En su gira por Malí, Costa de Marfil, Guinea y Gabón, el monarca no escatimó en atenciones y pasó una media de 3 a 5 días en cada país con el objetivo de establecer alianzas económicas, políticas y de seguridad.
"Es una gira muy importante, que concreta y consolida los vínculos extremadamente importantes entre Marruecos y estos países", declaró a la AFP el ministro de Economía y Comercio marroquí, Mohamed Busaid, que acompañó al rey junto con una delegación de asesores, ministros y empresarios.
En total "superaremos probablemente los 90 acuerdos económicos con los 4 países", añadió.
Estos acuerdos y convenciones abarcan sectores muy variados, como la agricultura, el comercio, el turismo, la energía, entre ellas la hidráulica, o las minas.
"Hay importantes desafíos económicos: el crecimiento en Marruecos es bajo y necesita reactivar las exportaciones", explica Pierre Vermeren, profesor de historia del Magreb en París.
Más allá de las oportunidades de negocio, el reino alauí confía en hacerse oír sobre los temas de seguridad en la región del Sahel, en la que Argelia está muy presente.
"Malí está muy lejos de Marruecos. Por motivos culturales, geográficos, Malí está más cerca de Argelia que de Marruecos, pero Marruecos logró posicionarse", comenta Vermeren.
El rey viajó a Malí dos veces en seis meses y propuso su contribución para intentar resolver el conflicto en el norte del país, disputándole a Argelia el papel de mediador entre la rebelión tuareg y Bamako.
Para conseguir su objetivo, Marruecos sabe que puede contar con una baza, la religión, gracias a los profundos vínculos existentes "entre la monarquía y el islam africano que es un islam de hermandad", sobre todo en Malí, que intenta hacer retroceder al wahabismo saudita, estima el profesor universitario Mustafá Naimy.
Desde hace años Marruecos se presenta como el heraldo de un islam moderado y ha concedido becas a estudiantes africanos con el fin de formar imanes que contrarresten la influencia de los islamistas radicales.
- Apoyo sobre el Sáhara Occidental -
La gira también se ha visto centrada en otro asunto fundamental de la política exterior marroquí y que lo enfrenta a Argelia: la situación del Sáhara Occidental.
Este territorio que perteneció a España está controlado por Marruecos desde los años 1970, pero el Frente Polisario, apoyado por Argelia, reivindica su soberanía.
"Cada país de África es un blanco para los dos países para reconocer, o no, el carácter marroquí del Sáhara Occidental", afirma Pierre Vermeren.
En este aspecto, la gira ha sido un éxito, afirma el ministro de Relaciones Exteriores Salah Eddin Mezuar, ya que "todos los países que hemos visitado afirman su apoyo a la integridad territorial de Marruecos".
"Todos afirmaron una vez más su petición para que Marruecos se reintegre en la Unión Africana", de la que salió hace 30 años, para protestar contra el reconocimiento por parte de esta organización de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), aseguró el ministro.
Rabat propone una autonomía del territorio bajo su soberanía pero el Polisario quiere un referéndum de autodeterminación. Las negociaciones están estancadas, pese a los esfuerzos de mediación de la ONU.