La memoria de los emperadores chinos, un asunto familiar para Jin Yulan


Pekín, China. - Jin Yulan, sobrino del último emperador chino, nunca conoció los fastos de la Ciudad prohibida, no obstante dedica su tiempo a salvaguardar el patrimonio de su familia que reinó en China durante 268 años.



El último emperador chino, Pu yi
El último emperador chino, Pu yi
En una residencia aristocrática en la parte vieja de Pekín, Jin Yulan, de 67 años, expone sus recuerdos de familia ante la fascinada mirada de decenas de apasionados llegados a admirar si colección y estrecharle la mano a uno de los retoños de la última dinastía, más de un siglo después de la abdicación del último emperador.
Un pequeño resabio de gloria para este exprofesor de secundaria, vestido modestamente con un polo de lana cubierto por una chaqueta en pana. Sin embargo, su vida no ha sido un remanso de paz, sobre todo durante la violencia desencadenada por la "Revolución cultural" (1966-1976).
"Los Guardias rojos allanaron nuestra casa y nos confiscaron los bienes", señala Jin Yulan, en referencia a los jóvenes maoístas que saquearon una gran parte del patrimonio chino". "Se llevaron y destruyeron el 90% de lo que poseíamos", precisa. La décima parte restante les fue devuelta más tarde por el régimen comunista. 
Jin Yulan residió durante más de 20 años en la provincia central de Henan, y recién pudo regresar a la capital en los años 1990.
Nacido en 1948, la víspera de la llegada al poder de los comunistas, Jin alcanzó a conocer bien a su tío Pu Yi, el último emperador, ya sobre el fin de su vida.
Entronizado en 1908, cuando aún no había cumplido los tres años, Pu Yi abdica como consecuencia de la revolución de 1911. Tras la invasión japonesa, ejerce de emperador marioneta en Manchuria (noreste) por cuenta de Tokio en los años 1930, para luego ser detenido por los soviéticos en 1945 y ser encarcelado en China.
 

- En uniforme de presidiario -

 
Jin Yulan recuerda aquella cena del invierno de 1959 en torno a su tío recién liberado, una comida que dio lugar a "la mayor reunión familiar desde la caída de la dinastía Qing", la última en ocupar el trono celeste.
"Pu Yi me estrechó la mano, él era muy amable. Era la primera vez que lo veía. Vestía aún el uniforme en algodón negro que portaba en la prisión. Acababa de quitarse la matrícula identificatoria", comenta. 
El último emperador, empleado luego como simple jardinero por los comunistas, morirá a causa de un cáncer en 1967.
Apasionado por la caligrafía, Jin Yulan comenzó desde muy joven a coleccionar obras de arte, encontrando a veces en casas de compra-venta algunas que habrían podido pertenecer a su familia.
Los recuerdos familiares son, por supuesto, lo que más atrae las miradas de la discreta exposición instalada en la residencia del escritor Guo Moruo, en Pekín. Entre ellos un caleidoscopio obsequiado por el emperador Guillermo II de Alemania en 1901. Jin Yulan había logrado llevárselo al medio del campo escondido en el fondo de una valija ante las narices de los Guardias rojos.
 

- Lazos sentimentales -

 
Una foto, tomada a fines de los años 1920, muestra a Pu Yi rodeado de todos sus hermanos. "El niño sentado en el suelo, es mi padre", explica Jin respecto al medio hermano de Pu Yi, muerto el año pasado, a la edad de 96. Era el último sobreviviente de esa generación.
"Yo no siento nostalgia", afirma, sin embargo, el descendiente de emperadores. "No conocí la vida de la corte, no sé si era calma, ni si la comida era suculenta. Pero siento un lazo con mis ancestros y esa relación durará siempre", afirma.
Actualmente, los Jin ya no esconden su origen ilustre, en tanto los chinos demuestran un mayor interés por conocer su pasado.
"La gente se interesa cada vez más en la historia. Es algo positivo", se congratula. "La dinastía está muerta pero puede ser analizada de una manera objetiva y pienso que la mayoría de la gente tiene buena disposición respecto a la familia imperial", reflexiona.  
Fue necesario llegar hasta 1980 para que se le rindiese un primer homenaje fúnebre al último emperador, recuerda el historiador Wang Qingxiang, autor de una sesentena de obras sobre los Qing. ¿El veredicto oficial del régimen? Pu Yi cometió errores pero los reconoció al final de su vida, resume.
No obstante, el poder mantiene cierta desconfianza. Wang señala que desde 2010 hay que esperar cuatro meses antes de poder publicar una obra dedicada a las grandes figuras históricas como Pu Yi, el plazo necesario para obtener la venia de las autoridades.
Jin ya no pone sus pies en la Ciudad prohibida, el palacio de sus ancestros. "Desde hace 30 años no he regresado. Pienso que hacerlo no vale el precio de la entrada", argumenta.
Martes, 25 de Octubre 2016
AFP (Agencia France-Presse)
           


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