El patriarca de los maronitas-en Líbano-y cardenal Beshara Butros Rai
Los dos únicos cardenales árabes que asistirán al cónclave son el patriarca maronita libanés monseñor Beshara Butros Rai y monseñor Antonio Naguib, patriarca de los coptos católicos de Egipto, una escisión de su iglesia copta ortodoxa.
Son los jefes de comunidades que acatan la autoridad del Obispo de Roma pero mantienen su identidad de iglesias orientales. Los católicos latinos son una pequeña minoría entre los cristianos de ritos ortodoxos en Oriente Medio que no cuentan con ningún príncipe de la Iglesia.
El patriarca latino, cuya sede está en el barrio cristiano del amurallado Jerusalén cerca de la puerta de Jafa, no goza del reconocimiento de cardenal. Es elegido directamente por el Papa y no por los sínodos de las diversas iglesias orientales que conservan celosamente su jerarquía, su liturgia, sus cánones y costumbres. Desde 1987 el patriarca latino de Jerusalén es palestino. Primero fue monseñor Sabagh, al que entrevisté varias veces, ahora monseñor Fuad Tawil, nombrado en 2008.
Pese a la modestia numérica de la iglesia latina en Oriente Medio, su influencia es importante por sus establecimientos escolares, hospitalarios benéficos y gracias a la existencia del Vaticano, único estado soberano gobernado por una iglesia cristiana.
Monseñor Bechara Butros Rai, 71 años, obispo de la milenaria Biblos, fue elegido patriarca por el sínodo maronita el pasado año, y el 24 de octubre del 2012, creado cardenal, tras el último viaje del pontificado de Benedicto XVI al Líbano. Sus predecesores, los patriarcas Mauchi y Sfeir también alcanzaron la dignidad cardenalicia, pero nunca asistieron a ningún cónclave.
Desde el principio de su misión monseñor Rai se ha comprometido en la defensa de la amenazada minoría cristiana de Siria, asistiendo, por ejemplo, a la reciente entronización del patriarca griego ortodoxo de Antioquia y de todo el Oriente. Su viaje fue muy polémico entre los maronitas libaneses. San Maron, que en el siglo XV fundó esta iglesia, era oriundo del valle del Orontes, en el norte de Siria.
Desde 1584 los maronitas tienen en Oma un famoso colegio en el que la elite de su jerarquía eclesiástica recibe educación religiosa, académica, científica con el propósito además de estrechar las relaciones con la Santa Sede. A partir del siglo XII se iniciaron sus primeros vínculos y en el siglo XVIII se adhirieron a la iglesia católica conservando sus peculiaridades, sus ritos en siriaco y en árabe. La república libanesa, configurada al principio a imagen y semejanza de los maronitas, tiene su embajada junto a las murallas vaticanas.
La secretaria del cardenal Rai ha intervenido discretamente a fin de poner término a una campaña en las redes sociales libanesas en favor de su candidatura a la Cátedra de San Pedro. En algunos barrios cristianos de esta capital aparecieron pancartas postulando su elección.
“El único patriarca que fue papable -me recordaba el profesor Antoine Khater, especialista en la historia de la iglesia maronita- fue en la década de los cincuenta el patriarca y cardenal de los armenios católicos Aganajian. En Roma se busca un Papa que represente iglesias católicas de peso”.
Los griego catolicos o melquitas, los siriacos católicos, los caldeos católicos, cuya sede patriarcal está en Bagdad, y sigue ostentando el nombre de Patriarca de Babilonia, los armenios católicos, constituyen con los latinos, la comunidad de las iglesias católicas del Oriente. A menudo sus relaciones han sido ambiguas y abruptas. La latinización emprendida hace siglos por el Vaticano ha provocado resquemores por sus anhelos de dominio y uniformización.
Tomás Alcoverro
Son los jefes de comunidades que acatan la autoridad del Obispo de Roma pero mantienen su identidad de iglesias orientales. Los católicos latinos son una pequeña minoría entre los cristianos de ritos ortodoxos en Oriente Medio que no cuentan con ningún príncipe de la Iglesia.
El patriarca latino, cuya sede está en el barrio cristiano del amurallado Jerusalén cerca de la puerta de Jafa, no goza del reconocimiento de cardenal. Es elegido directamente por el Papa y no por los sínodos de las diversas iglesias orientales que conservan celosamente su jerarquía, su liturgia, sus cánones y costumbres. Desde 1987 el patriarca latino de Jerusalén es palestino. Primero fue monseñor Sabagh, al que entrevisté varias veces, ahora monseñor Fuad Tawil, nombrado en 2008.
Pese a la modestia numérica de la iglesia latina en Oriente Medio, su influencia es importante por sus establecimientos escolares, hospitalarios benéficos y gracias a la existencia del Vaticano, único estado soberano gobernado por una iglesia cristiana.
Monseñor Bechara Butros Rai, 71 años, obispo de la milenaria Biblos, fue elegido patriarca por el sínodo maronita el pasado año, y el 24 de octubre del 2012, creado cardenal, tras el último viaje del pontificado de Benedicto XVI al Líbano. Sus predecesores, los patriarcas Mauchi y Sfeir también alcanzaron la dignidad cardenalicia, pero nunca asistieron a ningún cónclave.
Desde el principio de su misión monseñor Rai se ha comprometido en la defensa de la amenazada minoría cristiana de Siria, asistiendo, por ejemplo, a la reciente entronización del patriarca griego ortodoxo de Antioquia y de todo el Oriente. Su viaje fue muy polémico entre los maronitas libaneses. San Maron, que en el siglo XV fundó esta iglesia, era oriundo del valle del Orontes, en el norte de Siria.
Desde 1584 los maronitas tienen en Oma un famoso colegio en el que la elite de su jerarquía eclesiástica recibe educación religiosa, académica, científica con el propósito además de estrechar las relaciones con la Santa Sede. A partir del siglo XII se iniciaron sus primeros vínculos y en el siglo XVIII se adhirieron a la iglesia católica conservando sus peculiaridades, sus ritos en siriaco y en árabe. La república libanesa, configurada al principio a imagen y semejanza de los maronitas, tiene su embajada junto a las murallas vaticanas.
La secretaria del cardenal Rai ha intervenido discretamente a fin de poner término a una campaña en las redes sociales libanesas en favor de su candidatura a la Cátedra de San Pedro. En algunos barrios cristianos de esta capital aparecieron pancartas postulando su elección.
“El único patriarca que fue papable -me recordaba el profesor Antoine Khater, especialista en la historia de la iglesia maronita- fue en la década de los cincuenta el patriarca y cardenal de los armenios católicos Aganajian. En Roma se busca un Papa que represente iglesias católicas de peso”.
Los griego catolicos o melquitas, los siriacos católicos, los caldeos católicos, cuya sede patriarcal está en Bagdad, y sigue ostentando el nombre de Patriarca de Babilonia, los armenios católicos, constituyen con los latinos, la comunidad de las iglesias católicas del Oriente. A menudo sus relaciones han sido ambiguas y abruptas. La latinización emprendida hace siglos por el Vaticano ha provocado resquemores por sus anhelos de dominio y uniformización.
Tomás Alcoverro