Estas conversaciones, apadrinadas por Rusia e Irán, aliados del régimen de Bashar al Asad, y por Turquía, que apoya a los rebeldes, empezaron el martes en esta ciudad que ya acogió unos meses antes dos encuentros similares.
Los emisarios de Rusia, Alexandre Lavrentiev, y del régimen de Damasco, Bashar al Jafari, denunciaron el boicot de los rebeldes como un obstáculo a los esfuerzos de paz.
"Quieren romper las negociaciones políticas. Hay fuerzas que insisten en una solución militar" al conflicto en Siria, que entra en su séptimo año, acusó Lavrentiev.
Por su parte, Jafari consideró que la ausencia de los rebeldes demostraba su "falta de respeto por el proceso [de acuerdo] en su conjunto".
Un portavoz de los rebeldes, Osama Abu Zeid, justificó el lunes el boicot de las negociaciones por "promesas incumplidas relacionadas con el cese de las hostilidades" en Siria.
Las anteriores negociaciones de Astaná se concentraron en reforzar la frágil tregua instaurada en diciembre entre las fuerzas de Asad y grupos rebeldes, pero amenazada por brotes de violencia recurrentes.
Alexandre Lavrentiev anunció un nuevo encuentro en Teherán los días 18 y 19 de abril, pero es poco probable que los rebeldes acepten acudir a las discusiones.
El gobierno sirio y los grupos de oposición están también invitados a una quinta ronda de negociaciones, bajo el auspicio de la ONU en Ginebra el 23 de marzo.