Se quejaba Saura (Cesc Casanovas) por salir de gallinácea, y Toni Soler le decía: «No se queje, eso significa que Catalunya es la gallina de los huevos de oro, ¡si la aprietan mucho, se pueden quedar sin gallina y sin huevos!». O sea, en su línea de esperpento lúcido, irónico y sarcástico que les caracteriza. Repasando lo que ha sido la temporada de este buen grupo de sátiros, es indiscutible que la máxima crueldad la han aplicado sobre el president Montilla (Sergi Mas). En este cierre de temporada, por ejemplo, en un momento dado, dice: «¡Voy a ver si tengo una idea!», y se abre una ventana en su cerebro y se ve un desierto con la única presencia de un cáctus, y un matojo que corre sin rumbo empujado por el viento. Es de un sarcasmo feroz. No solo dice mucho en favor de quienes tan genialmente lo interpretan, sino también de quien tan estoicamente lo soporta. No obstante, semanas atrás, y dentro del festival satírico habitual que sobre el president de la Generalitat proyectan, dibujaron una escena meditable: salía en su cama de matrimonio acostandose, sistemática y sucesivamente, con las réplicas de Alicia Sánchez Camacho, Oriol Pujol, Joan Saura y Carod. ¡Ah!, años atrás, cuando caricaturizaban a Zapatero, lo sacaban encamándose con Artur Mas y con Pasqual Maragall. O sea, ZP les hacía la cama a dos, mientras Montilla, que parece que no rompe un plato, les hace la cama a todos: al PP, a CiU, a IC-V y a ERC. Cabe pues leer bien esta sátira: Montilla será parco y soso, pero en sabiduría y estrategia les da sopas con onda a todos. Otro de los aciertos ha sido la incorporación de criaturas de la sociedad mediático-civil-intelectual de Catalunya. Las réplicas de mis queridos compañeros Quim Monzó, Màrius Serra, Empar Moliner, y la del lletraferit académico Pere Gimferrer, son una orfebrería desternillante, tan útil como perfecta. Y no puedo olvidar, en tono de agradecimiento, la caridad que le hacen a mi hermano gemelo de BTV, aunque el pobre canario flauta Papitu no gane para pagar la factura del médico, de los golpes que Jordi Ríos le propina, tan bárbaramente.
Ferran Monegal
Ferran Monegal