"No buscamos sensacionalismo, sino establecer las etapas del proceso criminal por cada categoría de yazidíes -hombres, mujeres, niños-, para apoyar el calificativo de genocidio", explica la AFP el jurista alemán Andrej Umansky, experto en derecho penal de la universidad alemana de Colonia (oeste).
Los yazidíes, una comunidad kurdófona adepta de una religión preislámica que venera a siete ángeles, se vieron atrapados en la ofensiva del EI en agosto de 2014 en su feudo montañoso de Sinjar, en el norte de Irak. Para el EI son "adoradores del diablo".
Los yihadistas intentan "destruirlos como grupo", lo que equivale a la definición legal de "genocidio", concluía en marzo la ONU.
Para documentar estos crímenes, los tres investigadores de la asociación Yahad In Unum, que ha registrado los lugares de la ex Unión Soviética donde los nazis fusilaron a judíos o gitanos, han decidido realizar in situ unas cincuenta entrevistas con supervivientes del EI.
Estos testimonios pueden ser útiles en el futuro en juicios, en particular contra yihadistas occidentales, porque "el principal objetivo es detener el crimen", insiste Umansky.
Pero los comienzos son difíciles. "Teníamos nuestra metodología", la que utilizamos desde hace más de diez años con los testimonios de los crímenes nazis, pero esto es "muy diferente", son hechos contemporáneos, todavía muy vivos, explica el belga Costel Nastasie, un expolicía que dirige la asociación "Dignidad gitanos".
El tamaño pequeño del equipo y el apoyo del ministerio de Relaciones Exteriores francés les abrió en agosto de 2015 las puertas del campamento de refugiados en el Kurdistán iraquí. Allí, los detectives hablaron con yazidíes aterrorizados y los filmaron.
"Están muy conmocionados, hay que hacer pausas, y explicar a la familia por qué tenemos que quedarnos solos con la persona. Algunas niñas quieren hablar delante de nosotros, otras se quedan con nuestra investigadora yazidí", relata Nastasie.
La lista de crímenes atribuidos al EI es larga: ejecuciones, niños enrolados en campos de entrenamiento, niñas convertidas en esclavas sexuales, mujeres usadas como escudos humanos, conversiones forzadas...
Pero establecer las circunstancias exactas de la trata de seres humanos o del entrenamiento militar impuesto a niños es complicado debido a "la dispersión de las víctimas", recalca el sacerdote francés Patrick Desbois, que completa el trío de investigadores.
Según un balance divulgado en agosto por el gobierno del Kurdistán iraquí, de los 550.000 yazidíes de Irak, 400.000 han tenido que abandonar su casa por los combates. Alrededor de 1.500 han muerto y cerca de 4.000 están en cautiverio.
El padre Desbois lo tiene claro: el carácter "organizado y administrativo" de los abusos, "en lugares muy alejados los unos de los otros" es "desconcertante".
Los yazidíes forman parte de la vida de los miembros del EI (Daesh por su acrónimo en árabe), en "las cárceles, de las familias, de los combatientes aislados, en un territorio muy vasto", constata el padre Desbois.
Los primeros testimonios revelan, según él, que los yihadistas "registran a todo el mundo". Los testigos mencionan también "una omnipresencia de los médicos en todos los niveles del proceso: para verificar la virginidad de las mujeres, drogar a las esclavas sexuales, hacer que los niños se tomen pastillas para aguantar el dolor".
Los investigadores disponen de otro instrumento para acumular indicios: la propia propaganda de los yihadistas, que "no ocultan nunca el rostro" y pueden ser identificados, destaca Umansky.
Por ejemplo, en su revista Dabiq, EI explicaba en octubre de 2014 haber realizado investigaciones teológicas y llegado a la conclusión de que "las mujeres (yazidíes) pueden ser convertidas en esclavas". Por eso, después de capturarlas junto con sus hijos, "las repartieron entre los combatientes de acuerdo con la ley islámica".
Los yazidíes, una comunidad kurdófona adepta de una religión preislámica que venera a siete ángeles, se vieron atrapados en la ofensiva del EI en agosto de 2014 en su feudo montañoso de Sinjar, en el norte de Irak. Para el EI son "adoradores del diablo".
Los yihadistas intentan "destruirlos como grupo", lo que equivale a la definición legal de "genocidio", concluía en marzo la ONU.
Para documentar estos crímenes, los tres investigadores de la asociación Yahad In Unum, que ha registrado los lugares de la ex Unión Soviética donde los nazis fusilaron a judíos o gitanos, han decidido realizar in situ unas cincuenta entrevistas con supervivientes del EI.
Estos testimonios pueden ser útiles en el futuro en juicios, en particular contra yihadistas occidentales, porque "el principal objetivo es detener el crimen", insiste Umansky.
- Ejecuciones y esclavitud -
Pero los comienzos son difíciles. "Teníamos nuestra metodología", la que utilizamos desde hace más de diez años con los testimonios de los crímenes nazis, pero esto es "muy diferente", son hechos contemporáneos, todavía muy vivos, explica el belga Costel Nastasie, un expolicía que dirige la asociación "Dignidad gitanos".
El tamaño pequeño del equipo y el apoyo del ministerio de Relaciones Exteriores francés les abrió en agosto de 2015 las puertas del campamento de refugiados en el Kurdistán iraquí. Allí, los detectives hablaron con yazidíes aterrorizados y los filmaron.
"Están muy conmocionados, hay que hacer pausas, y explicar a la familia por qué tenemos que quedarnos solos con la persona. Algunas niñas quieren hablar delante de nosotros, otras se quedan con nuestra investigadora yazidí", relata Nastasie.
La lista de crímenes atribuidos al EI es larga: ejecuciones, niños enrolados en campos de entrenamiento, niñas convertidas en esclavas sexuales, mujeres usadas como escudos humanos, conversiones forzadas...
Pero establecer las circunstancias exactas de la trata de seres humanos o del entrenamiento militar impuesto a niños es complicado debido a "la dispersión de las víctimas", recalca el sacerdote francés Patrick Desbois, que completa el trío de investigadores.
- Crimen 'organizado' -
Según un balance divulgado en agosto por el gobierno del Kurdistán iraquí, de los 550.000 yazidíes de Irak, 400.000 han tenido que abandonar su casa por los combates. Alrededor de 1.500 han muerto y cerca de 4.000 están en cautiverio.
El padre Desbois lo tiene claro: el carácter "organizado y administrativo" de los abusos, "en lugares muy alejados los unos de los otros" es "desconcertante".
Los yazidíes forman parte de la vida de los miembros del EI (Daesh por su acrónimo en árabe), en "las cárceles, de las familias, de los combatientes aislados, en un territorio muy vasto", constata el padre Desbois.
Los primeros testimonios revelan, según él, que los yihadistas "registran a todo el mundo". Los testigos mencionan también "una omnipresencia de los médicos en todos los niveles del proceso: para verificar la virginidad de las mujeres, drogar a las esclavas sexuales, hacer que los niños se tomen pastillas para aguantar el dolor".
Los investigadores disponen de otro instrumento para acumular indicios: la propia propaganda de los yihadistas, que "no ocultan nunca el rostro" y pueden ser identificados, destaca Umansky.
Por ejemplo, en su revista Dabiq, EI explicaba en octubre de 2014 haber realizado investigaciones teológicas y llegado a la conclusión de que "las mujeres (yazidíes) pueden ser convertidas en esclavas". Por eso, después de capturarlas junto con sus hijos, "las repartieron entre los combatientes de acuerdo con la ley islámica".