Saad AlHariri
Saad Hariri, de 39 años, se dedicaba hace un lustro a boyantes negocios -su fortuna supera los 4.000 millones de dólares-, pero, con el acuerdo de toda su familia, optó por asumir la herencia política de su padre. Su coalición electoral ganó, en junio, las últimas legislativas y cinco meses después logró, por fin, formar Gobierno. Ayer concluyó su primera visita a España como primer ministro.
¿Sus viajes a Siria constituyen el triunfo de la realpolitik? "No, son el triunfo de la creación de un tribunal especial para Líbano que investiga el asesinato de mi padre y de otras personalidades libanesas y juzgará a sus responsables", responde Saad Hariri.
"Gracias a esa instancia se evita adentrarnos por el camino de la venganza que sólo conduce a más venganza", prosigue. "Es verdad que hubo tensiones entre nuestros dos países". "Pero pese a esas desavenencias pasadas, Líbano y Siria tenemos muchos intereses en común", recalca.
Tras el asesinato de Hariri, el 14 de febrero de 2005, el Ejército sirio se retiró de Líbano y el presidente Bachir el Assad reconoció la soberanía de su vecino y hasta abrió una embajada siria en Beirut. Saad Hariri viaja ahora a Damasco y confía "en que antes de fin de año el jefe de Estado sirio visite a su vez Líbano". "La normalización será total".
Instaurado hace ya casi cinco años, el tribunal especial no ha acusado aún a nadie del asesinato de Rafic Hariri. ¿No está paralizado? El hijo lo niega: "No, sigue trabajando sobre ese y otros atentados. Eso lleva tiempo. Sigo confiado".
La clase política libanesa sospechó de que Siria podía estar detrás de aquel asesinato, pero las investigaciones no han demostrado nada hasta ahora.
"Eso son especulaciones de los periódicos", replica el primer ministro. No en balde, en su Gobierno de coalición Hezbolá ostenta dos carteras secundarias. La formación chií es la única que no se desarmó tras el final de la guerra civil libanesa y posee un auténtico ejército -con 40.000 cohetes, según Israel- en el sur del país.
¿Le incomoda esta situación? "Mire, Hezbolá votó la confianza a mi Gobierno en cuyo programa figura la aplicación de la resolución 1.701", que hace un llamamiento al desarme de esa formación. "Hay una mesa de diálogo para avanzar en esa vía".
Hezbolá grita con frecuencia al lobo israelí que va a invadir de nuevo Líbano. ¿Lo teme usted? "Yo escucho no a Hezbolá, sino al propio Israel, que formula esa amenaza que me tomo muy en serio", contesta Hariri.
"Es, entre otras cosas, para eso para que lo vine a España", explica el primer ministro. "Pido a los países amigos que presionen a Israel para que no ponga en práctica sus amenazas", afirma. "Perjudican la inversión extranjera y el turismo en Líbano", dice. "Perjudican nuestra estabilidad".
Para proteger el sur de Líbano está la FINUL (contingente de la ONU) en el que España desempeña un papel destacado. ¿No? "Sí hace un gran trabajo y gracias a ella no ha sucedido gran cosa en la zona desde hace cuatro años", reconoce Hariri. "Pero podría ir más allá a la hora de evitar las incursiones aéreas y marítimas" de Israel.
¿Sus viajes a Siria constituyen el triunfo de la realpolitik? "No, son el triunfo de la creación de un tribunal especial para Líbano que investiga el asesinato de mi padre y de otras personalidades libanesas y juzgará a sus responsables", responde Saad Hariri.
"Gracias a esa instancia se evita adentrarnos por el camino de la venganza que sólo conduce a más venganza", prosigue. "Es verdad que hubo tensiones entre nuestros dos países". "Pero pese a esas desavenencias pasadas, Líbano y Siria tenemos muchos intereses en común", recalca.
Tras el asesinato de Hariri, el 14 de febrero de 2005, el Ejército sirio se retiró de Líbano y el presidente Bachir el Assad reconoció la soberanía de su vecino y hasta abrió una embajada siria en Beirut. Saad Hariri viaja ahora a Damasco y confía "en que antes de fin de año el jefe de Estado sirio visite a su vez Líbano". "La normalización será total".
Instaurado hace ya casi cinco años, el tribunal especial no ha acusado aún a nadie del asesinato de Rafic Hariri. ¿No está paralizado? El hijo lo niega: "No, sigue trabajando sobre ese y otros atentados. Eso lleva tiempo. Sigo confiado".
La clase política libanesa sospechó de que Siria podía estar detrás de aquel asesinato, pero las investigaciones no han demostrado nada hasta ahora.
"Eso son especulaciones de los periódicos", replica el primer ministro. No en balde, en su Gobierno de coalición Hezbolá ostenta dos carteras secundarias. La formación chií es la única que no se desarmó tras el final de la guerra civil libanesa y posee un auténtico ejército -con 40.000 cohetes, según Israel- en el sur del país.
¿Le incomoda esta situación? "Mire, Hezbolá votó la confianza a mi Gobierno en cuyo programa figura la aplicación de la resolución 1.701", que hace un llamamiento al desarme de esa formación. "Hay una mesa de diálogo para avanzar en esa vía".
Hezbolá grita con frecuencia al lobo israelí que va a invadir de nuevo Líbano. ¿Lo teme usted? "Yo escucho no a Hezbolá, sino al propio Israel, que formula esa amenaza que me tomo muy en serio", contesta Hariri.
"Es, entre otras cosas, para eso para que lo vine a España", explica el primer ministro. "Pido a los países amigos que presionen a Israel para que no ponga en práctica sus amenazas", afirma. "Perjudican la inversión extranjera y el turismo en Líbano", dice. "Perjudican nuestra estabilidad".
Para proteger el sur de Líbano está la FINUL (contingente de la ONU) en el que España desempeña un papel destacado. ¿No? "Sí hace un gran trabajo y gracias a ella no ha sucedido gran cosa en la zona desde hace cuatro años", reconoce Hariri. "Pero podría ir más allá a la hora de evitar las incursiones aéreas y marítimas" de Israel.