"La Santa Sede considera oportuno" autorizar que monseñor Tebartz-van Elst deje "durante un tiempo" la diócesis, a la espera del resultado de la investigación interna, informó el Vaticano en un comunicado.
La decisión de Francisco fue tomada después de varias reuniones con importantes representantes de la Iglesia alemana y de haber recibido el lunes en el Vaticano al obispo involucrado, blanco de críticas por sus gustos costosos y cuya renuncia reclaman numerosos alemanes.
Los católicos alemanes manifestaron inmediatamente este miércoles su "satisfacción" por la decisión del papa argentino y estimaron que con ello se ofrece "una nueva oportunidad" a esa diócesis.
"La situación para los creyentes y para el conjunto de la Iglesia alemana en las últimas semanas era pesada", reconoce en una nota Alois Gluck, presidente del Comité Central de los Católicos Alemanes.
Por su parte el portavoz del gobierno alemán, Georg Streiter, rechazó comentar la decisión al considerarla "un asunto interno de la Iglesia".
El vocero recordó, sin embargo, que el obispo es remunerado por el Estado como los demás miembros de la jerarquía de la Iglesia de ese país.
El papa quiso informarse personalmente de la situación y por ello recibió al cardenal alemán Joachim Meisner, de la pudiente diócesis de Colonia y cercano al controvertido obispo y a otros exponentes de la iglesia alemana, entre ellos a Robert Zollitsch, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, con los que abordó el delicado escándalo.
En septiembre pasado, el Vaticano envió a Limburgo al cardenal italiano Giovanni Lajolo, quien debe elaborar un informe.
El papa será informado "en forma permanente y objetiva" sobre la investigación, precisa el comunicado en el que el jefe de la iglesia dispone que el vicario general quede a cargo de la diócesis "a partir de hoy", en vez de enero próximo.
Tebartz-van Elst, de 53 años, fue acusado de haber emprendido la construcción de una onerosa sede episcopal, con museo, sala de conferencias, capilla y apartamentos privados.
El proyecto, decidido por su predecesor, costaba unos 5,5 millones euros, pero los gastos de la obra han aumentado notablemente, alcanzando los 31 millones de euros.
Según los medios de prensa alemanes el religioso gastó para su tina personal 15.000 euros, sin hablar de un comedor de 63 metros cuadrados, de casi 3 millones de euros.
El caso del "servidor más caro de Dios", como lo han tildado los editorialistas, genera mucho interés en Alemania, país donde las iglesias se benefician de un impuesto, por lo que gozan de fondos considerables.
El obispo está siendo investigado penalmente por el tribunal de Hamburgo (norte) por haber mentido sobre su viaje en clase ejecutiva a India para visitar a los pobres de ese país.
La iglesia católica alemana, entre las más ricas del mundo, suele financiar numerosas asociaciones, escuelas, misiones y proyectos de desarrollo.
El escándalo generó un problema de credibilidad en la Iglesia, en un país que se identifica con la austeridad y con la línea de sobriedad y sencillez que defiende el papa Francisco.
Desde que fue elegido papa, Francisco no ha tomado medidas especiales contra el fenómeno, pero aceptó la renuncia de un obispo esloveno considerado también un derrochador y se comprometió a reformar las controvertidas finanzas internas de la Santa Sede.