"En nuestro barrio, el alto el fuego no se ha respetado nunca. Hay disparos todo el tiempo, más o menos fuertes. Ayer por la noche, parecían producirse lejos de nuestra casa, luego se fueron acercando. Hacia las 21H00, un obús cayó sobre nuestro tejado y todo ardió muy deprisa", cuenta esta profesora jubilada de 60 años.
Con lágrimas en los ojos, Maria explica que tanto ella como su marido pudieron escapar sanos y salvos, pero que todas sus pertenencias se quemaron en el incendio. "No pudimos salvar nada. Ya no podemos vivir aquí", lamenta, mientras muestra el interior de su vivienda arrasada, donde persiste un fuerte olor a quemado.
"Unos amigos se han ofrecido a alojarnos en su casa", se consuela.
- Disparos cotidianos -
La casa se encuentra en la calle Velozavodskaia, cerca de la estación de trenes y del aeropuerto de Donetsk, una zona donde los disparos y bombardeos se producen de forma cotidiana entre los rebeldes prorrusos y las fuerzas de Kiev, emplazadas a pocos kilómetros. El alto el fuego, acordado en febrero y respetado globalmente en el resto de la línea del frente, hace una excepción aquí.
El lunes por la mañana, una docena de vecinos ayudaban a desescombrar a la pareja, entre vigas calcinadas y una cama convertida en un amasijo de hierros, mientras varios inspectores de la OSCE examinaban el lugar.
"Los bomberos llegaron muy rápido, pero necesitaron cuatro horas para apagar el incendio. Trabajaron mientras los bombardeos continuaban. Según ellos, nuestra casa ha sido destruida por un obús incendiario", continua Maria Gladtchenko.
"La primera vez, en noviembre, ya cayó un obús en nuestra casa. Después, el 11 de noviembre, otro llegó hasta nuestro jardín", asegura.
Las paredes de su vivienda y de las casas vecinas están grabadas a metralla, y las ventanas rotas han sido remplazadas por cartones y plásticos.
La intensidad de los disparos, sobre todo por la noche, ha aumentado en los últimos días en Donetsk, según han podido constatar periodistas de la AFP en el terreno. En la noche del domingo al lunes pudieron escucharse disparos de artillería hasta la medianoche.
Viktor Tsolodobnikov, ingeniero retirado de 70 años, ha llegado para ver los daños provocados en la casa de su vecina: "El alto el fuego... ¡nos cuesta creérnoslo! Los disparos jamás se han detenido aquí, y en los últimos días son más intensos que de costumbre", afirma.
"Tras meses de bombardeos en nuestro barrio, al menos hemos aprendido algo: ahora sabemos distinguir entre disparos de cañón, de tanque y de misiles Grad. En algún momento nos será útil", ironiza este jubilado que, como buena parte de los habitantes de Donetsk, teme que los combates se reanuden después de la Pascua ortodoxa, el próximo 12 de abril.