Porfirio Lobo
TEGUCIGALPA, Francisco Jara, (AFP) - Lobo, de 62 años, juró como presidente para un periodo de cuatro años en un acto efectuado en el Estadio Nacional, durante el que sancionó el decreto de amnistía política para los involucrados en el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 que depuso a Zelaya, aprobado el martes por el Congreso.
"Prometo ser fiel a la República y cumplir y hacer cumplir las leyes", declaró Lobo ante el flamante presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, amigo y correligionario en el Partido Nacional (derecha).
"Acabamos de salir de la peor crisis de nuestra historia (...) y hemos demostrado al mundo que somos un país amante de la libertad y de la paz", dijo Lobo, hijo de una rica familia de la oligarquía agraria de Olancho, en un discurso en el estadio lleno de gente.
"Seré presidente para todos, porque Honduras somos todos", agregó, tras agradecer la gestión del mediador en la crisis hondureña, el mandatario costarricense Oscar Arias.
Como había prometido tras ser elegido, Lobo designó un gobierno de unidad nacional en el que nombró a tres ex rivales en las elecciones del 29 de noviembre.
Uno de los primeros actos como presidente fue acompañar al mandatario depuesto Manuel Zelaya desde la embajada de Brasil hasta el aeropuerto de Toncontin.
Zelaya partió al exilio a República Dominicana en compañía del presidente dominicano Leonel Fernández. "Volveremos, volveremos", dijo escuetamente Zelaya a los periodistas momentos antes de abordar el avión, mientras unos 10.000 seguidores estaban congregados en torno al aeropuerto para despedirlo.
Más tarde al llegar a Santo Domingo aseguró que era "muy prematuro formular hipótesis" sobre su futuro político.
Con la asunción de Lobo se espera que Honduras vuelva a ser aceptada en el concierto de las naciones democráticas, del que fue aislada tras el golpe y el nombramiento de un gobierno de facto dirigido por Roberto Micheletti.
No obstante, a la toma de posesión asistió un reducido grupo de dignatarios extranjeros: el presidente dominicano Leonel Fernández (quien fue abucheado por parte del público por dar refugio a Zelaya), el panameño Ricardo Martinelli, el taiwanés Ma Ying-jeou y el vicepresidente colombiano Francisco Santos.
También acudió el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Arturo Valenzuela.
La Organización de Estados Americanos (OEA) anunció que enviará una misión al país para analizar su retorno al ente continental, del que fue suspendido luego del golpe, mientras el Banco Centroamericano de Integración Económica fue el primer organismo en informar que reanudará sus aportes a Honduras.
El conflicto hondureño no sólo polarizó al país, sino que enturbió las relaciones entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y los gobernantes latinoamericanos de izquierda, que se han resistido a reconocer las elecciones del 29 de noviembre en las que venció Lobo, del Partido Nacional (derecha), con una mayoría aplastante.
Zelaya, que dio un giro a la izquierda en su mandato, había convocado el 28 de junio una consulta popular cuyo fin último era reformar la Constitución, pese a la oposición de la justicia y el Congreso.
Precisamente, uno de los últimos actos de Micheletti como presidente de facto fue ratificar la retirada de Honduras de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) promovida por Venezuela, a la que Zelaya adhirió en agosto de 2008.
Micheletti, así como buena parte de la clase política, empresarios y periodistas acusaron a Zelaya de permitir la injerencia del presidente venezolano Hugo Chávez en los asuntos internos del país.
"Prometo ser fiel a la República y cumplir y hacer cumplir las leyes", declaró Lobo ante el flamante presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, amigo y correligionario en el Partido Nacional (derecha).
"Acabamos de salir de la peor crisis de nuestra historia (...) y hemos demostrado al mundo que somos un país amante de la libertad y de la paz", dijo Lobo, hijo de una rica familia de la oligarquía agraria de Olancho, en un discurso en el estadio lleno de gente.
"Seré presidente para todos, porque Honduras somos todos", agregó, tras agradecer la gestión del mediador en la crisis hondureña, el mandatario costarricense Oscar Arias.
Como había prometido tras ser elegido, Lobo designó un gobierno de unidad nacional en el que nombró a tres ex rivales en las elecciones del 29 de noviembre.
Uno de los primeros actos como presidente fue acompañar al mandatario depuesto Manuel Zelaya desde la embajada de Brasil hasta el aeropuerto de Toncontin.
Zelaya partió al exilio a República Dominicana en compañía del presidente dominicano Leonel Fernández. "Volveremos, volveremos", dijo escuetamente Zelaya a los periodistas momentos antes de abordar el avión, mientras unos 10.000 seguidores estaban congregados en torno al aeropuerto para despedirlo.
Más tarde al llegar a Santo Domingo aseguró que era "muy prematuro formular hipótesis" sobre su futuro político.
Con la asunción de Lobo se espera que Honduras vuelva a ser aceptada en el concierto de las naciones democráticas, del que fue aislada tras el golpe y el nombramiento de un gobierno de facto dirigido por Roberto Micheletti.
No obstante, a la toma de posesión asistió un reducido grupo de dignatarios extranjeros: el presidente dominicano Leonel Fernández (quien fue abucheado por parte del público por dar refugio a Zelaya), el panameño Ricardo Martinelli, el taiwanés Ma Ying-jeou y el vicepresidente colombiano Francisco Santos.
También acudió el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Arturo Valenzuela.
La Organización de Estados Americanos (OEA) anunció que enviará una misión al país para analizar su retorno al ente continental, del que fue suspendido luego del golpe, mientras el Banco Centroamericano de Integración Económica fue el primer organismo en informar que reanudará sus aportes a Honduras.
El conflicto hondureño no sólo polarizó al país, sino que enturbió las relaciones entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y los gobernantes latinoamericanos de izquierda, que se han resistido a reconocer las elecciones del 29 de noviembre en las que venció Lobo, del Partido Nacional (derecha), con una mayoría aplastante.
Zelaya, que dio un giro a la izquierda en su mandato, había convocado el 28 de junio una consulta popular cuyo fin último era reformar la Constitución, pese a la oposición de la justicia y el Congreso.
Precisamente, uno de los últimos actos de Micheletti como presidente de facto fue ratificar la retirada de Honduras de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) promovida por Venezuela, a la que Zelaya adhirió en agosto de 2008.
Micheletti, así como buena parte de la clase política, empresarios y periodistas acusaron a Zelaya de permitir la injerencia del presidente venezolano Hugo Chávez en los asuntos internos del país.