Una roda de samba en Rio de Janeiro
André Correa decidió reunir aquí hace cinco años a varios amigos músicos para interpretar sambas poco comerciales y sus propias composiciones. Poco a poco, la 'roda de samba', como se conoce a estos conciertos en las calles, fue haciéndose más popular con un público democrático, que no excluye clases sociales.
"Mi idea inicial siempre fue la de una 'roda de samba' informal, llamé a músicos de varios puntos de la ciudad, de la zona sur, del suburbio, para que no quedara resquicio de una cosa no representantiva, y como tocamos en el centro de la ciudad el público es de lo más diverso", dice a la AFP Correa, de aire bonachón, que viste ojotas y una camiseta del campeón local, Fluminense.
Los preparativos no son muchos: sólo se necesita una mesa y un sistema básico de sonido. Es un encuentro distendido de estos seis músicos que comienzan a tocar sus instrumentos cuando aún no cayó el sol y la gente no ha llegado.
"Aquí se canta lo que se siente en el corazón en el momento, no herimos la tradición del samba, su ritmo, su armonía, viene del alma y de la inspiración", comenta Walmir Pimentel, un mulato de cabellos largos que toca la cuíca, el instrumento tradicional de sonido ronco, típico del samba.
"Si alguien pide una canción, la cantamos, porque eso es lo bonito del samba, esa improvisación, esa apertura, esa aglutinación, el samba no segrega, agrega", añade.
El evento es gratuito --los músicos tampoco cobran-- y poco a poco, mientras cae la noche, el lugar se va llenando hasta que no cabe un alfiler.
La mesa donde se sienta André y compañía está en el medio de una plaza a los pies de la 'Pedra do Sal', una enorme formación rocosa donde se desembarcaba la sal importada de Portugal en la colonia y se mantenía a negros esclavos.
La zona, conocida después como "Pequeña Africa", comenzó a poblarse con negros que emigraban de Bahía (noreste) a Rio de Janeiro.
"La 'Pedra do Sal' es donde nació el samba y representa algo parecido a Nueva Orleans para el jazz. La 'Pedra' es fundamental para entender la música brasileña", explica a la AFP Ghilerme Curi, músico e investigador de la materia en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ).
La 'Pedra' está ubicada en la abandonada zona portuaria de Rio, que atraviesa una profunda reforma de cara al Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
-- El coro popular que toma la 'Pedra' --
Danielle de Meio baila descalza con una soltura envidiable, mientras canta inspirada levantando los brazos al aire. "Es extraordinario", resume esta mulata despampanante de 32 años, que por más de cuatro años y medio viene acompañando religiosamente la 'roda' de los lunes.
"Independientemente de tener dinero o no, de estar estresado o no, vienes para acá, te relajas, te vas a dormir tranquilo y te despiertas mejor para trabajar", resume sonriente Dandarra Santana (28).
A pocos pasos están Cinara Marques (30) y Patricia Veras (35), dos chicas de Fortaleza (noreste), que de vacaciones en Rio querían tener un contacto directo con el samba.
"Llegar a Rio y no ir a una roda, es no venir a Rio. En Fortaleza escuchar samba es difícil, es más pagode (derivación del samba) y forró", comentan.
Y en un momento, el coro popular introduce afinados aplausos para acompañar una canción. Todo es improvisado aunque pareciera un gran musical ensayado.
"Cantar en grupo forma parte de la cultura negra, la música no pasa por lo singular sino lo plural. Es una tradición de siglos que se mantiene hasta hoy", indica Curi.
Las cervezas heladas se trasladan en baldes con hielo y una venta de comida bahiana y otra de pinchos de carne condimentan el ambiente. Y la música sigue retumbando en cada esquina, rindiendo homenaje a los grandes compositores que en ese mismo lugar dieron origen al más popular ritmo de Brasil. Aplausos.
"Mi idea inicial siempre fue la de una 'roda de samba' informal, llamé a músicos de varios puntos de la ciudad, de la zona sur, del suburbio, para que no quedara resquicio de una cosa no representantiva, y como tocamos en el centro de la ciudad el público es de lo más diverso", dice a la AFP Correa, de aire bonachón, que viste ojotas y una camiseta del campeón local, Fluminense.
Los preparativos no son muchos: sólo se necesita una mesa y un sistema básico de sonido. Es un encuentro distendido de estos seis músicos que comienzan a tocar sus instrumentos cuando aún no cayó el sol y la gente no ha llegado.
"Aquí se canta lo que se siente en el corazón en el momento, no herimos la tradición del samba, su ritmo, su armonía, viene del alma y de la inspiración", comenta Walmir Pimentel, un mulato de cabellos largos que toca la cuíca, el instrumento tradicional de sonido ronco, típico del samba.
"Si alguien pide una canción, la cantamos, porque eso es lo bonito del samba, esa improvisación, esa apertura, esa aglutinación, el samba no segrega, agrega", añade.
El evento es gratuito --los músicos tampoco cobran-- y poco a poco, mientras cae la noche, el lugar se va llenando hasta que no cabe un alfiler.
La mesa donde se sienta André y compañía está en el medio de una plaza a los pies de la 'Pedra do Sal', una enorme formación rocosa donde se desembarcaba la sal importada de Portugal en la colonia y se mantenía a negros esclavos.
La zona, conocida después como "Pequeña Africa", comenzó a poblarse con negros que emigraban de Bahía (noreste) a Rio de Janeiro.
"La 'Pedra do Sal' es donde nació el samba y representa algo parecido a Nueva Orleans para el jazz. La 'Pedra' es fundamental para entender la música brasileña", explica a la AFP Ghilerme Curi, músico e investigador de la materia en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ).
La 'Pedra' está ubicada en la abandonada zona portuaria de Rio, que atraviesa una profunda reforma de cara al Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
-- El coro popular que toma la 'Pedra' --
Danielle de Meio baila descalza con una soltura envidiable, mientras canta inspirada levantando los brazos al aire. "Es extraordinario", resume esta mulata despampanante de 32 años, que por más de cuatro años y medio viene acompañando religiosamente la 'roda' de los lunes.
"Independientemente de tener dinero o no, de estar estresado o no, vienes para acá, te relajas, te vas a dormir tranquilo y te despiertas mejor para trabajar", resume sonriente Dandarra Santana (28).
A pocos pasos están Cinara Marques (30) y Patricia Veras (35), dos chicas de Fortaleza (noreste), que de vacaciones en Rio querían tener un contacto directo con el samba.
"Llegar a Rio y no ir a una roda, es no venir a Rio. En Fortaleza escuchar samba es difícil, es más pagode (derivación del samba) y forró", comentan.
Y en un momento, el coro popular introduce afinados aplausos para acompañar una canción. Todo es improvisado aunque pareciera un gran musical ensayado.
"Cantar en grupo forma parte de la cultura negra, la música no pasa por lo singular sino lo plural. Es una tradición de siglos que se mantiene hasta hoy", indica Curi.
Las cervezas heladas se trasladan en baldes con hielo y una venta de comida bahiana y otra de pinchos de carne condimentan el ambiente. Y la música sigue retumbando en cada esquina, rindiendo homenaje a los grandes compositores que en ese mismo lugar dieron origen al más popular ritmo de Brasil. Aplausos.