Fundada en 1954, la Unión Latina es una organización que reúne 36 países de cuatro continentes y cuyo objetivo es la defensa de las lenguas romances, la promoción de la diversidad cultural y el multilingüismo y la protección del patrimonio cultural. Tiene seis idiomas oficiales: francés, español, italiano, portugués, rumano y catalán.
Dicenta, cuyo mandato de cuatro años debía terminar normalmente en diciembre de 2012 pero que dejará el cargo a fines de julio, cuando cesen las actividades de la Unión Latina, cuestionó tanto la manera como la decisión fue votada como las razones que se alegaron para hacerlo.
"Otras razones hubieran sido válidas, que se hubiera dicho que lo que hace la Unión Latina no tiene valor o que otros lo hacen mejor, pero la única razón que se arguyó fue la económica", señaló Dicenta.
Cesar las actividades de "un organismo internacional que es el único en el que está representadas las lenguas latinas, incluido el catalán, con un presupuesto anual que no llega a los dos millones de euros anuales, a compartir entre 36 países, no es aceptable ni siquiera en un período de crisis" como el actual, argumentó.
No es posible que "Francia, España e Italia no puedan pagar una cuota de 250.000 euros al año que era lo que se proponía, mientras para otros países se preveían cuotas mucho menores, para algunos de ellos de 10.000 euros anuales", precisó Dicenta.
El secretario general de la Unión Latina manifiesta asimismo su disconformidad con la manera como la decisión fue tomada.
La resolución, defendida por Italia, España, Francia, Portugal, Brasil y Chile, fue votada por 12 países, otros siete votaron contra y siete se abstuvieron, aunque diez integrantes no asistieron a la asamblea.
"Es decir que se decide la 'hibernación' de un organismo que tiene 36 países miembros y cuatro países observadores permanentes no por una mayoría de miembros sino por una mayoría de votantes, y dado que diez de los miembros no asistieron y que las siete abstenciones no se contabilizan como votos, quedan doce frente a siete, y así se aprobó la resolución", denunció Dicenta.
El diplomático argumentó que, si bien no se decidió la disolución de la organización, sino su "hibernación" o "adormecimiento", el desmantelamiento de sus estructuras y de su sede y el despido de su personal es "la antesala de la desaparición".
Una desaparición que él no se resigna a a aceptar, tanto menos cuanto la Unión Latina reivindica la necesidad de su acción en defensa de las lenguas latinas y de los patrimonios culturales y su utilidad como "plataforma de diálogo".
Además, el "siguiente paso era la ampliación, buscar una forma de diálogo y de relación formal con los países de África del Norte y de Oriente Medio por los que ha pasado a lo largo de la historia una buena dosis de hispanidad, con los países de la francofonía africanos que todavía no están en la Unión Latina, como Gabón, Burkina Faso, Camerún, o con Guinea Ecuatorial, único país hispanófono del África Subsahariana".
"Con todos ellos se había inicidado ya el diálogo", explicó.
Dicenta, cuyo mandato de cuatro años debía terminar normalmente en diciembre de 2012 pero que dejará el cargo a fines de julio, cuando cesen las actividades de la Unión Latina, cuestionó tanto la manera como la decisión fue votada como las razones que se alegaron para hacerlo.
"Otras razones hubieran sido válidas, que se hubiera dicho que lo que hace la Unión Latina no tiene valor o que otros lo hacen mejor, pero la única razón que se arguyó fue la económica", señaló Dicenta.
Cesar las actividades de "un organismo internacional que es el único en el que está representadas las lenguas latinas, incluido el catalán, con un presupuesto anual que no llega a los dos millones de euros anuales, a compartir entre 36 países, no es aceptable ni siquiera en un período de crisis" como el actual, argumentó.
No es posible que "Francia, España e Italia no puedan pagar una cuota de 250.000 euros al año que era lo que se proponía, mientras para otros países se preveían cuotas mucho menores, para algunos de ellos de 10.000 euros anuales", precisó Dicenta.
El secretario general de la Unión Latina manifiesta asimismo su disconformidad con la manera como la decisión fue tomada.
La resolución, defendida por Italia, España, Francia, Portugal, Brasil y Chile, fue votada por 12 países, otros siete votaron contra y siete se abstuvieron, aunque diez integrantes no asistieron a la asamblea.
"Es decir que se decide la 'hibernación' de un organismo que tiene 36 países miembros y cuatro países observadores permanentes no por una mayoría de miembros sino por una mayoría de votantes, y dado que diez de los miembros no asistieron y que las siete abstenciones no se contabilizan como votos, quedan doce frente a siete, y así se aprobó la resolución", denunció Dicenta.
El diplomático argumentó que, si bien no se decidió la disolución de la organización, sino su "hibernación" o "adormecimiento", el desmantelamiento de sus estructuras y de su sede y el despido de su personal es "la antesala de la desaparición".
Una desaparición que él no se resigna a a aceptar, tanto menos cuanto la Unión Latina reivindica la necesidad de su acción en defensa de las lenguas latinas y de los patrimonios culturales y su utilidad como "plataforma de diálogo".
Además, el "siguiente paso era la ampliación, buscar una forma de diálogo y de relación formal con los países de África del Norte y de Oriente Medio por los que ha pasado a lo largo de la historia una buena dosis de hispanidad, con los países de la francofonía africanos que todavía no están en la Unión Latina, como Gabón, Burkina Faso, Camerún, o con Guinea Ecuatorial, único país hispanófono del África Subsahariana".
"Con todos ellos se había inicidado ya el diálogo", explicó.