Desde el 14 de febrero de 2011, la mayoría chiita del país más pequeño del Golfo, estrecho aliado de Estados Unidos, reclama la instauración de una monarquía constitucional.
En plena Primavera Árabe, la dinastía sunita había aplastado esas protestas en forma sangrienta con el apoyo militar de Arabia Saudita.
"Con el alma, con la sangre, nos sacrificamos por ti Bahréin" o "Abajo Hamad", el rey sunita, eran las consignas que gritaban los manifestantes, convocados por la Coalición del 14 de febrero, un movimiento muy activo en las redes sociales.
La policía cortó los accesos a Manama, la capital de Bahréin, para impedir la llegada de los manifestantes.
El jefe de la seguridad pública, el general Tariq al Hassan había lanzado en la víspera un llamado a la población a que se mantuviera alejada de las manifestaciones.
Dirigido por la dinastía sunita Al Jalifa, Bahréin acoge la V Flota de Estados Unidos.
Al menos 89 personas murieron en disturbios reprimidos por las fuerzas de seguridad en los últimos cuatro años, mientras que cientos de opositores fueron arrestados y juzgados, según las ONG.