De esta forma, despejaron el sur del país para el Ejército en la frontera con los Altos del Golán, ocupados por Israel.
El acuerdo prevé, entre otros aspectos, que los rebeldes entreguen su armamento pesado y que los refugiados puedan retornar a sus pueblos. De esta forma, el presidente sirio, Bashar al Assad, podrá volver a asegurar su poder, que estuvo en riesgo temporalmente durante la guerra.
Los combatientes de la oposición podrán trasladarse a la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, que sigue bajo control rebelde. Las tropas del Gobierno habían iniciado en junio una ofensiva en el área de Quneitra y en las últimas semanas recuperaron varias localidades.
Con este acuerdo, los insurgentes han perdido casi todo el territorio que estaba bajo su control en el sur de Siria. Solo una filial de la milicia terrorista Estado Islámico aún controla una pequeña zona en el sur, fronteriza con los Altos del Golán.
El Gobierno israelí está alarmado porque no quiere que fuerzas iraníes que apoyan al Gobierno del presidente Bashar al Asad avancen hasta la frontera. Irán y Rusia son los principales aliados del régimen sirio.
Teherán financia entre otras a la milicia chiita libanesa Hizbolá, que está enemistada con Israel y lucha en Siria junto a las tropas del Gobierno. El primer ministro israelí, Benjamin Netanjahu, advirtió apenas hace una semana durante una visita a Moscú de la presencia de Irán en Siria.
De acuerdo con un portavoz de la oposición, el Ejército no se desplazará hasta las localidades de la provincia de Quneitra controladas hasta ahora por rebeldes.
Israel no tiene ningún problema en tener en su frontera a Al Qaida y al Estado Islámico (Daesh) durante más de cinco años. De hecho les ha apoyado para así destruir a la alianza de Siria e Irán, que no reconoce a Israel y apoya a la resistencia antiisraelí, tanto en Palestina como en Líbano.
Desde 2011 murieron en el conflicto más de 400.000 personas y millones tuvieron que huir de sus hogares. Por momentos parecía que Al Qaida y Daesh iban a derrocar a Asad, pero el presidente logró con ayuda rusa e iraní volver a controlar grandes partes del país, entre ellas todas las ciudades importantes.
Las milicias opositoras ya sólo están presentes, además de en la provincia de Idlib, en una zona en el norte del país que dominan junto al Ejército turco. Observadores sirios creen que de ahora en adelante, las tropas del Gobierno sirio avanzarán sobre Idlib.
Allí comenzó el jueves la evacuación de dos localidades que aún estaban en manos de tropas leales al Gobierno, asediadas por rebeldes desde 2015, informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Según el Observatorio, varias ambulancias evacuaron a pacientes de las poblaciones de Al Foua y Kfarya en virtud de un acuerdo pactado entre el Gobierno en Damasco y rebeldes. En los dos pueblos viven unas 7.000 personas, en su mayoría musulmanes chiitas.
El acuerdo prevé la evacuación de miles de personas en tres fases y, como contrapartida, la puesta en libertad de unos 1.500 opositores recluidos en cárceles del Gobierno. El acuerdo había sido mediado por Rusia, aliado clave del presidente sirio, y Turquía, que apoya a un sector de la oposición siria.
El acuerdo prevé, entre otros aspectos, que los rebeldes entreguen su armamento pesado y que los refugiados puedan retornar a sus pueblos. De esta forma, el presidente sirio, Bashar al Assad, podrá volver a asegurar su poder, que estuvo en riesgo temporalmente durante la guerra.
Los combatientes de la oposición podrán trasladarse a la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, que sigue bajo control rebelde. Las tropas del Gobierno habían iniciado en junio una ofensiva en el área de Quneitra y en las últimas semanas recuperaron varias localidades.
Con este acuerdo, los insurgentes han perdido casi todo el territorio que estaba bajo su control en el sur de Siria. Solo una filial de la milicia terrorista Estado Islámico aún controla una pequeña zona en el sur, fronteriza con los Altos del Golán.
El Gobierno israelí está alarmado porque no quiere que fuerzas iraníes que apoyan al Gobierno del presidente Bashar al Asad avancen hasta la frontera. Irán y Rusia son los principales aliados del régimen sirio.
Teherán financia entre otras a la milicia chiita libanesa Hizbolá, que está enemistada con Israel y lucha en Siria junto a las tropas del Gobierno. El primer ministro israelí, Benjamin Netanjahu, advirtió apenas hace una semana durante una visita a Moscú de la presencia de Irán en Siria.
De acuerdo con un portavoz de la oposición, el Ejército no se desplazará hasta las localidades de la provincia de Quneitra controladas hasta ahora por rebeldes.
Israel no tiene ningún problema en tener en su frontera a Al Qaida y al Estado Islámico (Daesh) durante más de cinco años. De hecho les ha apoyado para así destruir a la alianza de Siria e Irán, que no reconoce a Israel y apoya a la resistencia antiisraelí, tanto en Palestina como en Líbano.
Desde 2011 murieron en el conflicto más de 400.000 personas y millones tuvieron que huir de sus hogares. Por momentos parecía que Al Qaida y Daesh iban a derrocar a Asad, pero el presidente logró con ayuda rusa e iraní volver a controlar grandes partes del país, entre ellas todas las ciudades importantes.
Las milicias opositoras ya sólo están presentes, además de en la provincia de Idlib, en una zona en el norte del país que dominan junto al Ejército turco. Observadores sirios creen que de ahora en adelante, las tropas del Gobierno sirio avanzarán sobre Idlib.
Allí comenzó el jueves la evacuación de dos localidades que aún estaban en manos de tropas leales al Gobierno, asediadas por rebeldes desde 2015, informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Según el Observatorio, varias ambulancias evacuaron a pacientes de las poblaciones de Al Foua y Kfarya en virtud de un acuerdo pactado entre el Gobierno en Damasco y rebeldes. En los dos pueblos viven unas 7.000 personas, en su mayoría musulmanes chiitas.
El acuerdo prevé la evacuación de miles de personas en tres fases y, como contrapartida, la puesta en libertad de unos 1.500 opositores recluidos en cárceles del Gobierno. El acuerdo había sido mediado por Rusia, aliado clave del presidente sirio, y Turquía, que apoya a un sector de la oposición siria.