"Valoro mucho que estén aquí, que no estemos enfrentados y que la educación progrese", les dijo Kuczynski a sus interlocutores, llegados en especial de los departamentos de Arequipa, Cusco, Lima y Pasco, antes de pasar a sesión cerrada.
El jefe de Estado estaba con el vicepresidente, Martín Vizcarra; el jefe del gabinete ministerial, Fernando Zavala, y la ministra de Educación, Marilú Martens, mientras que entre los sindicalistas destacaba Ernesto Meza, líder de las protestas en Cusco, el primer departamento que cesó actividades, hace casi dos meses.
A unos 600 metros, en la avenida Abancay, se registraba una batalla campal entre policías y educadores que en gran parte desconocen la representatividad de quienes dialogan con Kuczynski.
El conflicto, que se suele repetir cada año y se caracteriza por explosiones de violencia, tiene esta vez características especiales, pues, en un hecho sin antecedentes en décadas, el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP) perdió la representación monolítica del gremio.
Subgrupos del SUTEP, algunos señalados por vínculos con grupos extremistas y otros más interesados en arreglos departamentales que nacionales, se autoatribuyen la auténtica representación.
Así, por ejemplo, mientras el Gobierno y líderes gremiales anunciaban el miércoles un acuerdo para levantar la huelga en Cusco, Lambayeque, Lima, Moquegua, Pasco y Piura, otros lo desconocían.
El Gobierno ofrece que los salarios mensuales de los educadores, que rondan en las bases en 1.200 soles (370 dólares), sean desde diciembre no inferiores a 2.000 soles (615 dólares), cifra que es apenas la mitad de la que exigen algunos huelguistas.
Los maestros también piden más presupuesto para el sector, estabilidad laboral y supresión de exámenes periódicos que pueden conducir al despido de quienes los desaprueben.
Según periodistas de investigación como Ricardo Uceda, la huelga de este año esconde una lucha de sectores magisteriales vinculados al grupo ultraizquierdista armado Sendero Luminoso para despojar del liderazgo monolítico que ha tenido dentro del gremio el partido Patria Roja, tambiém maoísta pero comparativamente moderado.
No obstante, otros analistas, como Rosa María Palacios, señalan que el Gobierno no se puede limitar a tachar de "terroristas" a quienes están en huelga, pues también hay luchadores por reivindicaciones legítimas para un gremio postergado desde siempre.
Por las características de la huelga, que empezó en diferentes días y con distinta fuerza en cada departamento, es difícil calcular el porcentaje de profesores ausentes de las aulas.
El jefe de Estado estaba con el vicepresidente, Martín Vizcarra; el jefe del gabinete ministerial, Fernando Zavala, y la ministra de Educación, Marilú Martens, mientras que entre los sindicalistas destacaba Ernesto Meza, líder de las protestas en Cusco, el primer departamento que cesó actividades, hace casi dos meses.
A unos 600 metros, en la avenida Abancay, se registraba una batalla campal entre policías y educadores que en gran parte desconocen la representatividad de quienes dialogan con Kuczynski.
El conflicto, que se suele repetir cada año y se caracteriza por explosiones de violencia, tiene esta vez características especiales, pues, en un hecho sin antecedentes en décadas, el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP) perdió la representación monolítica del gremio.
Subgrupos del SUTEP, algunos señalados por vínculos con grupos extremistas y otros más interesados en arreglos departamentales que nacionales, se autoatribuyen la auténtica representación.
Así, por ejemplo, mientras el Gobierno y líderes gremiales anunciaban el miércoles un acuerdo para levantar la huelga en Cusco, Lambayeque, Lima, Moquegua, Pasco y Piura, otros lo desconocían.
El Gobierno ofrece que los salarios mensuales de los educadores, que rondan en las bases en 1.200 soles (370 dólares), sean desde diciembre no inferiores a 2.000 soles (615 dólares), cifra que es apenas la mitad de la que exigen algunos huelguistas.
Los maestros también piden más presupuesto para el sector, estabilidad laboral y supresión de exámenes periódicos que pueden conducir al despido de quienes los desaprueben.
Según periodistas de investigación como Ricardo Uceda, la huelga de este año esconde una lucha de sectores magisteriales vinculados al grupo ultraizquierdista armado Sendero Luminoso para despojar del liderazgo monolítico que ha tenido dentro del gremio el partido Patria Roja, tambiém maoísta pero comparativamente moderado.
No obstante, otros analistas, como Rosa María Palacios, señalan que el Gobierno no se puede limitar a tachar de "terroristas" a quienes están en huelga, pues también hay luchadores por reivindicaciones legítimas para un gremio postergado desde siempre.
Por las características de la huelga, que empezó en diferentes días y con distinta fuerza en cada departamento, es difícil calcular el porcentaje de profesores ausentes de las aulas.