Hall, de 72 años, Rosbash, de 73, y Young, de 68, fueron capaces de averiguar cómo funciona el reloj biológico, explicó el Instituto Karolinska. "Sus descubrimientos explican cómo plantas, animales y humanos adaptan su ritmo biológico para que esté sincronizado con la rotación terrestre", añadió.
El reloj biológico ayuda a adaptar los patrones de sueño, los comportamientos alimentarios, la presión sanguínea, los niveles de hormonas o la temperatura a las distintas fases del día.
Según Juleen Zierathel, miembro del jurado, los descubrimientos de los galardonados suponen un "cambio de paradigma" que puede "concienciar sobre lo importante que es tener buenos hábitos de sueño".
Ya en el siglo XVIII, el astrónomo francés Jean Jacques d'Ortous de Mairan descubrió que algunas plantas abren sus hojas cuando hay luz y las cierran en la oscuridad. El científico se preguntó qué pasaría si se deja a esas plantas en un ambiente oscuro y constató que siguen abriendo sus hojas, por lo que dedujo que debían tener algún tipo de reloj biológico.
En 1984, Hall y Rosbash -trabajando en colaboración con la Universidad Brandeis de Boston- y Young -en la Universidad Rockefeller de Nueva York- consiguieron aislar el gen que controla el ritmo circadiano en la mosca de la fruta.
Después, Hall y Rosbash descubrieron que la proteína codificada por ese gen se acumulaba durante la noche y era degradada durante el día. Los niveles de la proteína oscilan en un ciclo de 24 horas, sincronizados con el ritmo circadiano. Posteriormente, Young identificó otras dos proteínas de esa maquinaria.
El reloj biológico funciona siguiendo los mismos principios en células de otros organismos multicelulares, incluido el humano. En las células se producen determinadas reacciones bioquímicas una detrás de otra, formando una especie de ciclo que en principio siempre dura lo mismo. Cada paso ocurre según una determinada "hora interna".
El bienestar de los seres humanos se ve afectado cuando hay un desequilibrio entre el ambiente que los rodea y su reloj biológico. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando se viaja atravesando varios husos horarios y se experimenta "jet lag", o cuando se trabaja en turno nocturno.
Hay indicios de que un desajuste crónico entre el estilo de vida y el ritmo biológico interior podría aumentar el riesgo de padecer varias enfermedades, apuntó el Comité Nobel.
El conocimiento del reloj biológico también podría utilizarse en medicina, por ejemplo en terapias contra el cáncer. Según Henrik Bringmann, del Instituto Max Planck de Química biofísica, "si entendemos el ritmo de la división celular podríamos emplear los medicamentos de forma más precisa".
La primera reacción de Rosbash al conocer la noticia fue: "Me tomas el pelo". Según explicó a la radio sueca, estaba dormido cuando sonó el teléfono que tiene junto a su cama, algo que sólo ocurre "cuando alguien ha muerto o algo parecido".
"Me quedé sin respiración, literalmente", explicó. Después se tomó un café, todavía en pijama, preparándose para la avalancha de llamadas, previendo lo mucho que su vida cambiará a partir de este momento.
Rosbash nació en 1944 en Kansas City y se doctoró en 1970 por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y desde 1974 es miembro de la Universidad Brandeis, en Estados Unidos.
A esa misma universidad se unió también en 1974 el biólogo y genetista Hall, nacido en 1945 en Nueva York. Este investigador se doctoró en 1971 en la Universidad de Washington, en Seattle, y está retirado desde hace años.
"Ganar el Premio Nobel es una gran alegría. Pero siempre investigué sin pensar adonde llevaría todo ello", explicó hoy tras conocer la noticia.
Young, por su parte, nació en 1949 en Miami y se doctoró en 1975 en la Universidad de Texas (Austin). Entre 1975 y 1977 fue estudiante de postdoctorado en la Universidad Standford, en Palo Alto, y en 1978 empezó a trabajar en la Universidad Rockefeller de Nueva York.
Se especulaba con que el Nobel de Medicina podría ir este año al microbiólogo español Francisco Martínez Mojica por descubrir el mecanismo genético CRISPR-Cas9, que contribuyó al desarrollo de una nueva herramienta de edición del ADN. Finalmente no fue así, pero también figura en las apuestas para el Nobel de Química, que se entrega este miércoles.
Desde 1901 recibieron el Nobel de Medicina 211 personas, entre ellas 12 mujeres. El año pasado el galardonado fue el japonés Yoshinori Ohsumi por sus descubrimientos del mecanismo de la autofagia, un proceso fundamental para la degradación y el reciclaje de componentes celulares.
Cada Premio Nobel está dotado con nueve millones de coronas suecas (unos 940.000 euros/1,1 millón de dólares) y la ceremonia de entrega tiene lugar el 10 de diciembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su fundador, Alfred Nobel.
Mañana martes se anuncia el Nobel de Física y el miércoles el de Química. El jueves será el turno del de Literatura, el viernes se dará a conocer el de la Paz y el lunes 9 el de Economía.
El reloj biológico ayuda a adaptar los patrones de sueño, los comportamientos alimentarios, la presión sanguínea, los niveles de hormonas o la temperatura a las distintas fases del día.
Según Juleen Zierathel, miembro del jurado, los descubrimientos de los galardonados suponen un "cambio de paradigma" que puede "concienciar sobre lo importante que es tener buenos hábitos de sueño".
Ya en el siglo XVIII, el astrónomo francés Jean Jacques d'Ortous de Mairan descubrió que algunas plantas abren sus hojas cuando hay luz y las cierran en la oscuridad. El científico se preguntó qué pasaría si se deja a esas plantas en un ambiente oscuro y constató que siguen abriendo sus hojas, por lo que dedujo que debían tener algún tipo de reloj biológico.
En 1984, Hall y Rosbash -trabajando en colaboración con la Universidad Brandeis de Boston- y Young -en la Universidad Rockefeller de Nueva York- consiguieron aislar el gen que controla el ritmo circadiano en la mosca de la fruta.
Después, Hall y Rosbash descubrieron que la proteína codificada por ese gen se acumulaba durante la noche y era degradada durante el día. Los niveles de la proteína oscilan en un ciclo de 24 horas, sincronizados con el ritmo circadiano. Posteriormente, Young identificó otras dos proteínas de esa maquinaria.
El reloj biológico funciona siguiendo los mismos principios en células de otros organismos multicelulares, incluido el humano. En las células se producen determinadas reacciones bioquímicas una detrás de otra, formando una especie de ciclo que en principio siempre dura lo mismo. Cada paso ocurre según una determinada "hora interna".
El bienestar de los seres humanos se ve afectado cuando hay un desequilibrio entre el ambiente que los rodea y su reloj biológico. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando se viaja atravesando varios husos horarios y se experimenta "jet lag", o cuando se trabaja en turno nocturno.
Hay indicios de que un desajuste crónico entre el estilo de vida y el ritmo biológico interior podría aumentar el riesgo de padecer varias enfermedades, apuntó el Comité Nobel.
El conocimiento del reloj biológico también podría utilizarse en medicina, por ejemplo en terapias contra el cáncer. Según Henrik Bringmann, del Instituto Max Planck de Química biofísica, "si entendemos el ritmo de la división celular podríamos emplear los medicamentos de forma más precisa".
La primera reacción de Rosbash al conocer la noticia fue: "Me tomas el pelo". Según explicó a la radio sueca, estaba dormido cuando sonó el teléfono que tiene junto a su cama, algo que sólo ocurre "cuando alguien ha muerto o algo parecido".
"Me quedé sin respiración, literalmente", explicó. Después se tomó un café, todavía en pijama, preparándose para la avalancha de llamadas, previendo lo mucho que su vida cambiará a partir de este momento.
Rosbash nació en 1944 en Kansas City y se doctoró en 1970 por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y desde 1974 es miembro de la Universidad Brandeis, en Estados Unidos.
A esa misma universidad se unió también en 1974 el biólogo y genetista Hall, nacido en 1945 en Nueva York. Este investigador se doctoró en 1971 en la Universidad de Washington, en Seattle, y está retirado desde hace años.
"Ganar el Premio Nobel es una gran alegría. Pero siempre investigué sin pensar adonde llevaría todo ello", explicó hoy tras conocer la noticia.
Young, por su parte, nació en 1949 en Miami y se doctoró en 1975 en la Universidad de Texas (Austin). Entre 1975 y 1977 fue estudiante de postdoctorado en la Universidad Standford, en Palo Alto, y en 1978 empezó a trabajar en la Universidad Rockefeller de Nueva York.
Se especulaba con que el Nobel de Medicina podría ir este año al microbiólogo español Francisco Martínez Mojica por descubrir el mecanismo genético CRISPR-Cas9, que contribuyó al desarrollo de una nueva herramienta de edición del ADN. Finalmente no fue así, pero también figura en las apuestas para el Nobel de Química, que se entrega este miércoles.
Desde 1901 recibieron el Nobel de Medicina 211 personas, entre ellas 12 mujeres. El año pasado el galardonado fue el japonés Yoshinori Ohsumi por sus descubrimientos del mecanismo de la autofagia, un proceso fundamental para la degradación y el reciclaje de componentes celulares.
Cada Premio Nobel está dotado con nueve millones de coronas suecas (unos 940.000 euros/1,1 millón de dólares) y la ceremonia de entrega tiene lugar el 10 de diciembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su fundador, Alfred Nobel.
Mañana martes se anuncia el Nobel de Física y el miércoles el de Química. El jueves será el turno del de Literatura, el viernes se dará a conocer el de la Paz y el lunes 9 el de Economía.