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Política
Yves Bonnet
Bonnet puso en duda la honestidad y credibilidad del Tribunal Especial para Líbano (TEL), encargado de investigar el asesinato. Él dijo que teniendo en cuenta los hechos pasados y su propia experiencia, podía afirmar que no existe ningún tribunal internacional independiente. “Todos los tribunales están politizados y sometidos a presiones de estados poderosos e influyentes.”
Bonnet estimó además que el TEL no posee ningún indicio criminal concreto que pueda dar lugar a decisiones y fallos.
Él añadió además que “en mi calidad de experto en seguridad, considero imposible saber quién mató a Hariri dado que los investigadores de la Comisión de Investigación Internacional estuvieron ausentes en los primeros cuatro días tras el asesinato. Los investigadores internacionales llegaron a la escena del crimen varias semanas después, lo que les privó de la posibilidad de hallar indicios sin manipular. Desde el punto de vista penal y de la seguridad, este tribunal no posee ningún indicio y cualquier acusación tendrá, sin duda, una base política.”
En lo que se refiere a los registros de las comunicaciones telefónicas, Bonnet señaló que ellos no tienen ningún valor “ni desde el punto de vista criminológico ni jurídico” y se preguntó dónde estaban dichos registros cuando Siria era la acusada.
Bonnet afirma que “se trata de ejecutar una nueva política norteamericana en la región que se apoya en las guerras civiles internas en lugar de en las guerras (llevadas a cabo por EEUU o Israel). EEUU e Israel consideran que Hezbollah es el principal obstáculo para la extensión de su influencia y eso es por lo que se ha suscitado la cuestión de los registros telefónicos”. Él vinculó además este tema a la infiltración israelí en las redes libanesas de telecomunicaciones. “Hay que ver cuál es la parte beneficiada por el crimen,” dijo Bonnet, que afirmó haber dicho a los miembros de la coalición del 14 de Marzo, sin ser escuchado, que Siria no podía ser la autora del crimen porque era la primera que iba a sufrir negativamente sus efectos.
“Más tarde, los hechos han venido a confirmar nuestro punto de vista y lo que dije entonces de Siria se aplica hoy en día a Hezbollah. ¿Por qué iba Hezbollah a matar a Hariri? ¿Para tener que cargar con la sociedad libanesa? ¿Para dar al mundo un motivo para combatir a la organización? Además, Rafiq Hariri, por muy importante e influyente que fuera políticamente, no era una amenaza para Hezbollah en el escenario libanés.”
Bonnet se pregunta por las razones por las cuales fue excluida la pista israelí a pesar de que, señala, “Israel posee una larga experiencia y una historia repleta de asesinatos políticos y, además, los israelíes disponen de la capacidad técnica y las redes de inteligencia para llevar a cabo esta operación.”
“Interrogado acerca de los procedimientos a seguir hoy en día, cinco años después del crimen, Bonnet aconseja, en ausencia de todo indicio creíble, “retomar el interrogatorio de Siddiq y los otros testigos cuyo testimonio ha demostrado ser falso y analizar cuál es la parte que tenía un interés auténtico en el asesinato de Rafiq Hariri en las circunstancias que la región vivía en 2005.”
Bonnet estimó además que el TEL no posee ningún indicio criminal concreto que pueda dar lugar a decisiones y fallos.
Él añadió además que “en mi calidad de experto en seguridad, considero imposible saber quién mató a Hariri dado que los investigadores de la Comisión de Investigación Internacional estuvieron ausentes en los primeros cuatro días tras el asesinato. Los investigadores internacionales llegaron a la escena del crimen varias semanas después, lo que les privó de la posibilidad de hallar indicios sin manipular. Desde el punto de vista penal y de la seguridad, este tribunal no posee ningún indicio y cualquier acusación tendrá, sin duda, una base política.”
En lo que se refiere a los registros de las comunicaciones telefónicas, Bonnet señaló que ellos no tienen ningún valor “ni desde el punto de vista criminológico ni jurídico” y se preguntó dónde estaban dichos registros cuando Siria era la acusada.
Bonnet afirma que “se trata de ejecutar una nueva política norteamericana en la región que se apoya en las guerras civiles internas en lugar de en las guerras (llevadas a cabo por EEUU o Israel). EEUU e Israel consideran que Hezbollah es el principal obstáculo para la extensión de su influencia y eso es por lo que se ha suscitado la cuestión de los registros telefónicos”. Él vinculó además este tema a la infiltración israelí en las redes libanesas de telecomunicaciones. “Hay que ver cuál es la parte beneficiada por el crimen,” dijo Bonnet, que afirmó haber dicho a los miembros de la coalición del 14 de Marzo, sin ser escuchado, que Siria no podía ser la autora del crimen porque era la primera que iba a sufrir negativamente sus efectos.
“Más tarde, los hechos han venido a confirmar nuestro punto de vista y lo que dije entonces de Siria se aplica hoy en día a Hezbollah. ¿Por qué iba Hezbollah a matar a Hariri? ¿Para tener que cargar con la sociedad libanesa? ¿Para dar al mundo un motivo para combatir a la organización? Además, Rafiq Hariri, por muy importante e influyente que fuera políticamente, no era una amenaza para Hezbollah en el escenario libanés.”
Bonnet se pregunta por las razones por las cuales fue excluida la pista israelí a pesar de que, señala, “Israel posee una larga experiencia y una historia repleta de asesinatos políticos y, además, los israelíes disponen de la capacidad técnica y las redes de inteligencia para llevar a cabo esta operación.”
“Interrogado acerca de los procedimientos a seguir hoy en día, cinco años después del crimen, Bonnet aconseja, en ausencia de todo indicio creíble, “retomar el interrogatorio de Siddiq y los otros testigos cuyo testimonio ha demostrado ser falso y analizar cuál es la parte que tenía un interés auténtico en el asesinato de Rafiq Hariri en las circunstancias que la región vivía en 2005.”
