Daniels, de 39 años, vestía de manera más recatada en sus recientes apariciones públicas con su abogado para anunciar las dos demandas interpuestas contra Trump, quien niega haber tenido una aventura con ella en 2006. Ella ha despertado el interés de todo el país: más de 22 millones de personas pusieron la televisión para verla hablar durante 60 minutos en el canal CBS.
Esta noche, los clientes de este club de striptease en Long Island han pagado 20 dólares para verla desnuda como parte de su gira nacional "Make America Horny Again" (cuya traducción sería algo así como "hacer América cachonda de nuevo").
Daniels, cuyo nombre real es Stephanie Clifford, ha actuado en más de 150 películas, la mayoría de ellas pornográficas. Originaria de Baton Rouge, Louisiana, se ha forjado una cómoda vida familiar en un barrio residencial de Dallas, Texas, donde vive con su tercer marido y su hijo. En su tiempo libre es una entusiasta amazona, un hobby que practica desde su niñez.
La gente que la recuerda de sus años adolescentes dice que siempre fue ambiciosa y competitiva. Prueba de ello es la cita que eligió para el anuario del instituto: "Todos nos llevaremos bien siempre y cuando ustedes se den cuenta de que soy Reina", cita el periódico New York Times.
Desde que comenzó en un club de striptease de Louisiana ha trabajado en todo tipo de sitios hasta convertirse en una estrella. Además, lleva más de 20 años escribiendo, dirigiendo y actuando en películas de adultos. Cuando conoció a Trump, era una de las actrices más populares de la industria, pero no era la primera vez que el porno y la política entraban en colisión en la vida de Daniels.
En 2009 quiso presentarse al Senado por Louisiana como rival de un senador implicado en un escándalo de prostitución con el eslogan de campaña "screwing people honestly" (jodiendo a la gente con honestidad). Sin embargo, su campaña nunca despegó, quizás en parte debido a una acusación de violencia doméstica por haber pegado presuntamente a su entonces marido y que fue rechazada más tarde. "Me tomo muy en serio a mi país y mi Gobierno", declaró Daniels en aquel momento a la televisión de Nueva Orleans.
También ha mostrado un alegre sentido del humor y disposición a reírse de sí misma. Habitualmente responde a los troles de Twitter con ingeniosas ocurrencias y recientemente realizó un breve cameo en el programa de entretenimiento Saturday Night Live interpretándose a sí misma en un sketch telefónico con Donald Trump, a quien daba vida Alec Baldwin.
Su trabajo cotidiano sólo está a una hora de Manhattan pero a un mundo de la burbuja política. Los carteles que anuncian su espectáculo en el Gossip Club en Long Island piden a los clientes "dejar la política en casa".
Entre los espectadores hay un grupo de mujeres que vinieron al club después de una reunión de la asociación de padres y profesores, hombres solos, parejas y un grupo de mujeres alborotadoras celebrando un cumpleaños.
Pero a medida que el humo de los cigarrillos flota en el aire y la gente mete billetes de dólar en las tangas, aquellos que no sabían que Stormy estaba actuando no pueden resistirse a hablar sobre ella. Y todo el mundo conoce su nombre.
"Es una mujer de negocios y está capitalizando el momento. Esto es América, ¿por qué no? Si puede hacerlo, que dios la bendiga", dice Paul Matthews, de 50 años.
"Nunca pensé que tendría una actriz de porno favorita", dice Stacey, una de las madres de la asociación que no quiere dar su apellido. "Quienquiera que pueda tumbar a Trump, no me importa quién sea. Espero que ella acabe con él y que al final esté bien", añade.
Una vez que comienza la actuación estrella, acaba la conversación sobre Trump. Aunque no es tan ágil como sus ejercicios de calentamiento, Stormy se gana al público con su carisma y sus dotes teatrales.
En la línea de la temática de la gira, la actuación es puro kitsch patriótico, desde su atuendo rojo, blanco y azul hasta la elección de las canciones. Cuando pisa el escenario suenan los acordes de la conocida "American Woman" de la banda de rock canadiense The Guess Who.
La mujer que muchos piensan podría echar del cargo al presidente lanza besos a los clientes que se encuentran alrededor del escenario y saluda a un grupo de mujeres que chilla alegremente. Antes de marcharse, se asegura de dar las gracias por cada dólar recibido.
Esta noche, los clientes de este club de striptease en Long Island han pagado 20 dólares para verla desnuda como parte de su gira nacional "Make America Horny Again" (cuya traducción sería algo así como "hacer América cachonda de nuevo").
Daniels, cuyo nombre real es Stephanie Clifford, ha actuado en más de 150 películas, la mayoría de ellas pornográficas. Originaria de Baton Rouge, Louisiana, se ha forjado una cómoda vida familiar en un barrio residencial de Dallas, Texas, donde vive con su tercer marido y su hijo. En su tiempo libre es una entusiasta amazona, un hobby que practica desde su niñez.
La gente que la recuerda de sus años adolescentes dice que siempre fue ambiciosa y competitiva. Prueba de ello es la cita que eligió para el anuario del instituto: "Todos nos llevaremos bien siempre y cuando ustedes se den cuenta de que soy Reina", cita el periódico New York Times.
Desde que comenzó en un club de striptease de Louisiana ha trabajado en todo tipo de sitios hasta convertirse en una estrella. Además, lleva más de 20 años escribiendo, dirigiendo y actuando en películas de adultos. Cuando conoció a Trump, era una de las actrices más populares de la industria, pero no era la primera vez que el porno y la política entraban en colisión en la vida de Daniels.
En 2009 quiso presentarse al Senado por Louisiana como rival de un senador implicado en un escándalo de prostitución con el eslogan de campaña "screwing people honestly" (jodiendo a la gente con honestidad). Sin embargo, su campaña nunca despegó, quizás en parte debido a una acusación de violencia doméstica por haber pegado presuntamente a su entonces marido y que fue rechazada más tarde. "Me tomo muy en serio a mi país y mi Gobierno", declaró Daniels en aquel momento a la televisión de Nueva Orleans.
También ha mostrado un alegre sentido del humor y disposición a reírse de sí misma. Habitualmente responde a los troles de Twitter con ingeniosas ocurrencias y recientemente realizó un breve cameo en el programa de entretenimiento Saturday Night Live interpretándose a sí misma en un sketch telefónico con Donald Trump, a quien daba vida Alec Baldwin.
Su trabajo cotidiano sólo está a una hora de Manhattan pero a un mundo de la burbuja política. Los carteles que anuncian su espectáculo en el Gossip Club en Long Island piden a los clientes "dejar la política en casa".
Entre los espectadores hay un grupo de mujeres que vinieron al club después de una reunión de la asociación de padres y profesores, hombres solos, parejas y un grupo de mujeres alborotadoras celebrando un cumpleaños.
Pero a medida que el humo de los cigarrillos flota en el aire y la gente mete billetes de dólar en las tangas, aquellos que no sabían que Stormy estaba actuando no pueden resistirse a hablar sobre ella. Y todo el mundo conoce su nombre.
"Es una mujer de negocios y está capitalizando el momento. Esto es América, ¿por qué no? Si puede hacerlo, que dios la bendiga", dice Paul Matthews, de 50 años.
"Nunca pensé que tendría una actriz de porno favorita", dice Stacey, una de las madres de la asociación que no quiere dar su apellido. "Quienquiera que pueda tumbar a Trump, no me importa quién sea. Espero que ella acabe con él y que al final esté bien", añade.
Una vez que comienza la actuación estrella, acaba la conversación sobre Trump. Aunque no es tan ágil como sus ejercicios de calentamiento, Stormy se gana al público con su carisma y sus dotes teatrales.
En la línea de la temática de la gira, la actuación es puro kitsch patriótico, desde su atuendo rojo, blanco y azul hasta la elección de las canciones. Cuando pisa el escenario suenan los acordes de la conocida "American Woman" de la banda de rock canadiense The Guess Who.
La mujer que muchos piensan podría echar del cargo al presidente lanza besos a los clientes que se encuentran alrededor del escenario y saluda a un grupo de mujeres que chilla alegremente. Antes de marcharse, se asegura de dar las gracias por cada dólar recibido.