Un guepardo
"Los perros protegen a la manada, por lo que los granjeros ya no tienen que matar a los depredadores", explica Laurie Marker, directora del Fondo de Conservación de Guepardos (Cheetah Conservation Fund, CCF), que cría cerca de la ciudad de Otjiwarongo (norte) a estos perros originarios de Turquía.
"Es un método de control de depredadores no letal. Es ecológico, todo el mundo está contento, es un enfoque en el que todos ganan".
El CCF simplemente reinventó y adaptó el ancestral concepto de Namibia del perro pastor, en particular el pastor de Anatolia, también llamado kangal, un animal conocido por su fuerza y capacidad de soportar temperaturas extremas.
Los canes son colocados en un rebaño cuando tienen sólo unas pocas semanas, para que puedan vincularse con los animales que luego cuidarán. Viven todo el tiempo con la manada, la acompañan en el día y duermen con ella en la noche. Su misión: mantener siempre alejados a los depredadores.
El CCF comenzó a criar perros pastores cuando la disminución de la población de guepardos se volvió alarmante en Namibia: unos 10.000 grandes felinos -que equivalen a toda la población mundial actual- fueron abatidos o expulsados de sus territorios en los años 1980.
Hasta un millar de guepardos eran abatidos cada año en esa época, la mayoría por granjeros que los veían como depredadores de ganado.
En casi dos décadas, el CCF ha colocado cerca de 450 perros en distintas manadas y capacitó a unos 3.000 ganaderos.
"Hemos reducido la pérdida de ganado de 80% a 100%, sea cual sea el depredador, cuando los granjeros tienen perros", celebra Marker.
Ahora hay lista de espera de dos años para obtener un perro pastor, y el programa se extendió a otros países, como Sudáfrica y pronto Tanzania.
"No son mascotas"
Para Retha Joubert, que cría cabras y ovejas cerca de Gobabis (este), todo cambió con la llegada de Bonzo hace cinco años: dejó de sentir ansiedad ante la llegada de la noche y el año pasado sólo perdió un animal, frente a los 60 de 2008.
Esta granjera ahora tiene a Nussie, una cachorra de cuatro meses que ya aprende los gajes del oficio saliendo con la manada todos los días, atada con una cuerda, y duerme con las cabras por la noche.
"(Nussie) debe vincularse con las cabras, debe ser como una cabra, es parte de un grupo, y este es el principal elemento para que proteja a los animales", dijo Joubert.
"No son mascotas", dijo, refiriéndose a sus dos perros. "¡No tienen derecho a ser mascotas!"
La presencia de los perros y sus ladridos generalmente son suficientes para proteger al ganado de los depredadores, que atacan más a los rebaños sin guardaespaldas. Pero a veces hay que pelear: Bonzo ha matado a un joven guepardo y también a chacales.
Aun así, mantener rebaños en Namibia no es seguro: el valiente perro ha sido mordido por serpientes y picado por un escorpión, y ahora sufre un cáncer de lengua causado por la exposición constante al sol.
Además, los perros pastores no son adecuados para las grandes explotaciones de ganado vacuno y muchas fincas privadas donde pastan los antílopes.
Aunque fue para proteger a los guepardos que la CCF comenzó a criar a los pastores de Anatolia en 1994, los estudios muestran que estos grandes felinos no son necesariamente los principales asesinos de ganado, a pesar de su mala fama.
Un análisis de las heces mostró que sólo un 5% de guepardos había atacado a animales de granja.
"A veces se llevan el ganado", dijo Gail Potgieter, especialista en conflictos humanos-vida silvestre en la Fundación para la naturaleza de Namibia (Namibia Nature Foundation, NNF). "Pero decir que todos los guepardos van a matar al ganado para alimentarse es un error".
La población de guepardos en Namibia alcanzó su nivel más bajo, unos 2.500 ejemplares, en 1986. Desde entonces, ha aumentado a cerca de 4.000, la mayor concentración de guepardos salvajes en el mundo.
"Es un método de control de depredadores no letal. Es ecológico, todo el mundo está contento, es un enfoque en el que todos ganan".
El CCF simplemente reinventó y adaptó el ancestral concepto de Namibia del perro pastor, en particular el pastor de Anatolia, también llamado kangal, un animal conocido por su fuerza y capacidad de soportar temperaturas extremas.
Los canes son colocados en un rebaño cuando tienen sólo unas pocas semanas, para que puedan vincularse con los animales que luego cuidarán. Viven todo el tiempo con la manada, la acompañan en el día y duermen con ella en la noche. Su misión: mantener siempre alejados a los depredadores.
El CCF comenzó a criar perros pastores cuando la disminución de la población de guepardos se volvió alarmante en Namibia: unos 10.000 grandes felinos -que equivalen a toda la población mundial actual- fueron abatidos o expulsados de sus territorios en los años 1980.
Hasta un millar de guepardos eran abatidos cada año en esa época, la mayoría por granjeros que los veían como depredadores de ganado.
En casi dos décadas, el CCF ha colocado cerca de 450 perros en distintas manadas y capacitó a unos 3.000 ganaderos.
"Hemos reducido la pérdida de ganado de 80% a 100%, sea cual sea el depredador, cuando los granjeros tienen perros", celebra Marker.
Ahora hay lista de espera de dos años para obtener un perro pastor, y el programa se extendió a otros países, como Sudáfrica y pronto Tanzania.
"No son mascotas"
Para Retha Joubert, que cría cabras y ovejas cerca de Gobabis (este), todo cambió con la llegada de Bonzo hace cinco años: dejó de sentir ansiedad ante la llegada de la noche y el año pasado sólo perdió un animal, frente a los 60 de 2008.
Esta granjera ahora tiene a Nussie, una cachorra de cuatro meses que ya aprende los gajes del oficio saliendo con la manada todos los días, atada con una cuerda, y duerme con las cabras por la noche.
"(Nussie) debe vincularse con las cabras, debe ser como una cabra, es parte de un grupo, y este es el principal elemento para que proteja a los animales", dijo Joubert.
"No son mascotas", dijo, refiriéndose a sus dos perros. "¡No tienen derecho a ser mascotas!"
La presencia de los perros y sus ladridos generalmente son suficientes para proteger al ganado de los depredadores, que atacan más a los rebaños sin guardaespaldas. Pero a veces hay que pelear: Bonzo ha matado a un joven guepardo y también a chacales.
Aun así, mantener rebaños en Namibia no es seguro: el valiente perro ha sido mordido por serpientes y picado por un escorpión, y ahora sufre un cáncer de lengua causado por la exposición constante al sol.
Además, los perros pastores no son adecuados para las grandes explotaciones de ganado vacuno y muchas fincas privadas donde pastan los antílopes.
Aunque fue para proteger a los guepardos que la CCF comenzó a criar a los pastores de Anatolia en 1994, los estudios muestran que estos grandes felinos no son necesariamente los principales asesinos de ganado, a pesar de su mala fama.
Un análisis de las heces mostró que sólo un 5% de guepardos había atacado a animales de granja.
"A veces se llevan el ganado", dijo Gail Potgieter, especialista en conflictos humanos-vida silvestre en la Fundación para la naturaleza de Namibia (Namibia Nature Foundation, NNF). "Pero decir que todos los guepardos van a matar al ganado para alimentarse es un error".
La población de guepardos en Namibia alcanzó su nivel más bajo, unos 2.500 ejemplares, en 1986. Desde entonces, ha aumentado a cerca de 4.000, la mayor concentración de guepardos salvajes en el mundo.