Salman Taseer
"Sí, se murió", declaró a la AFP el oficial de policía Liaquat Ali Niazi, después que la televisión estatal anunciara el fallecimiento del gobernador.
Taseer murió en el hospital al que fue trasladado tras resultar herido en un tiroteo en un mercado cercano a su domicilio en la capital.
En el lugar, el suelo estaba ensangrentado y había restos de municiones, comprobó la AFP.
Según las primeras informaciones brindadas por la policía, uno de los guardias del gobernador habría matado a Taseer, y se habría entregado a la policía posteriormente.
El gobernador de la estratégica provincia de Punyab, limítrofe con el estado de India del mismo nombre, era considerado una voz moderada del Partido del Pueblo Paquistaní (PPP) del presidente Asif Ali Zardari y de su primer ministro Yousuf Raza Gilani, que condenó inmediatamente el atentado y decretó tres días de duelo nacional.
Según el ministerio del Interior, Taseer fue asesinado porque se opuso a la ley que castiga la blasfemia, que cuenta con el respaldo de numerosos partidos y organizaciones conservadoras.
El atentado se produjo momentos después que el líder de la oposición paquistaní, Nawaz Sharif diera este martes un plazo de tres días al primer ministro para adoptar reformas clave y evitar que el partido oficialista sea excluido del gobierno de la importante región de Punyab.
"El primer ministro debe decirnos en un plazo de 72 horas si puede hacerlo. Si no dice o no puede hacer nada, entonces haremos secesión en Punyab", afirmó Sharif en rueda de prensa, justo antes del atentado.
La controvertida ley sobre la blasfemia ha sido el centro de atención en las últimas semanas, después de que una campesina, una cristiana madre de cinco hijos, fuese condenada en noviembre a la pena de muerte por haber blasfemado al profeta Mahoma.
La mujer, Asia Bibi, apeló la sentencia y espera una decisión del alto tribunal en Lahore, capital de la provincia paquistaní de Punyab.
Numerosos países y organismos internacionales, así como el papa Benedicto XVI y diferentes políticos y asociaciones paquistaníes, han presionado al presidente Zardari para que la indulte y modifique la ley.
A pesar de la existencia de la ley, ninguna persona ha sido ejecutada en Pakistán por blasfemia. En la mayoría de casos las sentencias han sido conmutadas en la apelación.
Sin embargo, los llamados a modificar la ley han sido condenados con firmeza por partidos conservadores e influyentes movimientos religiosos, que convocaron a miles de manifestantes en varias ciudades paquistaníes e hicieron un llamado a la huelga general, advirtiendo que el desorden se impondría si se cambiaba la ley.
Alrededor del 3% de los 167 millones de paquistaníes tienen religiones diferentes al Islam, y con frecuencia se quejan de discriminación.
El asesinato de Taseer ocurrió en un momento de crisis política para el gobierno paquistaní, después de que el segundo partido de la coalición en el poder abandonase el domingo el gobierno para sumarse a la oposición.
El actual gobierno, que asumió menos de tres años atrás, perdió así su mayoría en el Parlamento y enfrenta un posible colapso si la oposición se une para votar una moción de censura.
Taseer murió en el hospital al que fue trasladado tras resultar herido en un tiroteo en un mercado cercano a su domicilio en la capital.
En el lugar, el suelo estaba ensangrentado y había restos de municiones, comprobó la AFP.
Según las primeras informaciones brindadas por la policía, uno de los guardias del gobernador habría matado a Taseer, y se habría entregado a la policía posteriormente.
El gobernador de la estratégica provincia de Punyab, limítrofe con el estado de India del mismo nombre, era considerado una voz moderada del Partido del Pueblo Paquistaní (PPP) del presidente Asif Ali Zardari y de su primer ministro Yousuf Raza Gilani, que condenó inmediatamente el atentado y decretó tres días de duelo nacional.
Según el ministerio del Interior, Taseer fue asesinado porque se opuso a la ley que castiga la blasfemia, que cuenta con el respaldo de numerosos partidos y organizaciones conservadoras.
El atentado se produjo momentos después que el líder de la oposición paquistaní, Nawaz Sharif diera este martes un plazo de tres días al primer ministro para adoptar reformas clave y evitar que el partido oficialista sea excluido del gobierno de la importante región de Punyab.
"El primer ministro debe decirnos en un plazo de 72 horas si puede hacerlo. Si no dice o no puede hacer nada, entonces haremos secesión en Punyab", afirmó Sharif en rueda de prensa, justo antes del atentado.
La controvertida ley sobre la blasfemia ha sido el centro de atención en las últimas semanas, después de que una campesina, una cristiana madre de cinco hijos, fuese condenada en noviembre a la pena de muerte por haber blasfemado al profeta Mahoma.
La mujer, Asia Bibi, apeló la sentencia y espera una decisión del alto tribunal en Lahore, capital de la provincia paquistaní de Punyab.
Numerosos países y organismos internacionales, así como el papa Benedicto XVI y diferentes políticos y asociaciones paquistaníes, han presionado al presidente Zardari para que la indulte y modifique la ley.
A pesar de la existencia de la ley, ninguna persona ha sido ejecutada en Pakistán por blasfemia. En la mayoría de casos las sentencias han sido conmutadas en la apelación.
Sin embargo, los llamados a modificar la ley han sido condenados con firmeza por partidos conservadores e influyentes movimientos religiosos, que convocaron a miles de manifestantes en varias ciudades paquistaníes e hicieron un llamado a la huelga general, advirtiendo que el desorden se impondría si se cambiaba la ley.
Alrededor del 3% de los 167 millones de paquistaníes tienen religiones diferentes al Islam, y con frecuencia se quejan de discriminación.
El asesinato de Taseer ocurrió en un momento de crisis política para el gobierno paquistaní, después de que el segundo partido de la coalición en el poder abandonase el domingo el gobierno para sumarse a la oposición.
El actual gobierno, que asumió menos de tres años atrás, perdió así su mayoría en el Parlamento y enfrenta un posible colapso si la oposición se une para votar una moción de censura.