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Política
El ex general Cetin Dogan, a la izquierda.
La corte de Silivri, a unos 50 km al oeste de Estambul, dictó penas de 20 años de prisión para el "cerebro" del complot: el ex general Cetin Dogan, antiguo comandante del primer ejército, y los ex jefes de la fuerza aérea y de la marina, Ibrahim Firtina y Ozden Ornek.
Ante una multitud de familiares estupefactos, el tribunal condenó a 78 oficiales a 18 años y a otros 246 a 16 años de reclusión. Veintiocho de ellos se beneficiaron de una remisión de condena a 12 años por buena conducta.
Todos fueron declarados culpables, en distintos grados, de "intento de impedir por la fuerza la acción del gobierno de la República", un delito sancionable con cadena perpetua pero que se redujo la pena porque el delito, independientemente de la voluntad de los acusados, no se cometió, explicó la corte.
La mayoría de los acusados tiene prohibida de por vida la actividad en el sector público. Treinta y cuatro detenidos fueron absueltos.
Luego de conocerse las condenas, los parientes de los acusados abuchearon a los magistrados. Los acusados saludaron a sus familiares, algunos de ellos con el puño levantado. Desde el lugar donde se encontraba el público volaron algunas botellas de agua hacia la corte y una parte de los asistentes entonó el himno nacional.
"Esta decisión será arrojada a los cubos de la basura de la historia judicial. Nuestro combate continúa, no lo abandonaremos", proclamó la esposa del principal condenado, Nilgun Dogan. "Turquía está orgullosa de vosotros", lanzaron decenas de personas al paso de los autobuses que llevaban los condenados de vuelta a su lugar de detención.
Los 365 oficiales en activo o retirados, muchos de ellos antiguos altos mandos del ejército, eran juzgados desde diciembre de 2010 por su participación en un complot conocido con el nombre de "Mazo de herrero". De ellos, 250 se encontraban en detención provisional.
Según el veredicto, el objetivo de la conspiración era expulsar al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) del poder, al que había llegado un año antes. Preveía una serie de atentados destinados a sembrar el caos en Turquía y a justificar una intervención del ejército.
Pero los inculpados contestaron esta versión de los hechos, y aseguraron que no se trataba más que de un modelo de ejercicio como suele diseñar el ejército, y denunció el uso de falsas pruebas para meterlos en la cárcel.
Este proceso forma parte de una serie de polémicas diligencias por complot que desde 2007 irrumpen en la vida judicial turca, ya que ataca frontalmente a un ejército hasta entonces intocable, guardián autoproclamado del laicismo en un país con una población mayoritariamente musulmana.
Incluso antes de que se conociera la sentencia, los círculos que defienden la herencia laica denunciaban una caza de brujas destinada a acallar a la oposición y facilitar la islamización subrepticia del país.
Para los círculos progubernamentales, generalmente conservadores y religiosos, los juicios de estos últimos años constituyen, por el contrario, un progreso hacia la democratización de Turquía y el respeto del estado de derecho frente a un ejército que dio cuatro golpes de Estado en medio siglo.
A una pregunta de la prensa, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan se negó a comentar el veredicto pronunciado contra los militares condenados por haber amenazado su gobierno y recordó que ellos aún podían apelar. "Hay que esperar a ver la decisión de la corte suprema de apelación", insistió. Y añadió: "Todos esperamos una decisión justa de su parte".
Ante una multitud de familiares estupefactos, el tribunal condenó a 78 oficiales a 18 años y a otros 246 a 16 años de reclusión. Veintiocho de ellos se beneficiaron de una remisión de condena a 12 años por buena conducta.
Todos fueron declarados culpables, en distintos grados, de "intento de impedir por la fuerza la acción del gobierno de la República", un delito sancionable con cadena perpetua pero que se redujo la pena porque el delito, independientemente de la voluntad de los acusados, no se cometió, explicó la corte.
La mayoría de los acusados tiene prohibida de por vida la actividad en el sector público. Treinta y cuatro detenidos fueron absueltos.
Luego de conocerse las condenas, los parientes de los acusados abuchearon a los magistrados. Los acusados saludaron a sus familiares, algunos de ellos con el puño levantado. Desde el lugar donde se encontraba el público volaron algunas botellas de agua hacia la corte y una parte de los asistentes entonó el himno nacional.
"Esta decisión será arrojada a los cubos de la basura de la historia judicial. Nuestro combate continúa, no lo abandonaremos", proclamó la esposa del principal condenado, Nilgun Dogan. "Turquía está orgullosa de vosotros", lanzaron decenas de personas al paso de los autobuses que llevaban los condenados de vuelta a su lugar de detención.
Los 365 oficiales en activo o retirados, muchos de ellos antiguos altos mandos del ejército, eran juzgados desde diciembre de 2010 por su participación en un complot conocido con el nombre de "Mazo de herrero". De ellos, 250 se encontraban en detención provisional.
Según el veredicto, el objetivo de la conspiración era expulsar al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) del poder, al que había llegado un año antes. Preveía una serie de atentados destinados a sembrar el caos en Turquía y a justificar una intervención del ejército.
Pero los inculpados contestaron esta versión de los hechos, y aseguraron que no se trataba más que de un modelo de ejercicio como suele diseñar el ejército, y denunció el uso de falsas pruebas para meterlos en la cárcel.
Este proceso forma parte de una serie de polémicas diligencias por complot que desde 2007 irrumpen en la vida judicial turca, ya que ataca frontalmente a un ejército hasta entonces intocable, guardián autoproclamado del laicismo en un país con una población mayoritariamente musulmana.
Incluso antes de que se conociera la sentencia, los círculos que defienden la herencia laica denunciaban una caza de brujas destinada a acallar a la oposición y facilitar la islamización subrepticia del país.
Para los círculos progubernamentales, generalmente conservadores y religiosos, los juicios de estos últimos años constituyen, por el contrario, un progreso hacia la democratización de Turquía y el respeto del estado de derecho frente a un ejército que dio cuatro golpes de Estado en medio siglo.
A una pregunta de la prensa, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan se negó a comentar el veredicto pronunciado contra los militares condenados por haber amenazado su gobierno y recordó que ellos aún podían apelar. "Hay que esperar a ver la decisión de la corte suprema de apelación", insistió. Y añadió: "Todos esperamos una decisión justa de su parte".
