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Política
Santiago Carrillo, en el parlamento español, en 1977.
"Ha muerto tranquilo después de unos días en que se había ido debilitando, pero no perdió el ánimo en ningún momento", dijo a los periodistas Santiago, su hijo mayor, que comentó que el cuerpo de su padre será incinerado y sus cenizas esparcidas en el mar de Gijón.
Pese a su avanzada edad, el que fuera secretario general del PCE entre 1960 y 1982 y un importante testigo de la historia española desde la Guerra Civil (1936-1939) hasta la transición iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, se mantuvo activo hasta el final, escribiendo libros y artículos periodísticos, así como participando en actos públicos.
Precisamente, una de sus últimas apariciones tuvo lugar en febrero del pasado año, al cumplirse 30 años del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 cuando participó en un almuerzo, presidido por el Rey Juan Carlos, en el que estuvieron varios políticos que vivieron aquellos duros momentos.
En este almuerzo coincidió con otra figura de la Transición, ex ministro de Franco y uno de los padres de la Constitución, el conservador Manuel Fraga Iribarne, que falleció el 15 de enero pasado.
"La transición fue una tarea colectiva de todos los españoles, pero algunos de ellos jugaron un papel clave. Santiago Carrillo está entre esos españoles claves", afirmó el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.
"Se nos va algo más que una persona de izquierda, se nos va un pedacito de nuestra historia, yo creo que de lo mejor de nuestra historia, con sus muchas grandezas, también con sus errores", afirmó Gaspar Llamazares, diputado de la coalición Izquierda Unida, en la que está integrado el PCE.
"Era una persona inteligente, habilidosa, un negociador difícil, intelectualmente fue potente porque fue el creador del eurocomunismo", añadió, por su parte, el ex vicepresidente del gobierno socialista español Alfonso Guerra (1982-1991).
Las reacciones no han parado tras la muerte de esta figura, joven dirigente republicano durante la Guerra Civil, que tras la victoria franquista emprendió un largo exilio de 38 años, que lo llevó por Estados Unidos, la Unión Soviética, Argentina, México y Argelia, antes de establecerse definitivamente en París en 1944.
Pero fue en 1946, al convertirse en el "protegido" de Dolores Ibárruri, la histórica "Pasionaria", cuando comenzó su meteórico ascenso en el PCE, cuya secretaría general alcanzaría en 1960 para ocuparla durante durante 22 años.
Como secretario general del PCE fue muy crítico con la Unión Soviética, empezando a defender su idea del "eurocomunismo" abogando por que cada país encontrase su propia vía, al tiempo que buscaba en España un pacto con todas las fuerzas antifranquistas.
"Causó sorpresa que cuando volvió fuera un dirigente razonable, con responsabilidad y sentido común, que aportó al PCE al proceso de Transición y que puso de acuerdo a la derecha y la izquierda", dijo Guerra.
Tras la legalización del PCE, fue elegido diputado en ese mismo año y se convirtió en una de las personalidades que participaron en la elaboración de la Constitución española de 1978.
Pero, las tensiones entre las distintas tendencias dentro del PCE y la pérdida de votos en las elecciones de 1982 -ganadas por los socialistas- provocaron su dimisión en noviembre de ese año. Después, su enfrentamiento con la nueva tendencia "renovadora" dentro del partido hizo que en 1985 fuese expulsado del PCE y tras fracasar con un nuevo partido se retiró de la política en 1991.
Se dedicó entonces a escribir libros, artículos y participar en tertulias periodísticas.
"Fue hasta el final una de las mentes más lúcidas para analizar lo que estaba pasando y como darle respuesta", aseguró la ex ministra socialista Rosa Aguilar.
Pese a su avanzada edad, el que fuera secretario general del PCE entre 1960 y 1982 y un importante testigo de la historia española desde la Guerra Civil (1936-1939) hasta la transición iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, se mantuvo activo hasta el final, escribiendo libros y artículos periodísticos, así como participando en actos públicos.
Precisamente, una de sus últimas apariciones tuvo lugar en febrero del pasado año, al cumplirse 30 años del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 cuando participó en un almuerzo, presidido por el Rey Juan Carlos, en el que estuvieron varios políticos que vivieron aquellos duros momentos.
En este almuerzo coincidió con otra figura de la Transición, ex ministro de Franco y uno de los padres de la Constitución, el conservador Manuel Fraga Iribarne, que falleció el 15 de enero pasado.
"La transición fue una tarea colectiva de todos los españoles, pero algunos de ellos jugaron un papel clave. Santiago Carrillo está entre esos españoles claves", afirmó el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba.
"Se nos va algo más que una persona de izquierda, se nos va un pedacito de nuestra historia, yo creo que de lo mejor de nuestra historia, con sus muchas grandezas, también con sus errores", afirmó Gaspar Llamazares, diputado de la coalición Izquierda Unida, en la que está integrado el PCE.
"Era una persona inteligente, habilidosa, un negociador difícil, intelectualmente fue potente porque fue el creador del eurocomunismo", añadió, por su parte, el ex vicepresidente del gobierno socialista español Alfonso Guerra (1982-1991).
Las reacciones no han parado tras la muerte de esta figura, joven dirigente republicano durante la Guerra Civil, que tras la victoria franquista emprendió un largo exilio de 38 años, que lo llevó por Estados Unidos, la Unión Soviética, Argentina, México y Argelia, antes de establecerse definitivamente en París en 1944.
Pero fue en 1946, al convertirse en el "protegido" de Dolores Ibárruri, la histórica "Pasionaria", cuando comenzó su meteórico ascenso en el PCE, cuya secretaría general alcanzaría en 1960 para ocuparla durante durante 22 años.
Como secretario general del PCE fue muy crítico con la Unión Soviética, empezando a defender su idea del "eurocomunismo" abogando por que cada país encontrase su propia vía, al tiempo que buscaba en España un pacto con todas las fuerzas antifranquistas.
"Causó sorpresa que cuando volvió fuera un dirigente razonable, con responsabilidad y sentido común, que aportó al PCE al proceso de Transición y que puso de acuerdo a la derecha y la izquierda", dijo Guerra.
Tras la legalización del PCE, fue elegido diputado en ese mismo año y se convirtió en una de las personalidades que participaron en la elaboración de la Constitución española de 1978.
Pero, las tensiones entre las distintas tendencias dentro del PCE y la pérdida de votos en las elecciones de 1982 -ganadas por los socialistas- provocaron su dimisión en noviembre de ese año. Después, su enfrentamiento con la nueva tendencia "renovadora" dentro del partido hizo que en 1985 fuese expulsado del PCE y tras fracasar con un nuevo partido se retiró de la política en 1991.
Se dedicó entonces a escribir libros, artículos y participar en tertulias periodísticas.
"Fue hasta el final una de las mentes más lúcidas para analizar lo que estaba pasando y como darle respuesta", aseguró la ex ministra socialista Rosa Aguilar.
