El Premio Príncipe de Asturias de las Letras recoge así el testigo de Thomas de Quincey, Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire o Walter Benjamin y se lanza a realizar un desordenado registro de la realidad, anotando en sus cuadernos todo aquello que lo asalta a su alrededor: fragmentos de conversaciones, titulares de periódicos, eslóganes publicitarios...
"Sentía el impulso más poderoso que puede sentir alguien que se dedica a la creación: ver el mundo y pensar, ¿y esto, cómo se cuenta?", explicó hoy el novelista y académico de 62 años durante una rueda de prensa en el centro de Madrid. "Yo cada vez creo más en la libertad de espíritu del escritor, uno tiene que aprender a dejarse llevar", añadió.
Editada por Seix Barral, la novela que hoy sale a la venta nace de una "toma de conciencia del asombro ante la desmesura que puede tener la realidad". Inspirándose en la técnica del collage, el autor de "El jinete polaco" o "La noche de los tiempos" teje una obra ecléctica, a caballo entre la crónica personal y el ensayo literario, incluyendo sus propios apuntes.
Su afán recopilador comenzó a mediados de 2016, coincidiendo con los atentados de Niza, el furor del Brexit y la fiebre del Pokemon Go. Pero también, reconoció, está relacionada con un momento de su vida en el que, tras quedarse en la oscuridad, comenzó "a descubrir la luz del día". Todo ello cristaliza en el más de un centenar de textos que componen la primera parte, "Oficina de instantes perdidos".
En ella, un narrador anónimo, alter ego del propio Muñoz Molina, da cuenta de todo lo que Madrid ofrece a su paso, describe algunas situaciones personales o reflexiona sobre las vidas de aquellos grandes caminantes literarios que lo precedieron y que, en su mayoría, vivieron en la más absoluta precariedad. Con ello conforma una suerte de "arqueología del presente", que es el tema central de la obra.
La segunda parte, "Don nadie", es un recorrido a pie por la Nueva York donde Poe vivió sus últimos años, desde South Ferry hasta el Bronx. Y como reconoció el propio Muñoz Molina, hay en ella una "gran presencia implícita" del "Poeta en Nueva York" de Lorca, cuyos versos se cuelan entre los eslóganes publicitarios. El reto, como en un cuadro impresionista, es "mostrar el instante en su fugacidad y fluidez", añadió.
Eso sí, pese a la fuerza sintética de los titulares o los anuncios, también hace hincapié que la vida no es "un Mayo del 68 permanente", sino que en ella habitan el dolor, la enfermedad, la muerte y la pobreza. Y lanza una nueva reflexión: "La tecnología sirve lo mismo para difundir las maravillas de la NASA que el horóscopo. Y en un mundo en el que hay fuerzas interesadas en difundir el fanatismo y la mentira hay que tener mucho cuidado".
En total, Muñoz Molina llegó a llenar más de 15 cuadernos y álbumes de recortes, algunos de los cuales aparecen intercalados en las páginas de "Un andar solitario entre la gente". Aunque no renuncia a la ficción, ésta tampoco lo tentó, pues noticias como la de los jabalíes radiactivos de Japón -que traduce literalmente del inglés- la superan con creces.
Por eso, tampoco siente la necesidad de dar una categoría a la que seguramente sea su obra más ecléctica. "Afortunadamente, hoy en día una novela puede tener multitud de formas", afirmó, y él buscaba "un relato narrativo que se hiciera solo, con la sucesión de la vida". "Siempre me ha gustado explorar formas literarias no estrictamente novelísticas".
"Sentía el impulso más poderoso que puede sentir alguien que se dedica a la creación: ver el mundo y pensar, ¿y esto, cómo se cuenta?", explicó hoy el novelista y académico de 62 años durante una rueda de prensa en el centro de Madrid. "Yo cada vez creo más en la libertad de espíritu del escritor, uno tiene que aprender a dejarse llevar", añadió.
Editada por Seix Barral, la novela que hoy sale a la venta nace de una "toma de conciencia del asombro ante la desmesura que puede tener la realidad". Inspirándose en la técnica del collage, el autor de "El jinete polaco" o "La noche de los tiempos" teje una obra ecléctica, a caballo entre la crónica personal y el ensayo literario, incluyendo sus propios apuntes.
Su afán recopilador comenzó a mediados de 2016, coincidiendo con los atentados de Niza, el furor del Brexit y la fiebre del Pokemon Go. Pero también, reconoció, está relacionada con un momento de su vida en el que, tras quedarse en la oscuridad, comenzó "a descubrir la luz del día". Todo ello cristaliza en el más de un centenar de textos que componen la primera parte, "Oficina de instantes perdidos".
En ella, un narrador anónimo, alter ego del propio Muñoz Molina, da cuenta de todo lo que Madrid ofrece a su paso, describe algunas situaciones personales o reflexiona sobre las vidas de aquellos grandes caminantes literarios que lo precedieron y que, en su mayoría, vivieron en la más absoluta precariedad. Con ello conforma una suerte de "arqueología del presente", que es el tema central de la obra.
La segunda parte, "Don nadie", es un recorrido a pie por la Nueva York donde Poe vivió sus últimos años, desde South Ferry hasta el Bronx. Y como reconoció el propio Muñoz Molina, hay en ella una "gran presencia implícita" del "Poeta en Nueva York" de Lorca, cuyos versos se cuelan entre los eslóganes publicitarios. El reto, como en un cuadro impresionista, es "mostrar el instante en su fugacidad y fluidez", añadió.
Eso sí, pese a la fuerza sintética de los titulares o los anuncios, también hace hincapié que la vida no es "un Mayo del 68 permanente", sino que en ella habitan el dolor, la enfermedad, la muerte y la pobreza. Y lanza una nueva reflexión: "La tecnología sirve lo mismo para difundir las maravillas de la NASA que el horóscopo. Y en un mundo en el que hay fuerzas interesadas en difundir el fanatismo y la mentira hay que tener mucho cuidado".
En total, Muñoz Molina llegó a llenar más de 15 cuadernos y álbumes de recortes, algunos de los cuales aparecen intercalados en las páginas de "Un andar solitario entre la gente". Aunque no renuncia a la ficción, ésta tampoco lo tentó, pues noticias como la de los jabalíes radiactivos de Japón -que traduce literalmente del inglés- la superan con creces.
Por eso, tampoco siente la necesidad de dar una categoría a la que seguramente sea su obra más ecléctica. "Afortunadamente, hoy en día una novela puede tener multitud de formas", afirmó, y él buscaba "un relato narrativo que se hiciera solo, con la sucesión de la vida". "Siempre me ha gustado explorar formas literarias no estrictamente novelísticas".