Esta medida busca consolidar el poder de los rebeldes, que expulsaron de Saná al gobierno reconocido por la comunidad internacional y rechazan la resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU, que les insta a retirarse de la capital yemení y a entregar las armas pesadas.
Los hutíes y los simpatizantes del expresidente habían anunciado el 28 de julio la creación de este consejo, formado por diez miembros (cinco de cada bando), una iniciativa denunciada por el poder como un nuevo golpe para los difíciles diálogos de paz.
El mediador de la ONU, Ismail Uld Sheij Ahmed, consideró entonces que esta medida "contravenía" el compromiso de los rebeldes en el proceso de paz y constituía "una grave violación" de la resolución 2216 para la paz en Yemen.
El gobierno yemení decretó, por su parte, el fin de los diálogos de paz, que no avanzaron en ningún sentido desde que comenzaran el 21 de abril en Kuwait. Se esperaba que el emisario de la ONU hiciera lo propio el sábado.
El inicio del conflicto en Yemen se remonta a septiembre de 201, cuando los rebeldes hutíes entraron en Saná, y ha costado la vida a más de 6.400 personas, mientras que 2,8 millones han tenido que abandonar sus hogares.
Los rebeldes controlan Saná y buena parte del norte, a pesar de la intervención militar de una coalición liderada por Arabia Saudí para expulsarlos.
Los hutíes han penetrado 10 kilómetros en territorio saudí en los últimos tres días, en la provincia de Jizan.