Era la idea concreta, la utopía realizada –animada más bien– de un dibujante japonés de nombre Masami Kurumada en 1986. Su proyecto le daría la vuelta al mundo bajo el título de Saint Seiya /Los Caballeros del Zodiaco y en él había resuelto mezclar la cultura, la religión y la filosofía de la Grecia antigua con la estética de las historietas japonesas. Para ello emplearía la violencia, los estereotipos y el género Shonen (dirigido a los varones jóvenes entre 14 y 18 años) como línea narrativa y de allí, el gran mito empezaría a construirse dentro del imaginario popular, saltando relativamente fácil de continente en continente hasta el éxito mediático.
Kurumada escogió fácil a sus personajes importantes. Cinco en total, venidos desde la categoría más baja de la jerarquía “caballeresca” como portadores del bronce en sus armaduras. “El héroe valiente y de personalidad explosiva (Seiya); otro, un muchacho serio y analítico (Shiryu); otro, cool y el genio del grupo (Hyoga); también el tipo callado (Shun); y el hosco, el más fuerte (Ikki); todos unidos por la presencia de la diosa Atenea”, rememora Kurumada en una entrevista para la revista japonesa Saint Seiya Chronicles. A partir de entonces, y luego de explorar el tema del boxeo con Kojiro y la juventud con Otokozaka, cobraría forma lo que el propio autor denomina “novelas de Kurumada”. En tal circunstancia surgió Caballeros del Zodiaco “hablando sobre un mundo de fantasía del cual nadie había hablado, con historias –dice Kurumada– centradas en la mitología griega, las constelaciones de la galaxia, armaduras que se transformaban en figuras míticas y que representaban a las propias constelaciones y además incorporaba la idea de metamorfosis con acción”.
En 1991 sobrevino el silencio. En animación, los caballeros habían logrado derrotar al dios de los mares, Poseidón, en su intento por inundar el planeta tierra; en tanto, en Japón, se acababa de publicar el manga de la saga de Hades. Pero Kurumada había perdido el capital necesario para animar esta última entrega. No fue hasta en 2002, 12 años más tarde, que Toei Animation anunciaba la esperada secuela inspirada en la obra de Dante Alighieri (La Divina Comedia) en 13 capítulos animados. La producción se extendió hasta los 31 episodios para poder derrotar a Hades en el último círculo del infierno y los campos Elíseos. Y es precisamente allí donde se genera la intriga sobre si eso es todo, si no hay más dioses que derrotar. Kurumada, debido a la demanda, realizó una intención de cierre a manera de precuela y secuela al mismo tiempo bajo el nombre de Next dimensión en 2006. Allí narra en retrospectiva la Guerra Santa ocurrida hace 2 siglos en contra de Zeus mientras coteja la trama con los “acontecimientos actuales” en que dejó la serie. De esta parte, el creador dice que “no estaba previsto que Zeus fuera el final de Saint Seiya. Lo que a mí me hubiera gustado era haberlo finalizado en una batalla contra los dioses primigenios: Gea y Cronos”, concluye Masami Kurumada, dando un guiño simpático a los fanáticos alrededor del mundo y dejando abierta una pequeña rendija de donde asoma una pequeña luz acerca sus verdaderas intenciones: “un final feliz para todos”.
Kurumada escogió fácil a sus personajes importantes. Cinco en total, venidos desde la categoría más baja de la jerarquía “caballeresca” como portadores del bronce en sus armaduras. “El héroe valiente y de personalidad explosiva (Seiya); otro, un muchacho serio y analítico (Shiryu); otro, cool y el genio del grupo (Hyoga); también el tipo callado (Shun); y el hosco, el más fuerte (Ikki); todos unidos por la presencia de la diosa Atenea”, rememora Kurumada en una entrevista para la revista japonesa Saint Seiya Chronicles. A partir de entonces, y luego de explorar el tema del boxeo con Kojiro y la juventud con Otokozaka, cobraría forma lo que el propio autor denomina “novelas de Kurumada”. En tal circunstancia surgió Caballeros del Zodiaco “hablando sobre un mundo de fantasía del cual nadie había hablado, con historias –dice Kurumada– centradas en la mitología griega, las constelaciones de la galaxia, armaduras que se transformaban en figuras míticas y que representaban a las propias constelaciones y además incorporaba la idea de metamorfosis con acción”.
Hades, Zeus y… ¿Cronos?
En respuesta, libros, series animadas, videojuegos, historietas y películas darían cuenta de la gran batalla en contra de los dioses en varias sagas: el Santuario, Asgard-Poseidón, y de reciente animación Hades-Elíseos, dando por cerrada la propuesta del manga original de Kurumada. No obstante, a más de 20 años de haber sido creado, este proyecto ha generado especulación y, sobre todo, fanáticos ansiosos a la espera de un sangriento desenlace en el mismísimo Monte Olimpo.En 1991 sobrevino el silencio. En animación, los caballeros habían logrado derrotar al dios de los mares, Poseidón, en su intento por inundar el planeta tierra; en tanto, en Japón, se acababa de publicar el manga de la saga de Hades. Pero Kurumada había perdido el capital necesario para animar esta última entrega. No fue hasta en 2002, 12 años más tarde, que Toei Animation anunciaba la esperada secuela inspirada en la obra de Dante Alighieri (La Divina Comedia) en 13 capítulos animados. La producción se extendió hasta los 31 episodios para poder derrotar a Hades en el último círculo del infierno y los campos Elíseos. Y es precisamente allí donde se genera la intriga sobre si eso es todo, si no hay más dioses que derrotar. Kurumada, debido a la demanda, realizó una intención de cierre a manera de precuela y secuela al mismo tiempo bajo el nombre de Next dimensión en 2006. Allí narra en retrospectiva la Guerra Santa ocurrida hace 2 siglos en contra de Zeus mientras coteja la trama con los “acontecimientos actuales” en que dejó la serie. De esta parte, el creador dice que “no estaba previsto que Zeus fuera el final de Saint Seiya. Lo que a mí me hubiera gustado era haberlo finalizado en una batalla contra los dioses primigenios: Gea y Cronos”, concluye Masami Kurumada, dando un guiño simpático a los fanáticos alrededor del mundo y dejando abierta una pequeña rendija de donde asoma una pequeña luz acerca sus verdaderas intenciones: “un final feliz para todos”.