"La herida" (Destino) es la continuación de una historia que empezó con "El puñal", y si en este último quedaba al descubierto la trama de la narcopolítica, con personajes imaginarios profundamente reales, en la segunda aventura protagonizada por el agente de inteligencia Remil se habla de "la trastienda turbia del poder", señala Fernández Díaz (Buenos Aires, 1960) en Madrid, donde esta tarde presenta oficialmente el libro junto a su amigo Arturo Pérez-Reverte.
Para dar forma a la historia y a los personajes, Fernández Díaz tira de sus 35 años de periodista de trinchera, de política pero también de sucesos, de "crónica roja".
"Siempre me pareció que los periodistas podíamos contar el 20 por ciento de lo que sabíamos, porque el resto de lo que sabemos no lo podemos probar, por diferentes motivos, y a mí esa frontera siempre me pareció un gran aliciente para cruzar la línea con las armas de la ficción", explica en entrevista con dpa y un reducido grupo de medios.
"Cuando uno desnuda al poder de sus discursos bienintencionados encuentra una pulsión bastante carnívora, por la corrupción, por construir mafias alrededor del Estado, para sacar dinero negro para el financiamiento de los partidos políticos, para llenar los bolsillos de los dirigentes". Y lanza una sentencia que resume también la oscura fascinación que ejercen las historias de Remil: "La mafia política es una de las grandes heridas de la democracia".
En esta ocasión, Remil, un superviviente de la guerra de Malvinas entrenado como agente y ducho en todo tipo de trapicheos pero sobre todo en la supervivencia, pasa del Vaticano a la Patagonia, entre dos historias policiales. Una de ellas, la misteriosa desaparición de una monja "villera", que trabajaba en una villa miseria, como se llama a los barrios de chabolas en Argentina.
Y la otra, los esfuerzos de una maquiavélica operadora política por hacer subir la popularidad de un gobernador patagónico que podría hacer sombra al partido de Gobierno en el poder en Buenos Aires.
"Elegí la Patagonia como una especie de maqueta en pequeño para mostrar cómo funciona la construcción de las hegemonías, el populismo y la corrupción política (...) porque permite ver muy claramente en pequeño todo este entramado que no se ve en Madrid, en Buenos Aires, en Barcelona", señala Fernández Díaz, columnista del diario "La Nación" y miembro de la Academia Argentina de Letras.
Remil "es un héroe del siglo XXI, donde la novela de aventuras no es entre malos y buenos sino entre malos y peores", señala el autor. "He tomado la realidad, pero la he convertido como en una realidad paralela. Remil es un héroe de los Remiles, los Remiles son fans de mis libros...", sonríe mientras relata la anécdota del día en que un grupo de agentes de inteligencia entrenados en Estados Unidos y Europa quiso conocerlo, tras leer "El puñal".
"Todo les parecía que era verdad, las cosas que yo había imaginado les parecían reales", e incluso no le creyeron cuando les dijo que se había inventado uno de los episodios del libro, el robo por error de un camión con cocaína por parte de tres ladrones de poca monta. "¿Cómo lo supiste", le preguntaba uno insistentemente. "En la Argentina sólo lo sabíamos tres personas, ¿quién te lo contó?"
"Los historiadores tienen para esto un concepto que se llama imaginación histórica", explica Fernández Díaz. "Cuando alguien conoce mucho de un tema, puede rellenar los vacíos imposibles de la investigación histórica con imaginación controlada, autorizada, digamos".
Esa imaginación y las anécdotas escuchadas, leías o vividas -imposibles de contar de otra forma- integran la trama de "La herida", una saga que el escritor asegura que continuará, porque Remil es un personaje que se lo pide. "Todo lo que vas leyendo aquí, aunque te parezca mentira, o sucedió u ocurrió algo equivalente en la realidad, esa es la sensación de sabor a realidad que transmite el libro."
La clave del éxito de "La herida" -que vendió 80.000 ejemplares en 10 semanas en Argentina- es la vigencia de la novela negra, añade. "Creo que es la gran novela sociológica que da cuenta del presente. Es la gran novela periodística del presente. Si uno quiere saber qué pasa en Grecia puede leer a (Petros) Márkaris, y así sucede con muchos. Sucedía aquí con (Manuel) Vázquez Montalbán, que retrataba la España de aquella época".
Mientras tanto, trabaja también en el guión para la adaptación cinematográfica de "El puñal" e imagina que el actor Ricardo Darín podría encarnar a Remil. Tras el fracaso de varios autores en adaptar la novela, Fernández Díaz intenta conseguirlo sin saber si finalmente el proyecto llegará a materializarse.
Volviendo a los límites y el futuro del periodismo, Fernández Díaz opina que "sigue existiendo un lector que quiere tomarse un café a la mañana o una caña por la tarde e involucrarse en una historia muy bien contada o muy bien argumentada, no se trata sólo de narrar, sino de discutir argumentos, no sólo informar". Pero ese lector está abandonado y no se habla de él en los grandes congresos internacionales sobre el futuro de la prensa.
"El problema del periodismo hoy es cómo cobrar lo que todo el mundo cree que es gratis. Y yo creo que sólo se va a poder cobrar lo que tiene mucha calidad -sentencia-. No se va a poder vender 'fast food', sino comida de calidad."
Para dar forma a la historia y a los personajes, Fernández Díaz tira de sus 35 años de periodista de trinchera, de política pero también de sucesos, de "crónica roja".
"Siempre me pareció que los periodistas podíamos contar el 20 por ciento de lo que sabíamos, porque el resto de lo que sabemos no lo podemos probar, por diferentes motivos, y a mí esa frontera siempre me pareció un gran aliciente para cruzar la línea con las armas de la ficción", explica en entrevista con dpa y un reducido grupo de medios.
"Cuando uno desnuda al poder de sus discursos bienintencionados encuentra una pulsión bastante carnívora, por la corrupción, por construir mafias alrededor del Estado, para sacar dinero negro para el financiamiento de los partidos políticos, para llenar los bolsillos de los dirigentes". Y lanza una sentencia que resume también la oscura fascinación que ejercen las historias de Remil: "La mafia política es una de las grandes heridas de la democracia".
En esta ocasión, Remil, un superviviente de la guerra de Malvinas entrenado como agente y ducho en todo tipo de trapicheos pero sobre todo en la supervivencia, pasa del Vaticano a la Patagonia, entre dos historias policiales. Una de ellas, la misteriosa desaparición de una monja "villera", que trabajaba en una villa miseria, como se llama a los barrios de chabolas en Argentina.
Y la otra, los esfuerzos de una maquiavélica operadora política por hacer subir la popularidad de un gobernador patagónico que podría hacer sombra al partido de Gobierno en el poder en Buenos Aires.
"Elegí la Patagonia como una especie de maqueta en pequeño para mostrar cómo funciona la construcción de las hegemonías, el populismo y la corrupción política (...) porque permite ver muy claramente en pequeño todo este entramado que no se ve en Madrid, en Buenos Aires, en Barcelona", señala Fernández Díaz, columnista del diario "La Nación" y miembro de la Academia Argentina de Letras.
Remil "es un héroe del siglo XXI, donde la novela de aventuras no es entre malos y buenos sino entre malos y peores", señala el autor. "He tomado la realidad, pero la he convertido como en una realidad paralela. Remil es un héroe de los Remiles, los Remiles son fans de mis libros...", sonríe mientras relata la anécdota del día en que un grupo de agentes de inteligencia entrenados en Estados Unidos y Europa quiso conocerlo, tras leer "El puñal".
"Todo les parecía que era verdad, las cosas que yo había imaginado les parecían reales", e incluso no le creyeron cuando les dijo que se había inventado uno de los episodios del libro, el robo por error de un camión con cocaína por parte de tres ladrones de poca monta. "¿Cómo lo supiste", le preguntaba uno insistentemente. "En la Argentina sólo lo sabíamos tres personas, ¿quién te lo contó?"
"Los historiadores tienen para esto un concepto que se llama imaginación histórica", explica Fernández Díaz. "Cuando alguien conoce mucho de un tema, puede rellenar los vacíos imposibles de la investigación histórica con imaginación controlada, autorizada, digamos".
Esa imaginación y las anécdotas escuchadas, leías o vividas -imposibles de contar de otra forma- integran la trama de "La herida", una saga que el escritor asegura que continuará, porque Remil es un personaje que se lo pide. "Todo lo que vas leyendo aquí, aunque te parezca mentira, o sucedió u ocurrió algo equivalente en la realidad, esa es la sensación de sabor a realidad que transmite el libro."
La clave del éxito de "La herida" -que vendió 80.000 ejemplares en 10 semanas en Argentina- es la vigencia de la novela negra, añade. "Creo que es la gran novela sociológica que da cuenta del presente. Es la gran novela periodística del presente. Si uno quiere saber qué pasa en Grecia puede leer a (Petros) Márkaris, y así sucede con muchos. Sucedía aquí con (Manuel) Vázquez Montalbán, que retrataba la España de aquella época".
Mientras tanto, trabaja también en el guión para la adaptación cinematográfica de "El puñal" e imagina que el actor Ricardo Darín podría encarnar a Remil. Tras el fracaso de varios autores en adaptar la novela, Fernández Díaz intenta conseguirlo sin saber si finalmente el proyecto llegará a materializarse.
Volviendo a los límites y el futuro del periodismo, Fernández Díaz opina que "sigue existiendo un lector que quiere tomarse un café a la mañana o una caña por la tarde e involucrarse en una historia muy bien contada o muy bien argumentada, no se trata sólo de narrar, sino de discutir argumentos, no sólo informar". Pero ese lector está abandonado y no se habla de él en los grandes congresos internacionales sobre el futuro de la prensa.
"El problema del periodismo hoy es cómo cobrar lo que todo el mundo cree que es gratis. Y yo creo que sólo se va a poder cobrar lo que tiene mucha calidad -sentencia-. No se va a poder vender 'fast food', sino comida de calidad."