Salvini es un aliado clave en la coalición derechista de Silvio Berlusconi, que encabeza las encuestas de cara a los comicios del 4 de marzo. Una de las promesas centrales de esa coalición es la expulsión de más de 600.000 personas cuya petición de asilo fue rechazada en el país, una medida de implicaciones lógicas y financieras desconocida.
"La seguridad no tiene precio", dijo Salvini al hablar del coste de la medida. "Para hacerlo necesitaremos un plan de acuerdos diplomáticos con países de origen, muchos de los cuales ya reciben ayuda económica y comercial de Italia sin una retribución adecuada (para nosotros)", señala.
"Pediremos (a esos países) que al menos se ocupen de sus ciudadanos que emigraron a Italia, que de otra forma no podrán construirse un futuro viviendo como ilegales" en nuestro país, dijo Salvini.
A comienzos de mes, el diario de centro-izquierda "La Repubblica" informó que Italia tiene sólo acuerdos de repatriación con Nigeria, Túnez, Egipto y Marruecos, y que en los últimos tres años sólo en torno a 18.500 personas sin derechos de residencia han sido repatriados con éxito.
Se calcula que cada repatriación cuesta en torno a 4.000 euros (5.000 dólares), según sus datos.
Italia es el principal punto de entrada de los migrantes que llegan en barco a Europa desde África, con casi 680.000 llegadas desde 2013, y con frecuencia se queja de la insuficiente ayuda de la Unión Europea (UE) para gestionar ese flujo migratorio.
En este contexto, el partido de ultraderecha Liga ha estado ganando cada vez más votos con una retórica antimigratoria, con promesas como usar incluso bulldozers contra los migrantes no deseados. Los sondeos apuntan que la migración se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los votantes, por detrás de los impuestos y el desempleo.
Salvini también dijo a dpa que los barcos de migrantes deberían ser frenados en medio del Mediterráneo y registrados para detectar acciones fraudulentas para garantizarse el asilo. Luego, deberían ser devueltos de inmediato a África, en lo que llamó "ofensivas humanitarias".
"Quienes están claramente huyendo de la guerra podrán entrar en Europa" y serían distribuidos en toda la Unión Europea (UE), mientras que "los emigrantes por motivos económicos serán devueltos a sus puertos de partida", planteó, recuperando la idea del fracasado reparto de cuotas de refugiados en Europa.
Un Gobierno anterior de Berlusconi apoyado por la Liga fue condenado en el pasado por la Corte Europea de Derechos Humanos por enviar automáticamente a Libia a todos los migrantes detenidos en el mar. Por eso, habría que ver si más devoluciones selectivas como las propuestas por Salvini serían legales y factibles.
Salvini, un milanés de 44 años, ha transformado su partido desde que se puso al frente en 2013: de un movimiento separatista que pedía la marcha en solitario del norte, más rico, bajo el nombre de Liga Norte, pasó a adoptar reivindicaciones a nivel nacional, como indica el simbólico cambio de nombre para pasar a ser simplemente, la Liga.
Salvini ha adoptado una postura nacionalista, euroescéptica y antiglobalización, que ve como sus modelos a políticos como el presidente estadounidense, Donald Trump, al primer ministro húngaro, Viktor Orban, el presidente ruso, Vladimir Putin o la líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen.
Salvini quiere en realidad ser primer ministro, pero se enfrenta a la oposición de Berlusconi, que hace campaña como un experimentado jefe de Estado proeuropeo. Su difícil alianza se mantiene gracias a un pacto informal según el cual Salvini podría aspirar a liderar el Gobierno si gana más votos que Berlusconi.
Las últimas encuestas publicadas el viernes antes de un veto durante las dos semanas de campaña electoral daban al bloque conservador cerca del 37 por ciento de la intención de voto, incluyendo un 16,7 por ciento a favor de la Forza Italia de Berlusconi y un 13,7 por ciento de la Liga.
Bajo el lema "Ahora o Nunca, los italianos primero", Salvini ha convocado una marcha el sábado en Milán que promete ser el mayor acto en la hasta ahora relativamente tranquila campaña de todos los partidos y con la que quiere dar un impulso decisivo a sus opciones electorales.
Un escenario alternativo contempla que la Liga abandone a Berlusconi y pase a apoyar un Gobierno del antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S), con casi el 30 por ciento de la intención de voto en los sondeos, pero sin aliados claros.
Pero Salvini lo descarta. "No se dan las condiciones para hablar de una alianza, porque el Movimiento Cinco Estrellas "sólo es capaz de explotar el distanciamiento general hacia los políticos", mientras vacila en temas como Europa y la migración "por miedo a perder votos".
"La seguridad no tiene precio", dijo Salvini al hablar del coste de la medida. "Para hacerlo necesitaremos un plan de acuerdos diplomáticos con países de origen, muchos de los cuales ya reciben ayuda económica y comercial de Italia sin una retribución adecuada (para nosotros)", señala.
"Pediremos (a esos países) que al menos se ocupen de sus ciudadanos que emigraron a Italia, que de otra forma no podrán construirse un futuro viviendo como ilegales" en nuestro país, dijo Salvini.
A comienzos de mes, el diario de centro-izquierda "La Repubblica" informó que Italia tiene sólo acuerdos de repatriación con Nigeria, Túnez, Egipto y Marruecos, y que en los últimos tres años sólo en torno a 18.500 personas sin derechos de residencia han sido repatriados con éxito.
Se calcula que cada repatriación cuesta en torno a 4.000 euros (5.000 dólares), según sus datos.
Italia es el principal punto de entrada de los migrantes que llegan en barco a Europa desde África, con casi 680.000 llegadas desde 2013, y con frecuencia se queja de la insuficiente ayuda de la Unión Europea (UE) para gestionar ese flujo migratorio.
En este contexto, el partido de ultraderecha Liga ha estado ganando cada vez más votos con una retórica antimigratoria, con promesas como usar incluso bulldozers contra los migrantes no deseados. Los sondeos apuntan que la migración se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los votantes, por detrás de los impuestos y el desempleo.
Salvini también dijo a dpa que los barcos de migrantes deberían ser frenados en medio del Mediterráneo y registrados para detectar acciones fraudulentas para garantizarse el asilo. Luego, deberían ser devueltos de inmediato a África, en lo que llamó "ofensivas humanitarias".
"Quienes están claramente huyendo de la guerra podrán entrar en Europa" y serían distribuidos en toda la Unión Europea (UE), mientras que "los emigrantes por motivos económicos serán devueltos a sus puertos de partida", planteó, recuperando la idea del fracasado reparto de cuotas de refugiados en Europa.
Un Gobierno anterior de Berlusconi apoyado por la Liga fue condenado en el pasado por la Corte Europea de Derechos Humanos por enviar automáticamente a Libia a todos los migrantes detenidos en el mar. Por eso, habría que ver si más devoluciones selectivas como las propuestas por Salvini serían legales y factibles.
Salvini, un milanés de 44 años, ha transformado su partido desde que se puso al frente en 2013: de un movimiento separatista que pedía la marcha en solitario del norte, más rico, bajo el nombre de Liga Norte, pasó a adoptar reivindicaciones a nivel nacional, como indica el simbólico cambio de nombre para pasar a ser simplemente, la Liga.
Salvini ha adoptado una postura nacionalista, euroescéptica y antiglobalización, que ve como sus modelos a políticos como el presidente estadounidense, Donald Trump, al primer ministro húngaro, Viktor Orban, el presidente ruso, Vladimir Putin o la líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen.
Salvini quiere en realidad ser primer ministro, pero se enfrenta a la oposición de Berlusconi, que hace campaña como un experimentado jefe de Estado proeuropeo. Su difícil alianza se mantiene gracias a un pacto informal según el cual Salvini podría aspirar a liderar el Gobierno si gana más votos que Berlusconi.
Las últimas encuestas publicadas el viernes antes de un veto durante las dos semanas de campaña electoral daban al bloque conservador cerca del 37 por ciento de la intención de voto, incluyendo un 16,7 por ciento a favor de la Forza Italia de Berlusconi y un 13,7 por ciento de la Liga.
Bajo el lema "Ahora o Nunca, los italianos primero", Salvini ha convocado una marcha el sábado en Milán que promete ser el mayor acto en la hasta ahora relativamente tranquila campaña de todos los partidos y con la que quiere dar un impulso decisivo a sus opciones electorales.
Un escenario alternativo contempla que la Liga abandone a Berlusconi y pase a apoyar un Gobierno del antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S), con casi el 30 por ciento de la intención de voto en los sondeos, pero sin aliados claros.
Pero Salvini lo descarta. "No se dan las condiciones para hablar de una alianza, porque el Movimiento Cinco Estrellas "sólo es capaz de explotar el distanciamiento general hacia los políticos", mientras vacila en temas como Europa y la migración "por miedo a perder votos".