Cristianos en una iglesia, en Gaza
GAZA, Haro Chakmakjian, (AFP) - "A cada instante estamos en la cuerda floja. Debemos estar en alerta permanente", explica el arzobispo greco-ortodoxo Alexios, tras una misa con un centenar de fieles en la bella iglesia de San Porfirio, en la ciudad de Gaza.
"Nuestras relaciones con los dirigentes de Hamas son buenas. La tolerancia sirve a los dos campos", subraya el prelado, que participa con frecuencia en reuniones con el movimiento islamista que gobierna Gaza desde mediados de 2007.
Después de una serie de incidentes violentos en 2007 y 2008, durante los cuales un librero de la iglesia bautista murió y varios lugares de culto fueron incendiados, "nos preguntaron si teníamos necesidad de guardias para la iglesia", indicó el arzobispo.
"Les respondimos que nosotros nos sentíamos en seguridad y que no necesitábamos guardias", agregó Alexios, que dirige una comunidad de 2.500 fieles, sobre un total de 3.000 cristianos que viven en la franja de Gaza (1,5 millón de habitantes).
De nacionalidad griega, oriundo del Peloponeso, el arzobispo Alexios vive desde hace más de 40 años en Tierra Santa y oficia en Gaza desde hace 9 años, donde celebra la mayor parte de sus misas en árabe.
Gracias a su salvoconducto de "VIP", puede introducir en el territorio el vino de comunión -el alcohol es estrictamente prohibido por Hamas en Gaza-, las velas y las biblias necesarias para su sacerdocio.
Incluso ha podido dar instrucciones a las mujeres de su comunidad para que no lleven el pañuelo islámico, ni en la escuela ni en la calle.
Pero tiene que estar atento a no cruzar la línea roja. Por ejemplo, no puede alentar las conversiones, para evitar ser acusado de proselitismo, considerado como un crimen en los países musulmanes.
El Hamas reitera que impulsa una política de tolerancia con respecto a la minoría religiosa.
Sin embargo, la población cristiana de Gaza, como otras comunidades hermanas en Medio Oriente, se reduce poco a poco. La principal causa es el desempleo, que afecta a cuatro de cada diez habitantes de Gaza.
En la época de la Palestina del Mandato británico (1917-1948), que terminó con la creación del Estado de Israel, los cristianos de Gaza, de raíces bizantinas, formaban una comunidad próspera.
La mayoría partió a Australia, Estados Unidos, Suecia y otros países, para unirse a sus allegados ya en el exilio.
"Espero que nosotros podamos partir, por el bien de mis hijos, para darles un futuro. Aquí no hay trabajo", se lamenta Jildah Jaber, de 52 años, un maestro en una escuela cristiana.
"Todo se está derrumbando, y nosotros todavía estamos aquí, jugando al camaleón para adaptarnos al color correcto", dice.
En su reciente sermón de Pascua, el padre Manuel Musalam, un sacerdote católico de Gaza, lamentó que el bloqueo israelí impidiera a cristianos y musulmanes rezar en sus santos lugares, pese a lo cercanos que están.
"Cada piedra del 'Muro del Apartheid' (nombre dado por los palestinos a la barrera de seguridad que Israel erige en Cisjordania, NDLR), cada túnel abierto bajo la mezquita de Al Aqsa (en Jerusalén) y cada casa destruida por Israel sólo alentarán la resistencia y la amargura", dijo.
"Nuestras relaciones con los dirigentes de Hamas son buenas. La tolerancia sirve a los dos campos", subraya el prelado, que participa con frecuencia en reuniones con el movimiento islamista que gobierna Gaza desde mediados de 2007.
Después de una serie de incidentes violentos en 2007 y 2008, durante los cuales un librero de la iglesia bautista murió y varios lugares de culto fueron incendiados, "nos preguntaron si teníamos necesidad de guardias para la iglesia", indicó el arzobispo.
"Les respondimos que nosotros nos sentíamos en seguridad y que no necesitábamos guardias", agregó Alexios, que dirige una comunidad de 2.500 fieles, sobre un total de 3.000 cristianos que viven en la franja de Gaza (1,5 millón de habitantes).
De nacionalidad griega, oriundo del Peloponeso, el arzobispo Alexios vive desde hace más de 40 años en Tierra Santa y oficia en Gaza desde hace 9 años, donde celebra la mayor parte de sus misas en árabe.
Gracias a su salvoconducto de "VIP", puede introducir en el territorio el vino de comunión -el alcohol es estrictamente prohibido por Hamas en Gaza-, las velas y las biblias necesarias para su sacerdocio.
Incluso ha podido dar instrucciones a las mujeres de su comunidad para que no lleven el pañuelo islámico, ni en la escuela ni en la calle.
Pero tiene que estar atento a no cruzar la línea roja. Por ejemplo, no puede alentar las conversiones, para evitar ser acusado de proselitismo, considerado como un crimen en los países musulmanes.
El Hamas reitera que impulsa una política de tolerancia con respecto a la minoría religiosa.
Sin embargo, la población cristiana de Gaza, como otras comunidades hermanas en Medio Oriente, se reduce poco a poco. La principal causa es el desempleo, que afecta a cuatro de cada diez habitantes de Gaza.
En la época de la Palestina del Mandato británico (1917-1948), que terminó con la creación del Estado de Israel, los cristianos de Gaza, de raíces bizantinas, formaban una comunidad próspera.
La mayoría partió a Australia, Estados Unidos, Suecia y otros países, para unirse a sus allegados ya en el exilio.
"Espero que nosotros podamos partir, por el bien de mis hijos, para darles un futuro. Aquí no hay trabajo", se lamenta Jildah Jaber, de 52 años, un maestro en una escuela cristiana.
"Todo se está derrumbando, y nosotros todavía estamos aquí, jugando al camaleón para adaptarnos al color correcto", dice.
En su reciente sermón de Pascua, el padre Manuel Musalam, un sacerdote católico de Gaza, lamentó que el bloqueo israelí impidiera a cristianos y musulmanes rezar en sus santos lugares, pese a lo cercanos que están.
"Cada piedra del 'Muro del Apartheid' (nombre dado por los palestinos a la barrera de seguridad que Israel erige en Cisjordania, NDLR), cada túnel abierto bajo la mezquita de Al Aqsa (en Jerusalén) y cada casa destruida por Israel sólo alentarán la resistencia y la amargura", dijo.