Alexis Tsipras
"El memorándum o se aplica o se anula (...) y nosotros lo anularemos", dijo Tsipras, que según los sondeos podría arrebatarle la victoria a la derecha, en estas cruciales elecciones para el futuro de Grecia en la zona euro.
La propuesta alternativa de Syriza pretende garantizar un "saneamiento presupuestario socialmente justo" y una "participación igualitaria de Grecia en la zona euro", agregó, en conferencia de prensa.
Tsipras afirmó igualmente querer "renegociar" un acuerdo con la Unión Europea (UE) y el FMI para mantener a Grecia bajo asistencia financiera, pese a su intención de anular el memorándum.
Los acreedores del país --UE y Fondo Monetario Internacional (FMI)-- reiteraron en los últimos días sus advertencias contra una negativa de Atenas a asumir sus compromisos de rigor presupuestario, suscritos por el precedente gobierno conservador-socialista, y amenazaron con cortar fondos al país y con una salida de éste de la zona euro.
A los 37 años, el jefe de fila de la izquierda radical y nueva figura de la política griega, renegó de este "seudodilema" que, según él, se plantea a los griegos sobre su lugar en la zona euro.
En cambio, considera que la política de rigor aplicada es el "piloto automático que conduce a la catástrofe" al país, y puede hacerlo retornar al dracma, la antigua moneda nacional.
El jefe de Syriza afirmó que su partido, en caso de victoria, "buscará renegociar la deuda para reducirla drásticamente" o intentará "obtener una moratoria de la deuda y una congelación de los pagos hasta la estabilización o la recuperación de la economía".
Ovacionado por una muchedumbre que gritaba que "llegó la hora de la izquierda", Tsipras abogó esencialmente por la "imposición a la riqueza y a los altos ingresos", así como una lucha contra el despilfarro y la corrupción para conseguir los fondos necesarios en su tarea gubernamental.
Prometió a los griegos, exhaustos de tantos sacrificios, una "congelación inmediata de las reducciones de gastos sociales, de salarios y jubilaciones" ya impuestas, así como la "anulación de las deudas de las familias y empresas con sobreendeudamiento".
En una lógica de izquierda, Syriza pretende asimismo imponer un "control público" sobre el sistema bancario griego, así como la "congelación de las privatizaciones previstas", por un importe total de 19.500 millones de euros, en particular Electricidad de Grecia.
Syriza cuadruplicó su resultado de 2009, y se impuso como segunda fuerza política del país, teniendo como bandera el rechazo a la austeridad, en las elecciones del 6 de mayo, que no permitieron la formación de un gobierno.
El partido conservador Nueva Democracia (ND) y Syriza están muy igualados en intenciones de voto en los últimos sondeos autorizados a publicarse en Grecia antes de las legislativas del 17 de junio, pero ninguno parecía tener posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta.
Tres de estas encuestas publicadas el viernes colocaban a la ND en primer lugar, pero con escasa diferencia, mientras la cuarta mostraba una ventaja de 6% para Syriza, el partido que registra la mayor progresión en una semana.
En todo caso, el vencedor se vería sin duda obligado a establecer alianzas gubernamentales para poder aspirar a una mayoría absoluta en el parlamento, de 300 escaños.
La propuesta alternativa de Syriza pretende garantizar un "saneamiento presupuestario socialmente justo" y una "participación igualitaria de Grecia en la zona euro", agregó, en conferencia de prensa.
Tsipras afirmó igualmente querer "renegociar" un acuerdo con la Unión Europea (UE) y el FMI para mantener a Grecia bajo asistencia financiera, pese a su intención de anular el memorándum.
Los acreedores del país --UE y Fondo Monetario Internacional (FMI)-- reiteraron en los últimos días sus advertencias contra una negativa de Atenas a asumir sus compromisos de rigor presupuestario, suscritos por el precedente gobierno conservador-socialista, y amenazaron con cortar fondos al país y con una salida de éste de la zona euro.
A los 37 años, el jefe de fila de la izquierda radical y nueva figura de la política griega, renegó de este "seudodilema" que, según él, se plantea a los griegos sobre su lugar en la zona euro.
En cambio, considera que la política de rigor aplicada es el "piloto automático que conduce a la catástrofe" al país, y puede hacerlo retornar al dracma, la antigua moneda nacional.
El jefe de Syriza afirmó que su partido, en caso de victoria, "buscará renegociar la deuda para reducirla drásticamente" o intentará "obtener una moratoria de la deuda y una congelación de los pagos hasta la estabilización o la recuperación de la economía".
Ovacionado por una muchedumbre que gritaba que "llegó la hora de la izquierda", Tsipras abogó esencialmente por la "imposición a la riqueza y a los altos ingresos", así como una lucha contra el despilfarro y la corrupción para conseguir los fondos necesarios en su tarea gubernamental.
Prometió a los griegos, exhaustos de tantos sacrificios, una "congelación inmediata de las reducciones de gastos sociales, de salarios y jubilaciones" ya impuestas, así como la "anulación de las deudas de las familias y empresas con sobreendeudamiento".
En una lógica de izquierda, Syriza pretende asimismo imponer un "control público" sobre el sistema bancario griego, así como la "congelación de las privatizaciones previstas", por un importe total de 19.500 millones de euros, en particular Electricidad de Grecia.
Syriza cuadruplicó su resultado de 2009, y se impuso como segunda fuerza política del país, teniendo como bandera el rechazo a la austeridad, en las elecciones del 6 de mayo, que no permitieron la formación de un gobierno.
El partido conservador Nueva Democracia (ND) y Syriza están muy igualados en intenciones de voto en los últimos sondeos autorizados a publicarse en Grecia antes de las legislativas del 17 de junio, pero ninguno parecía tener posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta.
Tres de estas encuestas publicadas el viernes colocaban a la ND en primer lugar, pero con escasa diferencia, mientras la cuarta mostraba una ventaja de 6% para Syriza, el partido que registra la mayor progresión en una semana.
En todo caso, el vencedor se vería sin duda obligado a establecer alianzas gubernamentales para poder aspirar a una mayoría absoluta en el parlamento, de 300 escaños.