Museo de Orsay
Según el presidente del museo, el historiador de arte Guy Cogéval, la renovación efectuada en casi la mitad de los espacios del edificio -una antigua estación de ferrocariles, que acoge desde hace 25 años una de las colecciones del arte del siglo XIX más importantes- equivale a un verdadero "renacimiento".
"Almuerzo en la hierba", de Manet, "Los jugadores de cartas", de Cézanne, las bailarinas del Moulin Rouge retratadas por Renoir, ya no cuelgan en los estrechos corredores de color beige donde se agolpaban los visitantes para admirar esas obras maestras, que estaban iluminadas sólo por la luz del sol.
Ahora, esos lienzos resurgen en todo su esplendor en una nueva galería, más íntima e iluminada por una luz artificial que reproduce toda la riqueza de la luz del sol, y que permite capturar los matices en el colorido de las obras maestras expuestas.
Y el elegante color gris antracita de las paredes -que cambia de matiz según la luz- es el fondo perfecto para que resalten la luminosidad y los detalles de los lienzos de los pintores impresionistas, se comprueba en una visita al museo ubicado en la margen izquierda del Sena.
Esa galería impresionista, ubicada en el quinto piso del nuevo museo y que ha sido diseñada por el arquitecto francés Jean-Michel Wilmotte, es la joya de los trabajos de renovación del museo.
El arquitecto explicó durante una visita al museo que la "búsqueda de la luz y del color" fueron las principales preocupaciones que guiaron la renovación del museo, que requirió grandes negociaciones y que costó unos 20 millones de euros (unos 27 millones de dólares).
Unas dos terceras partes de esa suma fue financiada por el museo mismo, y el resto por el Estado.
El café, situado detrás de uno de los grandes relojes del museo y que ofrece ahora una atmósfera marina, fue totalmente rediseñado por los hermanos brasileños Humberto y Fernando Campana, que abrieron su primer gabinete de diseño hace 20 años en Sao Paulo.
Los creadores brasileños, que se han hecho un nombre en el paisaje del diseño contemporáneo internacional gracias a sus muebles y objetos depurados, fabricados con materiales reciclados, han ganado ahora nuevos blasones con esta renovación inspirada en "Veinte mil leguas de viaje submarino", de Julio Verne.
Hasta ahora se ha renovado alrededor de un 40% de la superficie del museo, que se extiende en unos 18.000 metros. También se han cambiado de lugar unas 1.000 obras, de las 1.800 con que cuenta el museo, indicó la dirección del establecimiento.
El museo d'Orsay ha ganado también un nuevo espacio de exposición, el Pabellón Amont, de unos dos mil metros cuadrados y pintado de un audaz rojo, donde se presentará el arte decorativo internacional de los años 1900 que estaba almacenado en las reservas del museo.
Pero sobre todo, con esta metamorfosis, el nuevo museo d'Orsay ha ganado una buena dosis de magia, que espera le permitirá atraer ya no a tres millones de visitantes anuales, como ahora, sino a cuatro millones de admiradores.
"Almuerzo en la hierba", de Manet, "Los jugadores de cartas", de Cézanne, las bailarinas del Moulin Rouge retratadas por Renoir, ya no cuelgan en los estrechos corredores de color beige donde se agolpaban los visitantes para admirar esas obras maestras, que estaban iluminadas sólo por la luz del sol.
Ahora, esos lienzos resurgen en todo su esplendor en una nueva galería, más íntima e iluminada por una luz artificial que reproduce toda la riqueza de la luz del sol, y que permite capturar los matices en el colorido de las obras maestras expuestas.
Y el elegante color gris antracita de las paredes -que cambia de matiz según la luz- es el fondo perfecto para que resalten la luminosidad y los detalles de los lienzos de los pintores impresionistas, se comprueba en una visita al museo ubicado en la margen izquierda del Sena.
Esa galería impresionista, ubicada en el quinto piso del nuevo museo y que ha sido diseñada por el arquitecto francés Jean-Michel Wilmotte, es la joya de los trabajos de renovación del museo.
El arquitecto explicó durante una visita al museo que la "búsqueda de la luz y del color" fueron las principales preocupaciones que guiaron la renovación del museo, que requirió grandes negociaciones y que costó unos 20 millones de euros (unos 27 millones de dólares).
Unas dos terceras partes de esa suma fue financiada por el museo mismo, y el resto por el Estado.
El café, situado detrás de uno de los grandes relojes del museo y que ofrece ahora una atmósfera marina, fue totalmente rediseñado por los hermanos brasileños Humberto y Fernando Campana, que abrieron su primer gabinete de diseño hace 20 años en Sao Paulo.
Los creadores brasileños, que se han hecho un nombre en el paisaje del diseño contemporáneo internacional gracias a sus muebles y objetos depurados, fabricados con materiales reciclados, han ganado ahora nuevos blasones con esta renovación inspirada en "Veinte mil leguas de viaje submarino", de Julio Verne.
Hasta ahora se ha renovado alrededor de un 40% de la superficie del museo, que se extiende en unos 18.000 metros. También se han cambiado de lugar unas 1.000 obras, de las 1.800 con que cuenta el museo, indicó la dirección del establecimiento.
El museo d'Orsay ha ganado también un nuevo espacio de exposición, el Pabellón Amont, de unos dos mil metros cuadrados y pintado de un audaz rojo, donde se presentará el arte decorativo internacional de los años 1900 que estaba almacenado en las reservas del museo.
Pero sobre todo, con esta metamorfosis, el nuevo museo d'Orsay ha ganado una buena dosis de magia, que espera le permitirá atraer ya no a tres millones de visitantes anuales, como ahora, sino a cuatro millones de admiradores.