En la mañana del jueves, la prefectura marroquí de M'Diq Fnideq, ciudad próxima al enclave español, había anunciado la muerte de siete personas, entre ellas una mujer, e indicado que los fallecidos formaban parte de un grupo de cerca de "200 inmigrantes en situación irregular" que intentaron llegar a Ceuta.
Posteriormente, ONG marroquíes afirmaron por teléfono que se había descubierto un octavo cadáver en la tarde del jueves, cifra que fue luego confirmada por el portavoz de la delegación del gobierno español en Ceuta.
Esta fuente había afirmado previamente que unas 400 personas intentaron entrar en la ciudad autónoma hacia las 07H00 locales (06H00 GMT) "tanto por la playa como por el puesto fronterizo de El Tarajal", que separa Ceuta de Marruecos, aunque "todos fueron rechazados".
Por el momento, se desconoce la nacionalidad de los fallecidos, si bien estos intentos de cruzar la frontera los llevan a cabo, en su mayoría, inmigrantes de origen subsahariano, que buscan alcanzar "El Dorado" europeo.
Según el presidente del Observatorio del Norte de Derechos Humanos, Mohamed Benaissa, los cameruneses eran mayoritarios en el grupo de indocumentados.
"Este drama muestra una vez más los riesgos tomados por los candidatos a la emigración clandestina, que ponen en peligro sus vidas", señaló la prefectura de M'diq Fnideq, que añadió que los hechos se pusieron en conocimiento de "la fiscalía competente".
Los dos enclaves norteafricanos españoles de Ceuta y Melilla son las únicas fronteras terrestres entre África y Europa. Las tentativas de entrada irregular se producen, en su mayoría, en la segunda ciudad.
Las autoridades marroquíes anunciaron el domingo pasado el hallazgo de cinco cadáveres, entre ellos los de cuatro senegaleses, frente a las costas de Nador, ciudad marroquí próxima a Melilla.
El 22 de enero pasado, la policía española impidió otro intento de entrada masiva de unos 800 inmigrantes clandestinos subsaharianos en este enclave español.
Refuerzo de patrullas
Para intentar impedir estas entradas masivas de inmigrantes llegados del África subsahariana, vía Marruecos, España levantó en torno a Melilla una triple valla, de once kilómetros de largo y siete metros de altura, equipada con cámaras de vigilancia y distintos sensores, mientras que Ceuta también está rodeada por otro vallado.
El gobierno español decidió recientemente reforzar esta valla instalando un alambre de cuchillas en su parte superior, lo que provocó las protestas de organizaciones de defensa de derechos humanos y del Partido Socialista (PSOE, oposición).
El 5 de noviembre, un inmigrante murió durante el intento de entrada de unos 200 inmigrantes clandestinos, tras caer de lo alto del vallado en Melilla.
Marruecos, que cuenta en su territorio con unos 30.000 inmigrantes irregulares, inició recientemente una serie de "regularizaciones excepcionales". La prefectura de Tánger (norte) anunció también un refuerzo de la vigilancia en el litoral y cada semana informa de varias decenas e incluso centenares de "interceptaciones".
Según una ONG marroquí, más de 40 inmigrantes murieron en 2012 y 2013 cuando intentaban entrar irregularmente en los dos enclaves españoles. Otros buscan acceder al continente europeo en pequeñas embarcaciones a través del estrecho de Gibraltar.
Este nuevo drama recuerda al de la isla italiana de Lampedusa, donde al menos 400 personas, entre ellos, muchas mujeres y niños, perdieron la vida el pasado mes de octubre, al naufragar las embarcaciones en las que viajaban.
La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) cifra en 45.000 personas los inmigrantes que arriesgaron su vida en el Mediterráneo para alcanzar las costas italianas y maltesas.
La Unión Europea presentó en diciembre un plan de refuerzo de las patrullas marítimas y aéreas, entre Chipre y Gibraltar.