La placa arrancada


Beirut, Líbano. - La memoria del general Charles de Gaulle esta viva en Beirut. La desaparición de la placa colgada del dintel de la puerta de hierro en la vetusta casa que habitó –“Aquí vivió De Gaulle 1929-1932”- de calle Chuf antes Tadmor o Palmira, ha provocado un revuelo de indignación en diarios y redes sociales.



Incluso  el  dirigente  druso  Walid  Jumblat  se escandalizó  en un  tuit  de que    “murciélagos de  noche , a sueldo de    empresas  inmobiliarias,  arrancasen la placa del edificio”.   En su primer  piso   vivió plácidamente de  Gaulle   con  su  mujer Yvone,  su hijo Philipe  y sus  hijas  Elisabeth  y  Aana,  durante su misión en el Estado mayor  de las  tropas  del Levante. Era  un piso con un salón  de  columnas al estilo libanés  abierto  a una  amplia  terraza,  un  gran comedor,   tres  dormitorios  y un espacioso cuarto de  baño. Cundió el rumor  de que  la  vivienda  había sido vendida     para  edificar  uno de los  inmuebles   que   brotan   en  todos  los  barrios de Beirut, en esta  fiebre  que se  extiende  por  todas partes, aunque  después  sea difícil  vender  o alquilar  las  nuevas  viviendas.  El alcalde  y  el mohafez  o  gobernador  de la capital  desmintieron    que  se  hubiese  concedido  ninguna   licencia de obras.
En  1984,   en plena  guerra de los quince  años,  fue  arrancada  también  la placa  de la  fachada, restablecida   en  una posterior  ceremonia oficial  con diplomáticos  franceses  y autoridades  locales. La  propietaria del edificio   había  velado   para  evitar  su ocupación   por  alguna   banda  de milicianos   que  se apoderaban, en  un abrir  y cerrar  de ojos,  de  viviendas  de  Beirut.
De Gaulle   fue  destinado  durante el Mandato francés del Líbano de  1920 a 1943  en aplicación de  los acuerdos de  Sykes Picot   que configuraron los nuevos  estados árabes  sobre  los despojos  del Imperio otomano.  En su estancia efectuó varias misiones  militares, pronunció conferencias, escribió una historia  sobre “Las  tropas  del levante de  1916 a 1933”  y otros textos  que incluyó en su posterior  libro “Le  fil de lepee”. En  una de sus mas evocadas conferencias instó a la  juventud  libanesa  a  construir  un Estado. “Es  el único  lugar  del mundo  donde  el Islam y el Cristianismo  –dijo-  han conseguido   una  convivencia  que propician  sus  instituciones  políticas. Para  el  futuro  de  las  relaciones   de  civilizaciones del Mediterráneo,  es un precedente ejemplar”.
Los  libaneses sintieron  una  gran devoción   por  De  Gaulle.  Recuerdan, a menudo,   algunas  de  sus  frases como  “Voy  a un  Oriente  complicado  con ideas  simples” o “Hacer  política  en El Líbano  es  como pisar  huevos”.
En 1941   volvió  a  Beirut   para  establecer la autoridad de la  ‘France  libre’ durante los combates con  los partidarios del régimen de  Vichy  y del nazismo, en medio de  intrigas  políticas  británicas en Oriente  Medio. Pero  fue  sobre  todo  durante  su  gobierno cuando condeno a  Israel por la guerra de  1967  con los países árabes, y cuando en  1968 ordenó  el embargo de  todas  las  armas destinadas al Estado judío tras su  bombardeo  al aeropuerto  de  Beirut  en el que  fueron destruidos   todos   los  aviones   de la compañía  nacional aérea, en represalia por un atentado palestino contra un avión en el aeropuerto de  Atenas, que  alcanzó una  gran popularidad.
Estaba en Beirut en la muerte de De Gaulle en noviembre  del  1970.   El  gobierno libanés   declaro  tres  días  de  luto  nacional,  toda la prensa  elogió su política- “De  Gaulle es como  Nasser”, “Es  el único estadista de Occidente  que defiende  a los árabes”-. Las  librerías  expusieron sus  obras  en los escaparates., y una  delegación  acudió a su entierro en Colombet  les  Deux Eglises, con un plantel de cedros  para  sus sepultura.
Hay  una notable  bibliografía  sobre  el general en Beirut  del exembajador Jean Pierre Lafon, de  France D Harcourt, o del prolífico  novelista y promotor  de la  francofonía, Alexander  Najar.  A  veces  durante la  guerra civil   era  frecuente escuchar  exclamaciones  como “¡Ay!  Si viviese  De  Gaulle, protegería al Líbano”. “Mientras  este en el  gobierno -relata  en sus memorias el  exembajador  Camille Aboussuan- no permitiré  que nadie   haga  daño al Libano”.
Las imágenes difundidas por internet de la desaparición de la  placa  conmemorativa,  han  sido  como  un ultraje a su memoria.

Tomás Alcoverro
Miércoles, 9 de Marzo 2016
La Vanguardia, Barcelona, España
           


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