Cristianos franceses protestan contra la obra de teatro.
Mientras integristas musulmanes inundan las redes sociales, denunciando a Charlie Hebdo, cuya oficina fue incendiada la semana pasada tras mofarse de Mahoma y de la ley musulmana, los ultracatólicos manifiestan su ira frente al teatro donde se representa "Sobre el concepto del rostro del hijo de Dios".
Los fundamentalistas cristianos afirman que esa obra del italiano Romeo Castellucci contiene escenas "blasfemas", como una en la que supuestamente se embadurna con heces el rostro de Jesucristo, lo que ha sido desmentido, en vano, por el autor y por el teatro.
Es "completamente falso que en el espectáculo se embadurne el rostro de Cristo con excrementos. Considero esa idea horrible", afirmó el autor.
Pero las protestas son cada día más iracundas frente al Thêatre de la Ville, donde cientos de personas agitan todas las noches iconografías religiosas y tratan de interrumpir la representación de la pieza lanzando bombas fétidas, intentando impedir la entrada, e incluso saltando al escenario.
"Los nuevos inquisidores", tituló un artículo de opinión de la ensayista Caroline Fourest, publicado en el diario Le Monde, que afirma que los seguidores de Cristo que atacan teatros y cines son "gemelos" de los integristas musulmanes que atacan un diario.
Al mismo tiempo, el director del Thêatre du Rond Point, Jean Michel Ribes, se prepara para fuertes protestas de organizaciones cristianas contra la pieza "Gólgota picnic", del argentino-español Rodrigo García, que se estrena el próximo 8 de diciembre en ese teatro en los Campos Elíseos.
Ribes advirtió que recibe amenazas cotidianas por esa obra, que es una reflexión crítica sobre diferentes episodios de la Biblia. "Vamos a ser el próximo blanco" de los integristas, advirtió Ribes.
¿La quema de los despachos de Charlie Hebdo y las protestas de organizaciones como el Instituto Civitas, France Action Jeunesse y Action français, que proclaman el carácter católico de Francia, apuntan a un conflicto de civilizaciones?", preguntó la AFP al sociólogo Odon Vallet.
"El endurecimiento que se está viviendo en Francia en torno al fenómeno religioso tiene que ver con la inmigración, y también con la profunda crisis económica y social", explicó.
"Esta creciente crispación en torno a los temas religiosos se debe a que antes la población en Francia era católica, o no creyente, en cuanto que ahora coexisten religiones distintas, lo que plantea el problema de la convivencia de creencias", observó.
"Y muchos en Francia, y en Europa, piensan que los inmigrantes deben respetar la tradición cristiana del país en que viven. Por eso se oponen por ejemplo al uso del velo", explicó Vallet.
El experto subrayó que los temas religiosos se han vuelto aún más delicados, y hasta explosivos, debido a la crisis económica y social, que "propicia las fobias, que son una mezcla de miedo y odio".
"Cuando los valores materiales están en crisis, la gente se refugia en los valores espirituales, como la religión", dijo.
Señalando que la población musulmana en Europa es una de las más afectadas por el desempleo, la marginación y el racismo, Vallet indicó que es por eso que "sienten que un ataque al profeta es un ataque contra ellos".
"Y al mismo tiempo, los cristianos en Europa tienen cada vez más la sensación de que son una minoría poco respetada".
Además, esto se da en un contexto en el que no prevalece un clima de diálogo, "como hace 30 años, en la época de Juan Pablo II", sino la búsqueda de identidad. "No la búsqueda de lo que nos aproxima, sino de lo que nos diferencia", destacó.
El historiador de cultura y medios de comunicación Christian Delporte coincidió en que se registra en Francia un aumento "inquietante" de una "crispación general en torno a temas religiosos" y de una "búsqueda de identidad que puede llevar a algunos a desear "un choque de civilizaciones".
Antes, la intolerancia religiosa era más bien producto de los integristas cristianos, dijo, recordando el incendio de 1988 de un cine parisino que proyectaba "La última tentación de Cristo" de Martin Scorsese. "Lo nuevo ahora es que esa crispación religiosa es generalizada", destacó.
Para Caroline Fourest, los "nuevos inquisidores" plantean "un riesgo muy serio a la democracia y al debate de ideas", sobre todo porque "los soldados integristas" de ambos campos usan Internet y las redes sociales para sus fines de censura.
Además, "no sólo no sienten ningún respeto por la libertad de pensar y de crear, sino que no tienen ningún (sentido del) humor", afirmó Fourest.
"Analfabetos del (sentido del) humor, son incapaces de diferenciar entre la crítica de identidades (ser musulmán o católico) y la crítica de ideas (la religión o sus abusos)", concluyó.
Los fundamentalistas cristianos afirman que esa obra del italiano Romeo Castellucci contiene escenas "blasfemas", como una en la que supuestamente se embadurna con heces el rostro de Jesucristo, lo que ha sido desmentido, en vano, por el autor y por el teatro.
Es "completamente falso que en el espectáculo se embadurne el rostro de Cristo con excrementos. Considero esa idea horrible", afirmó el autor.
Pero las protestas son cada día más iracundas frente al Thêatre de la Ville, donde cientos de personas agitan todas las noches iconografías religiosas y tratan de interrumpir la representación de la pieza lanzando bombas fétidas, intentando impedir la entrada, e incluso saltando al escenario.
"Los nuevos inquisidores", tituló un artículo de opinión de la ensayista Caroline Fourest, publicado en el diario Le Monde, que afirma que los seguidores de Cristo que atacan teatros y cines son "gemelos" de los integristas musulmanes que atacan un diario.
Al mismo tiempo, el director del Thêatre du Rond Point, Jean Michel Ribes, se prepara para fuertes protestas de organizaciones cristianas contra la pieza "Gólgota picnic", del argentino-español Rodrigo García, que se estrena el próximo 8 de diciembre en ese teatro en los Campos Elíseos.
Ribes advirtió que recibe amenazas cotidianas por esa obra, que es una reflexión crítica sobre diferentes episodios de la Biblia. "Vamos a ser el próximo blanco" de los integristas, advirtió Ribes.
¿La quema de los despachos de Charlie Hebdo y las protestas de organizaciones como el Instituto Civitas, France Action Jeunesse y Action français, que proclaman el carácter católico de Francia, apuntan a un conflicto de civilizaciones?", preguntó la AFP al sociólogo Odon Vallet.
"El endurecimiento que se está viviendo en Francia en torno al fenómeno religioso tiene que ver con la inmigración, y también con la profunda crisis económica y social", explicó.
"Esta creciente crispación en torno a los temas religiosos se debe a que antes la población en Francia era católica, o no creyente, en cuanto que ahora coexisten religiones distintas, lo que plantea el problema de la convivencia de creencias", observó.
"Y muchos en Francia, y en Europa, piensan que los inmigrantes deben respetar la tradición cristiana del país en que viven. Por eso se oponen por ejemplo al uso del velo", explicó Vallet.
El experto subrayó que los temas religiosos se han vuelto aún más delicados, y hasta explosivos, debido a la crisis económica y social, que "propicia las fobias, que son una mezcla de miedo y odio".
"Cuando los valores materiales están en crisis, la gente se refugia en los valores espirituales, como la religión", dijo.
Señalando que la población musulmana en Europa es una de las más afectadas por el desempleo, la marginación y el racismo, Vallet indicó que es por eso que "sienten que un ataque al profeta es un ataque contra ellos".
"Y al mismo tiempo, los cristianos en Europa tienen cada vez más la sensación de que son una minoría poco respetada".
Además, esto se da en un contexto en el que no prevalece un clima de diálogo, "como hace 30 años, en la época de Juan Pablo II", sino la búsqueda de identidad. "No la búsqueda de lo que nos aproxima, sino de lo que nos diferencia", destacó.
El historiador de cultura y medios de comunicación Christian Delporte coincidió en que se registra en Francia un aumento "inquietante" de una "crispación general en torno a temas religiosos" y de una "búsqueda de identidad que puede llevar a algunos a desear "un choque de civilizaciones".
Antes, la intolerancia religiosa era más bien producto de los integristas cristianos, dijo, recordando el incendio de 1988 de un cine parisino que proyectaba "La última tentación de Cristo" de Martin Scorsese. "Lo nuevo ahora es que esa crispación religiosa es generalizada", destacó.
Para Caroline Fourest, los "nuevos inquisidores" plantean "un riesgo muy serio a la democracia y al debate de ideas", sobre todo porque "los soldados integristas" de ambos campos usan Internet y las redes sociales para sus fines de censura.
Además, "no sólo no sienten ningún respeto por la libertad de pensar y de crear, sino que no tienen ningún (sentido del) humor", afirmó Fourest.
"Analfabetos del (sentido del) humor, son incapaces de diferenciar entre la crítica de identidades (ser musulmán o católico) y la crítica de ideas (la religión o sus abusos)", concluyó.