Manifestantes en la plaza del ayuntamiento, Valencia.
La protesta, contagiada por todo el país, sacó a las calles a unas 60.000 personas el viernes por la noche, según el ministerio del Interior, y a otros cientos en varias ciudades europeas como París, Londres y Bruselas.
Después de una multitudinaria concentración de casi 20.000 personas el viernes hasta altas horas de la noche en la emblemática plaza madrileña, el llamado movimiento 15-M (empezaron a manifestarse el 15 de mayo) pretende quedarse el sábado y el domingo a pesar de la prohibición.
"Para hoy y mañana tenemos una prioridad muy clara: respeto total y absoluto a la jornada de reflexión" electoral, este sábado, "y también a la jornada electoral" del domingo, explica a la AFP Juan López, uno de los portavoces del movimiento en Sol.
Eso quiere decir que no se moverán de allí los cientos de jóvenes que llevan días formando un verdadero campamento en Sol, donde las asambleas y debates se suceden de día, y de noche se duerme bajo las lonas de plástico que cubren una parte de la plaza o en tiendas.
Y si a última hora del sábado, como en los últimos días, miles de personas de todas las edades acuden a una concentración espontánea, reivindicativa, pacífica y festiva, "que vengan; no hay ninguna convocatoria", señala, aunque apunta que "no se darán consignas por megafonía".
Las protestas coinciden con las elecciones del domingo, en las que se eligen los representantes en ayuntamientos de toda España y los parlamentos de 13 de las 17 regiones, con la derrota prevista de los socialistas del presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero según sus organizadores, esta acción no tiene que ver con éstas y va más allá.
Tras los comicios, "el lunes tenemos la firme intención de retomar nuestra agenda con mucha fuerza", asegura López.
Identificar propuestas para "una democracia limpia de corruptos", más justa y representativa y que no gobierne bajo el dictado de los mercados es la agenda del movimiento, que dice no representar a ningún partido político.
A pesar de la prohibición, la policía no evacuó a los manifestantes el viernes después que el gobierno español, que en todo momento se ha mostrado comprensivo, decidió ordenar la intervención a las fuerzas de seguridad.
Y ello porque las manifestaciones son "pacíficas" y "el derecho de reunión prima sobre la falta de autorización", explicó un portavoz del ministerio del Interior.
"El gobierno no ha dado esa orden (de evacuación)" y "si no cambian las circunstancias en que se están desarrollando las concentraciones, esto seguirá, siempre que no se produzcan altercados o se cometan delitos", alegó.
Este sábado, miles de personas, entre jóvenes acampados, personas mayores que acuden a los debates, turistas y curiosos, llenaban la plaza, y después cientos de jóvenes durmieron in situ.
"Dormir, dormir, no apetece mucho; nos hemos tumbado a descansar a las 5H50 o 6H", relata Irene, estudiante de 18 años que recogía los sacos de dormir y cartones donde ha descansado con un grupo de amigas.
La protesta, que comenzó el domingo pasado con un llamamiento espontáneo de jóvenes en las redes sociales, "está siendo algo necesario", se alegra la estudiante Julia Estefanía, de 20 años, con una frase que repite desde hace días gente de todas las edades, a modo de catarsis, por los graves efectos de la crisis en España.
Tras dos años de recesión, la economía española se recupera con dificultades, pero no así el desempleo, que se disparó desde un 8% antes de la crisis a más del 21% actualmente. Entre los menores de 25 años, supera ya el 44%.
También desde Madrid, Daniel Silva nos cuenta las historias de algunas de las personas que participan en este movimiento.
"Mis padres con nuestras edades tenían trabajo, casa e hijos. ¿Cuándo tendremos trabajo y todo lo que tienen nuestros padres?": Paula, arquitecta de 24 años en paro, se pregunta lo mismo que muchos jóvenes españoles que desde hace una semana toman la calle hartos de no tener futuro.
"Si lo pienso, me da ganas de llorar", confiesa Paula Méndez, desempleada desde hace dos años y participante en las protestas de la Puerta del Sol de Madrid junto con su novio, ingeniero de 25 años también en paro.
Forma parte del 44% de jóvenes de menos de 25 años que al terminar sus estudios no encuentran trabajo en España.
Entre el total de la población, esta tasa es del 21%, casi el triple que el 8% de antes de la crisis. Es un récord en la Unión Europea (UE).
Se autodenominan "Juventud sin futuro", lema bajo el cual miles de jóvenes frustrados por las consecuencias de la crisis se manifestaron ya en abril convocados en Facebook, lo cual desembocó en la protesta del pasado domingo, que se ha prolongado en toda España durante toda la semana.
No encuentran trabajo estable, no tienen un sueldo estable y no pueden dejar la casa de sus padres e independizarse, y desde el domingo se han concentrado diariamente en plazas de todo el país, donde además han instalado campamentos con la intención de quedarse al menos hasta el domingo.
La coincidencia de su acción con las elecciones locales del domingo es meramente casual y quieren prolongarla, dicen.
A las protestas, que el viernes congregaron a unas 60.000 personas en toda España, según el diario El País, se han unido desempleados de todas las edades y pensionistas indignados por los recortes económicos del gobierno.
Estos incluyen la disminución del sueldo de los funcionarios en un 5% y también en el número de empleos públicos, una reforma del mercado laboral que facilita el despido y el incremento de la edad de la jubilación de los 65 a los 67 años, lo que ha aumentado la preocupación de los jóvenes sobre su futuro.
"Están recortando todos los derechos que a nuestros padres y abuelos les costó ganar con sudor y sangre. Todos queremos tener un hogar, un trabajo, paz y tranquilidad. España aguanta, aguanta, aguanta pero llega un momento en que se dice basta, y ese momento ha llegado. Ya no es el momento de la indignación, es el momento de la reacción", resume Claudia Ayala.
Esta lingüista de 32 años trabaja en una tienda de ropa a tiempo parcial mientras busca un empleo relacionado con sus estudios o que requiera titulación universitaria.
"Cuando era estudiante, yo nunca me imaginé con esta edad y en esta posición, sabía que es difícil empezar una carrera, pero siempre creí que con trabajo y esfuerzo, las puertas se abrirían. Están quitando la esperanza a miles y miles de jóvenes", lamenta en la Puerta del Sol.
"Las revoluciones en los países árabes demostraron que la acción colectiva puede cristalizar el cambio", cree Pablo Padilla, estudiante de antropología de 22 años y activista de "Juventud sin Futuro".
"Lo que no lleva al cambio es estar sentado en el sofá", señala este joven que tiene un trabajo de prácticas de tres meses en una página web que paga sólo 300 euros al mes.
Inspirados en parte en las protestas sobre todo juveniles del norte de África, el movimiento está organizado en redes sociales como Facebook y Twitter, donde esta semana se registraron cientos de miles de mensajes al respecto.
José Félix Tezanos, sociólogo de la universidad a distancia (UNED), estima que internet ha provisto a estos jóvenes de un "lugar de encuentro" en el que se pueden organizar que no existía antes.
"Las redes sociales son el campo de cultivo del movimiento. El ambiente no es explosivo, pero es inflamable. Una chispa bastaría para que haya conflictos", añade Tezanos, que estima que dos tercios de los jóvenes que tienen trabajo sufren "una situación laboral precaria" por tener contratos temporales o contratos de prácticas mal pagados.
Después de una multitudinaria concentración de casi 20.000 personas el viernes hasta altas horas de la noche en la emblemática plaza madrileña, el llamado movimiento 15-M (empezaron a manifestarse el 15 de mayo) pretende quedarse el sábado y el domingo a pesar de la prohibición.
"Para hoy y mañana tenemos una prioridad muy clara: respeto total y absoluto a la jornada de reflexión" electoral, este sábado, "y también a la jornada electoral" del domingo, explica a la AFP Juan López, uno de los portavoces del movimiento en Sol.
Eso quiere decir que no se moverán de allí los cientos de jóvenes que llevan días formando un verdadero campamento en Sol, donde las asambleas y debates se suceden de día, y de noche se duerme bajo las lonas de plástico que cubren una parte de la plaza o en tiendas.
Y si a última hora del sábado, como en los últimos días, miles de personas de todas las edades acuden a una concentración espontánea, reivindicativa, pacífica y festiva, "que vengan; no hay ninguna convocatoria", señala, aunque apunta que "no se darán consignas por megafonía".
Las protestas coinciden con las elecciones del domingo, en las que se eligen los representantes en ayuntamientos de toda España y los parlamentos de 13 de las 17 regiones, con la derrota prevista de los socialistas del presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero según sus organizadores, esta acción no tiene que ver con éstas y va más allá.
Tras los comicios, "el lunes tenemos la firme intención de retomar nuestra agenda con mucha fuerza", asegura López.
Identificar propuestas para "una democracia limpia de corruptos", más justa y representativa y que no gobierne bajo el dictado de los mercados es la agenda del movimiento, que dice no representar a ningún partido político.
A pesar de la prohibición, la policía no evacuó a los manifestantes el viernes después que el gobierno español, que en todo momento se ha mostrado comprensivo, decidió ordenar la intervención a las fuerzas de seguridad.
Y ello porque las manifestaciones son "pacíficas" y "el derecho de reunión prima sobre la falta de autorización", explicó un portavoz del ministerio del Interior.
"El gobierno no ha dado esa orden (de evacuación)" y "si no cambian las circunstancias en que se están desarrollando las concentraciones, esto seguirá, siempre que no se produzcan altercados o se cometan delitos", alegó.
Este sábado, miles de personas, entre jóvenes acampados, personas mayores que acuden a los debates, turistas y curiosos, llenaban la plaza, y después cientos de jóvenes durmieron in situ.
"Dormir, dormir, no apetece mucho; nos hemos tumbado a descansar a las 5H50 o 6H", relata Irene, estudiante de 18 años que recogía los sacos de dormir y cartones donde ha descansado con un grupo de amigas.
La protesta, que comenzó el domingo pasado con un llamamiento espontáneo de jóvenes en las redes sociales, "está siendo algo necesario", se alegra la estudiante Julia Estefanía, de 20 años, con una frase que repite desde hace días gente de todas las edades, a modo de catarsis, por los graves efectos de la crisis en España.
Tras dos años de recesión, la economía española se recupera con dificultades, pero no así el desempleo, que se disparó desde un 8% antes de la crisis a más del 21% actualmente. Entre los menores de 25 años, supera ya el 44%.
También desde Madrid, Daniel Silva nos cuenta las historias de algunas de las personas que participan en este movimiento.
"Mis padres con nuestras edades tenían trabajo, casa e hijos. ¿Cuándo tendremos trabajo y todo lo que tienen nuestros padres?": Paula, arquitecta de 24 años en paro, se pregunta lo mismo que muchos jóvenes españoles que desde hace una semana toman la calle hartos de no tener futuro.
"Si lo pienso, me da ganas de llorar", confiesa Paula Méndez, desempleada desde hace dos años y participante en las protestas de la Puerta del Sol de Madrid junto con su novio, ingeniero de 25 años también en paro.
Forma parte del 44% de jóvenes de menos de 25 años que al terminar sus estudios no encuentran trabajo en España.
Entre el total de la población, esta tasa es del 21%, casi el triple que el 8% de antes de la crisis. Es un récord en la Unión Europea (UE).
Se autodenominan "Juventud sin futuro", lema bajo el cual miles de jóvenes frustrados por las consecuencias de la crisis se manifestaron ya en abril convocados en Facebook, lo cual desembocó en la protesta del pasado domingo, que se ha prolongado en toda España durante toda la semana.
No encuentran trabajo estable, no tienen un sueldo estable y no pueden dejar la casa de sus padres e independizarse, y desde el domingo se han concentrado diariamente en plazas de todo el país, donde además han instalado campamentos con la intención de quedarse al menos hasta el domingo.
La coincidencia de su acción con las elecciones locales del domingo es meramente casual y quieren prolongarla, dicen.
A las protestas, que el viernes congregaron a unas 60.000 personas en toda España, según el diario El País, se han unido desempleados de todas las edades y pensionistas indignados por los recortes económicos del gobierno.
Estos incluyen la disminución del sueldo de los funcionarios en un 5% y también en el número de empleos públicos, una reforma del mercado laboral que facilita el despido y el incremento de la edad de la jubilación de los 65 a los 67 años, lo que ha aumentado la preocupación de los jóvenes sobre su futuro.
"Están recortando todos los derechos que a nuestros padres y abuelos les costó ganar con sudor y sangre. Todos queremos tener un hogar, un trabajo, paz y tranquilidad. España aguanta, aguanta, aguanta pero llega un momento en que se dice basta, y ese momento ha llegado. Ya no es el momento de la indignación, es el momento de la reacción", resume Claudia Ayala.
Esta lingüista de 32 años trabaja en una tienda de ropa a tiempo parcial mientras busca un empleo relacionado con sus estudios o que requiera titulación universitaria.
"Cuando era estudiante, yo nunca me imaginé con esta edad y en esta posición, sabía que es difícil empezar una carrera, pero siempre creí que con trabajo y esfuerzo, las puertas se abrirían. Están quitando la esperanza a miles y miles de jóvenes", lamenta en la Puerta del Sol.
"Las revoluciones en los países árabes demostraron que la acción colectiva puede cristalizar el cambio", cree Pablo Padilla, estudiante de antropología de 22 años y activista de "Juventud sin Futuro".
"Lo que no lleva al cambio es estar sentado en el sofá", señala este joven que tiene un trabajo de prácticas de tres meses en una página web que paga sólo 300 euros al mes.
Inspirados en parte en las protestas sobre todo juveniles del norte de África, el movimiento está organizado en redes sociales como Facebook y Twitter, donde esta semana se registraron cientos de miles de mensajes al respecto.
José Félix Tezanos, sociólogo de la universidad a distancia (UNED), estima que internet ha provisto a estos jóvenes de un "lugar de encuentro" en el que se pueden organizar que no existía antes.
"Las redes sociales son el campo de cultivo del movimiento. El ambiente no es explosivo, pero es inflamable. Una chispa bastaría para que haya conflictos", añade Tezanos, que estima que dos tercios de los jóvenes que tienen trabajo sufren "una situación laboral precaria" por tener contratos temporales o contratos de prácticas mal pagados.