LA HABANA, Rigoberto Díaz e Isabel Sánchez, (AFP) -
De guayabera blanca y sombrero campesino, el general Raúl Castro, de 78 años, encabezó el acto en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, donde desfilaron unos 800.000, mientras otros cientos de miles marcharon en el resto de la isla, según cálculo oficial.
"Millones de trabajadores (...) es la más enérgica y firme respuesta a los que desde los centros de poder de los Estados Unidos y la Unión Europea, secundados por grupúsculos mercenarios internos intentan desacreditarnos con falsas calumnias fruto de su odio ancestral", dijo en su discurso el líder de la oficialista Central de Trabajadores (única), Salvador Valdés.
Acompañado de la plana mayor del gobernante Partido Comunista (PCC, único) y las Fuerzas Armadas, Raúl Castro -sin dar discurso- saludó desde la tribuna la marcha del 1 de Mayo, que presidió por cuarto año tras relevar a su hermano Fidel Castro, de 83 años, retirado por una enfermedad.
"Frente a la injerencia yanqui y de la Unión Europea: Unidad", decía en gigantes letras rojas una pancarta que cubría la fachada de la Biblioteca Nacional, a un costado de la Plaza.
La Habana acusa a Washington y sus aliados europeos de una "campaña" contra Cuba, raíz de la muerte el 23 de febrero del preso opositor Orlando Zapata tras 85 días en huelga de hambre, y el ayuno que mantiene el disidente Guillermo Fariñas hace 67 días por la libertad de presos políticos enfermos.
"Cuba no teme a la mentira, ni se arrodilla ante presiones", decían carteles, parafraseando la advertencia que lanzó Raúl Castro hace un mes en respuesta a las condenas internacionales.
Desde parlantes encendidas frases animaron el desfile: "Abajo los mercenarios y el imperialismo", "no al chantaje", "las calles son nuestras", "Cuba no se rinde", "somos un bastión inexpugnable".
"Es una marcha contra la mentira, las patrañas de Estados Unidos y los europeos. Marcho por más socialismo. ¡Viva Fidel, carajo! Y también viva Raúl", dijo a la AFP Angela Borrero, quien llevaba una foto de los hermanos Castro con el puño en alto.
Humberto Pérez, ex combatiente revolucionario de 72 años, agitaba un cartel con un mensaje al presidente de Estados Unidos: "Obama, en Cuba sobran los derechos humanos".
"Hay mucha propaganda contra Cuba. Estoy aquí para ver la lucha del pueblo cubano con mis propios ojos", afirmó Diann, una estadounidense de un sindicato de salud de Nueva York, quien debió pedir permiso al Departamento del Tesoro para viajar a la isla.
La Habana acusa a los opositores de "mercenarios" de Washington, niega que haya presos políticos -200 según la disidencia- y acusa a las Damas de Blanco, esposas de los prisioneros, de punta de lanza de la "campaña difamatoria".
"Las verdaderas mujeres cubanas enarbolan hoy las banderas de la revolución", gritó uno de los animadores del desfile, aludiendo a las Damas de Blanco.
Berta Soler, de las Damas de Blanco, dijo a la AFP que el gobierno las ve como "punta de lanza por la constancia en reclamar la liberación de nuestros presos".
"No creo en ninguna campaña contra Cuba. Pero no estar en la marcha es muy mal visto en mi centro de trabajo", dijo una empleada de comercio de 42 años, sin dar su nombre.
La fiesta del Día del Trabajador llega también en momentos en que Raúl Castro aplica un drástico ajuste económico, que debe tomar medidas en relación a una nómina de un millón de empleos improductivos.
"La batalla económica (...) es como nunca antes tarea vital para preservar nuestro sistema social", dijo Valdés, al pedir a los empleados consciencia "de que el reordenamiento institucional y laboral nos involucra a todos".
Unos 1.300 representantes de sindicatos de 34 países acudieron al desfile, masivo este año pese a que con Raúl habían desaparecido las grandes marchas que instauró Fidel desde el triunfo de la revolución en 1959.
De guayabera blanca y sombrero campesino, el general Raúl Castro, de 78 años, encabezó el acto en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, donde desfilaron unos 800.000, mientras otros cientos de miles marcharon en el resto de la isla, según cálculo oficial.
"Millones de trabajadores (...) es la más enérgica y firme respuesta a los que desde los centros de poder de los Estados Unidos y la Unión Europea, secundados por grupúsculos mercenarios internos intentan desacreditarnos con falsas calumnias fruto de su odio ancestral", dijo en su discurso el líder de la oficialista Central de Trabajadores (única), Salvador Valdés.
Acompañado de la plana mayor del gobernante Partido Comunista (PCC, único) y las Fuerzas Armadas, Raúl Castro -sin dar discurso- saludó desde la tribuna la marcha del 1 de Mayo, que presidió por cuarto año tras relevar a su hermano Fidel Castro, de 83 años, retirado por una enfermedad.
"Frente a la injerencia yanqui y de la Unión Europea: Unidad", decía en gigantes letras rojas una pancarta que cubría la fachada de la Biblioteca Nacional, a un costado de la Plaza.
La Habana acusa a Washington y sus aliados europeos de una "campaña" contra Cuba, raíz de la muerte el 23 de febrero del preso opositor Orlando Zapata tras 85 días en huelga de hambre, y el ayuno que mantiene el disidente Guillermo Fariñas hace 67 días por la libertad de presos políticos enfermos.
"Cuba no teme a la mentira, ni se arrodilla ante presiones", decían carteles, parafraseando la advertencia que lanzó Raúl Castro hace un mes en respuesta a las condenas internacionales.
Desde parlantes encendidas frases animaron el desfile: "Abajo los mercenarios y el imperialismo", "no al chantaje", "las calles son nuestras", "Cuba no se rinde", "somos un bastión inexpugnable".
"Es una marcha contra la mentira, las patrañas de Estados Unidos y los europeos. Marcho por más socialismo. ¡Viva Fidel, carajo! Y también viva Raúl", dijo a la AFP Angela Borrero, quien llevaba una foto de los hermanos Castro con el puño en alto.
Humberto Pérez, ex combatiente revolucionario de 72 años, agitaba un cartel con un mensaje al presidente de Estados Unidos: "Obama, en Cuba sobran los derechos humanos".
"Hay mucha propaganda contra Cuba. Estoy aquí para ver la lucha del pueblo cubano con mis propios ojos", afirmó Diann, una estadounidense de un sindicato de salud de Nueva York, quien debió pedir permiso al Departamento del Tesoro para viajar a la isla.
La Habana acusa a los opositores de "mercenarios" de Washington, niega que haya presos políticos -200 según la disidencia- y acusa a las Damas de Blanco, esposas de los prisioneros, de punta de lanza de la "campaña difamatoria".
"Las verdaderas mujeres cubanas enarbolan hoy las banderas de la revolución", gritó uno de los animadores del desfile, aludiendo a las Damas de Blanco.
Berta Soler, de las Damas de Blanco, dijo a la AFP que el gobierno las ve como "punta de lanza por la constancia en reclamar la liberación de nuestros presos".
"No creo en ninguna campaña contra Cuba. Pero no estar en la marcha es muy mal visto en mi centro de trabajo", dijo una empleada de comercio de 42 años, sin dar su nombre.
La fiesta del Día del Trabajador llega también en momentos en que Raúl Castro aplica un drástico ajuste económico, que debe tomar medidas en relación a una nómina de un millón de empleos improductivos.
"La batalla económica (...) es como nunca antes tarea vital para preservar nuestro sistema social", dijo Valdés, al pedir a los empleados consciencia "de que el reordenamiento institucional y laboral nos involucra a todos".
Unos 1.300 representantes de sindicatos de 34 países acudieron al desfile, masivo este año pese a que con Raúl habían desaparecido las grandes marchas que instauró Fidel desde el triunfo de la revolución en 1959.