En Osh, segunda ciudad del país, donde habían estallado en la noche del jueves los enfrentamientos entre kirguisos y miembros de la minoría uzbeka, resonaban los disparos.
Los cuerpos calcinados que yacían en las calles, junto a vehículos y casas quemadas, daban cuenta de la violencia de los combates de los últimos días, constató un periodista de la AFP.
El balance podría ser muy superior a los 124 muertos y más de 1.600 heridos anunciados el lunes por el ministerio kirguiso de Salud, en su más reciente balance.
Pese a haber movilizado al ejército, instaurado el estado de emergencia y un toque de queda y haber dado la orden a sus fuerzas de disparar a discreción, el gobierno interino de Kirguistán admitió que le está costando retomar el control en el sur de esta ex república soviética de Asia Central.
"Sigue habiendo lugares con enfrentamientos y de momento no logramos localizarlos. Surgen grupos armados en un lugar y luego en otro, no disponemos de suficientes fuerzas", declaró a los periodistas Temir Sariyev, jefe adjunto del gobierno provisional.
Añadió que los enfrentamientos proseguían en las regiones de Osh y de Yalal Abad.
Por temor a la violencia étnica, decenas de miles de refugiados huyeron en los últimos días a Uzbekistán.
Unos 60.000 refugiados ya fueron registrados en la región uzbeka de Andijan, fronteriza con Kirguistán, una cifra que no contabiliza a miles de niños, afirmó el lunes por teléfono a la AFP Izzat Ibraguimov, jefe adjunto del ministerio de Situaciones de Emergencia en esa región, dando a entender que podrían ser 100.000 los refugiados en el este del país.
Los desplazados afirman por su parte que el número de víctimas es mucho más elevado que el anunciado por el gobierno.
"En toda la carretera hacia la frontera, por todas partes había cuerpos de mujeres quemadas y nos disparaban desde tanques", dice a la AFP Marhabo, una anciana instalada en un campo de 2.500 refugiados en el distrito de Joyaobod.
Se instalaron cocinas y tiendas de campaña en numerosos distritos uzbekos en la frontera kirguisa para acoger a las poblaciones desplazadas, constató un periodista de la AFP, único medio occidental acreditado en Uzbekistán.
La comunidad internacional empezaba por su parte a movilizarse para encontrar un medio de recobrar la paz y de entregar ayuda humanitaria. La Alta Representante de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, dijo estar "muy inquieta" y anunció que enviará a su emisario en Asia Central.
Por otra parte, según las agencias rusas, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB), alianza militar de países de la ex Unión Soviética del que es miembro Kirguistán, estudiará el envío de una fuerza de reacción rápida.
Kirguistán, Estado pobre pero estratégico, acoge a una base militar rusa y una base aérea estadounidense. Esta última es crucial para el suministro de las tropas estadounidenses en Afganistán.
Estos enfrentamientos son los peores episodios de violencia registrados desde la revuelta de abril (87 muertos) que derrocó al presidente Kurmanbek Bakiyev y llevó al poder al gobierno interino actual, que tiene previsto celebrar un referéndum sobre una nueva Constitución el 27 de junio.
Históricamente, las relaciones entre la minoría uzbeka, que supone entre el 15 y el 20% de la población kirguisa, y los kirguisos son tensas, en particular por motivos económicos. Poderosos grupos mafiosos también son activos en la región.
Los cuerpos calcinados que yacían en las calles, junto a vehículos y casas quemadas, daban cuenta de la violencia de los combates de los últimos días, constató un periodista de la AFP.
El balance podría ser muy superior a los 124 muertos y más de 1.600 heridos anunciados el lunes por el ministerio kirguiso de Salud, en su más reciente balance.
Pese a haber movilizado al ejército, instaurado el estado de emergencia y un toque de queda y haber dado la orden a sus fuerzas de disparar a discreción, el gobierno interino de Kirguistán admitió que le está costando retomar el control en el sur de esta ex república soviética de Asia Central.
"Sigue habiendo lugares con enfrentamientos y de momento no logramos localizarlos. Surgen grupos armados en un lugar y luego en otro, no disponemos de suficientes fuerzas", declaró a los periodistas Temir Sariyev, jefe adjunto del gobierno provisional.
Añadió que los enfrentamientos proseguían en las regiones de Osh y de Yalal Abad.
Por temor a la violencia étnica, decenas de miles de refugiados huyeron en los últimos días a Uzbekistán.
Unos 60.000 refugiados ya fueron registrados en la región uzbeka de Andijan, fronteriza con Kirguistán, una cifra que no contabiliza a miles de niños, afirmó el lunes por teléfono a la AFP Izzat Ibraguimov, jefe adjunto del ministerio de Situaciones de Emergencia en esa región, dando a entender que podrían ser 100.000 los refugiados en el este del país.
Los desplazados afirman por su parte que el número de víctimas es mucho más elevado que el anunciado por el gobierno.
"En toda la carretera hacia la frontera, por todas partes había cuerpos de mujeres quemadas y nos disparaban desde tanques", dice a la AFP Marhabo, una anciana instalada en un campo de 2.500 refugiados en el distrito de Joyaobod.
Se instalaron cocinas y tiendas de campaña en numerosos distritos uzbekos en la frontera kirguisa para acoger a las poblaciones desplazadas, constató un periodista de la AFP, único medio occidental acreditado en Uzbekistán.
La comunidad internacional empezaba por su parte a movilizarse para encontrar un medio de recobrar la paz y de entregar ayuda humanitaria. La Alta Representante de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, dijo estar "muy inquieta" y anunció que enviará a su emisario en Asia Central.
Por otra parte, según las agencias rusas, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB), alianza militar de países de la ex Unión Soviética del que es miembro Kirguistán, estudiará el envío de una fuerza de reacción rápida.
Kirguistán, Estado pobre pero estratégico, acoge a una base militar rusa y una base aérea estadounidense. Esta última es crucial para el suministro de las tropas estadounidenses en Afganistán.
Estos enfrentamientos son los peores episodios de violencia registrados desde la revuelta de abril (87 muertos) que derrocó al presidente Kurmanbek Bakiyev y llevó al poder al gobierno interino actual, que tiene previsto celebrar un referéndum sobre una nueva Constitución el 27 de junio.
Históricamente, las relaciones entre la minoría uzbeka, que supone entre el 15 y el 20% de la población kirguisa, y los kirguisos son tensas, en particular por motivos económicos. Poderosos grupos mafiosos también son activos en la región.