobernadores y alcaldes "son una burla a la voluntad popular, que los eligió para un mandato ejecutivo que deben honrar y cumplir".
Otro constitucionalista, Félix Loñ, dijo que "la maniobra es bastarda, pero no está prohibida legalmente. Muestra la desesperación de Kirchner".
Pero Loñ también apuntó cañones contra fuerzas opositoras, como la alianza entre el alcalde derechista de Buenos Aires, Mauricio Macri, y peronistas disidentes supuestamente manejados en las sombras por el ex presidente Eduardo Duhalde (2002-2003), ahora enemigo de los Kirchner.
Uno de ellos es el ex gobernador bonaerense y diputado Felipe Solá, quien volverá a presentarse como candidato.
"Tiene mandato (Solá) para dos años más. Si es diputado y no renuncia, ¿cómo se va a presentar para el mismo cargo? Esto sería un dislate total", dijo Loñ.
Para colmo, una puja interna por el armado de listas y candidatos está a punto de romper la concordancia de Macri, con los peronistas y otros antiguos fieles del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), procesado por corrupción.
También ardió Troya en otro frente opositor, el que integra la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR) con socialistas y la Coalición Cívica (CC) de la ex presidenciable liberal cristiana Elisa Carrió.
Los multitudinarios funerales a comienzos de abril por la muerte del ex presidente y caudillo radical Raúl Alfonsín (1983-1989) causaron tanta conmoción política que algunos alentaron la candidatura de uno de sus hijos, Ricardo Alfonsín, en desmedro de Margarita Stolbizer, aliada de Carrió.
Pero las turbulencias en la oposición pasan a segundo plano frente a las desventuras de los Kirchner, quien han admitido que "este será el peor año de los últimos 100", tras derrumbarse su popularidad por el largo conflicto impositivo con agricultores.
dm/jos/dk
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