La compañía, llamada "Farol de Flores", actúa cada día en una vieja escena al son de instrumentos monocordes y de melodías a veces estridentes, mezcladas con el alboroto de un mercado cercano.
El pequeño grupo de viejos que asiste al espectáculo es quizá uno de los últimos testigos de este arte chino que está desapareciendo y que ya interesa a muy poca gente.
"Cada año es peor. Tuvimos que cambiar de teatro siete veces y cada vez el espacio que nos dan es más pequeño", lamenta He Zhengcai, el director de la compañía, de 72 años.
Detrás del escenario, He da instrucciones a cada uno de los artistas sobre su personaje antes de la representación, que dura dos horas.
Igual que él, que tiene 60 años de experiencia, el resto de actores y actrices que se maquillan frente a espejos oxidados, también son veteranos de la ópera china.
"Les cuento a cada uno su papel antes de la representación. Preparan su texto mientras se maquillan" explica el director.
La ópera de Yunnan, comparable a la más conocida ópera de Pekín, tiene más de 200 años de antigüedad y fue declarada patrimonio nacional en 2008. Pero la compañía sólo atrae a unas 30 personas en cada representación, con ingresos minúsculos, explica el director.
"Hoy en día hay tantas maneras de distraerse que a los jóvenes ya no les interesa este arte. Y nuestro público suele ser gente mayor", reconoce.