"Estamos negociando con China para llegar a un acuerdo sobre la llegada de miles de trabajadores suplementarios. De momento estas conversaciones han tropezado en varios temas como el empleo de estos inmigrantes en las implantaciones de Judea-Samaria", el nombre que dan los israelíes a Cisjordania, afirmó este responsable, que pidió el anonimato.
"Pekín pide que nos comprometamos a que [los trabajadores] no estarán empleados en esta región, lo que supone un problema", agregó.
Hasta ahora, los trabajadores chinos viajaban a Israel en el marco de contratos privados cerrados entre empresas israelíes y chinas. Los dos países empezaron hace año y medio negociaciones sobre un acuerdo para crear contratos de trabajo para inmigrantes chinos.
El gobierno de Benjamin Netanyahu difícilmente podrá aceptar la condición planteada por China al no disponer de una mayoría en el parlamento, lo que le hace estar en manos del lobby de los colonos.
El responsable aseguró que la solicitud de Pekín "no tiene ninguna relación con la campaña mundial lanzada por BDS", las siglas de Boicot, Desinversión y Sanciones, un grupo de oenegés que pide que se boicotee a Israel para denunciar la ocupación de los territorios palestinos.
Las construcciones en las colonias, donde viven unos 400.000 israelíes, representan el 3% del conjunto de las construcciones en marcha en Israel, según la Oficina Central de Estadísticas.
Este desacuerdo se produce en un contexto tenso: en los últimos días, un gran sindicato de estudiantes británico se ha unido al BDS y los palestinos han intentado obtener que se suspenda a Israel en la Fifa.
Por otro lado, una polémica estalló con el presidente del grupo francés Orange, Stéphane Richard, que afirmó que quería poner fin al contrato de licencia que vincula la marca Orange con la compañía israelí Partner. Sus declaraciones fueron interpretadas como un deseo de abandonar Israel, algo que Richard negó.
Según el responsable israelí, la petición china "parece más bien relacionada con la posición diplomática de Pekín, que apoya la creación de un Estado palestino y que se opone a la presencia de Israel" en Cisjordania.
En un primer momento, Israel deseaba, según el diario Haaretz, aumentar en 8.000 el número de albañiles e incrementarlo después hasta los 15.000, con el fin de acelerar la construcción de viviendas y provocar una bajada de los precios. Pero sin acuerdo con China, alcanzar ese objetivo parece prácticamente imposible.
"Pekín pide que nos comprometamos a que [los trabajadores] no estarán empleados en esta región, lo que supone un problema", agregó.
Hasta ahora, los trabajadores chinos viajaban a Israel en el marco de contratos privados cerrados entre empresas israelíes y chinas. Los dos países empezaron hace año y medio negociaciones sobre un acuerdo para crear contratos de trabajo para inmigrantes chinos.
El gobierno de Benjamin Netanyahu difícilmente podrá aceptar la condición planteada por China al no disponer de una mayoría en el parlamento, lo que le hace estar en manos del lobby de los colonos.
El responsable aseguró que la solicitud de Pekín "no tiene ninguna relación con la campaña mundial lanzada por BDS", las siglas de Boicot, Desinversión y Sanciones, un grupo de oenegés que pide que se boicotee a Israel para denunciar la ocupación de los territorios palestinos.
Las construcciones en las colonias, donde viven unos 400.000 israelíes, representan el 3% del conjunto de las construcciones en marcha en Israel, según la Oficina Central de Estadísticas.
Este desacuerdo se produce en un contexto tenso: en los últimos días, un gran sindicato de estudiantes británico se ha unido al BDS y los palestinos han intentado obtener que se suspenda a Israel en la Fifa.
Por otro lado, una polémica estalló con el presidente del grupo francés Orange, Stéphane Richard, que afirmó que quería poner fin al contrato de licencia que vincula la marca Orange con la compañía israelí Partner. Sus declaraciones fueron interpretadas como un deseo de abandonar Israel, algo que Richard negó.
Según el responsable israelí, la petición china "parece más bien relacionada con la posición diplomática de Pekín, que apoya la creación de un Estado palestino y que se opone a la presencia de Israel" en Cisjordania.
En un primer momento, Israel deseaba, según el diario Haaretz, aumentar en 8.000 el número de albañiles e incrementarlo después hasta los 15.000, con el fin de acelerar la construcción de viviendas y provocar una bajada de los precios. Pero sin acuerdo con China, alcanzar ese objetivo parece prácticamente imposible.