
La economía ha conocido un rápido desarrollo, pero sigue dependiendo enteramente de las exportaciones de petróleo, mientras que el desastroso estado de los servicios básicos, como el suministro de agua y electricidad, exaspera a la población.
Durante los ocho años que siguieron a la invasión dirigida por Estados Unidos fue necesario reconstruir enteramente el ejército y las fuerzas de seguridad, e instalar un nuevo sistema político, dirigido por los partidos chiitas, en lugar del régimen del partido único, el Partido Árabe Socialista, el baaz, de Sadam Husein.
Irak cuenta actualmente con un Parlamento, donde los debates son a veces muy intensos, así como elecciones multipartidistas y fuerzas de seguridad de más de 900.000 hombres.
La retirada estadounidense, inscrita en un tratado bilateral de 2008, es la última etapa de la intervención extranjera iniciada en 2003 sin la autorización de las Naciones Unidas. Esta fuerza ha cambiado varias veces de misión, hasta mediados de 2010, cuando Estados Unidos, último de los 40 países de la coalición en tener aún soldados en Irak, anunció el final de sus operaciones de combate.
Con la partida de los estadounidenses, las fuerzas iraquíes pierden un apoyo logístico, especialmente helicópteros, así como el espionaje tecnológico.
Pero según responsables estadounidenses e iraquíes, Irak ha creado unas fuerzas de seguridad capacitadas para enfrentarse a las amenazas internas, pese a una persistente violencia. Por el contrario, el país no estará en medida, antes de 2020 al menos, de defender sus fronteras, su espacio aéreo y sus aguas territoriales.
La violencia ha netamente disminuido con respecto a lo ocurrido durante 2006 y 2007, en el auge de la guerra confesional, pero los atentados con bombas y los asesinatos continúan, y los insurgentes son capaces aún de llevar a cabo acciones espectaculares.
La búsqueda de un consenso entre confesiones y etnias frena la adopción de reformas cruciales, como la privatización de la economía, la ley sobre el petróleo y el gas, sin hablar de territorios que se disputan el gobierno central y el de la región autónoma de Kurdistán (norte).
Pese a todo, la economía se ha desarrollado considerablemente gracias sobre todo a las exportaciones de petróleo que deben alcanzar el año próximo a 2,6 millones de barriles diarios, con un barril en torno a los 100 dólares.
Pero si las arcas del Estado se llenan, el desempleo persiste en torno al 15%, y según un informe de la ONU, "la reducción de la pobreza en Irak pasa por una diversificación a mediano y a largo plazo".
Esta escasez de trabajo se combina con frecuentes "apagones" y con la falta de agua potable, y sobre todo con una endémica corrupción. Irak figura entre los países más corruptos del mundo. El jefe de la comisión de lucha contra este problema renunció ante la poca voluntad de los responsables políticos de ayudarle.
En una región en plena mutación, las relaciones de Irak con sus vecinos han mejorado. Las relaciones comerciales y turísticas con Irán, de mayoría chiita como Irak, son estables, pero Washington acusa a Teherán de influir sobre Bagdad y de financiar milicias armadas, lo que Irán desmiente.
Al oeste, Irak adoptó un actitud prudente con Siria, cuyo régimen reprime con sangre un movimiento de rebelión sin precedentes.
Irak no votó las sanciones contra el régimen sirio, ya que se trata de un socio comercial muy importante y además porque Bagdad teme una reanudación de la guerra confesional en su territorio si los sunitas, mayoritarios en Siria, toman el poder en Damasco.
Se espera que las relaciones sigan siendo fuertes con Estados Unidos, un país que tiene intenciones de conservar 16.000 personas en su mayor embajada en el mundo.
Durante los ocho años que siguieron a la invasión dirigida por Estados Unidos fue necesario reconstruir enteramente el ejército y las fuerzas de seguridad, e instalar un nuevo sistema político, dirigido por los partidos chiitas, en lugar del régimen del partido único, el Partido Árabe Socialista, el baaz, de Sadam Husein.
Irak cuenta actualmente con un Parlamento, donde los debates son a veces muy intensos, así como elecciones multipartidistas y fuerzas de seguridad de más de 900.000 hombres.
La retirada estadounidense, inscrita en un tratado bilateral de 2008, es la última etapa de la intervención extranjera iniciada en 2003 sin la autorización de las Naciones Unidas. Esta fuerza ha cambiado varias veces de misión, hasta mediados de 2010, cuando Estados Unidos, último de los 40 países de la coalición en tener aún soldados en Irak, anunció el final de sus operaciones de combate.
Con la partida de los estadounidenses, las fuerzas iraquíes pierden un apoyo logístico, especialmente helicópteros, así como el espionaje tecnológico.
Pero según responsables estadounidenses e iraquíes, Irak ha creado unas fuerzas de seguridad capacitadas para enfrentarse a las amenazas internas, pese a una persistente violencia. Por el contrario, el país no estará en medida, antes de 2020 al menos, de defender sus fronteras, su espacio aéreo y sus aguas territoriales.
La violencia ha netamente disminuido con respecto a lo ocurrido durante 2006 y 2007, en el auge de la guerra confesional, pero los atentados con bombas y los asesinatos continúan, y los insurgentes son capaces aún de llevar a cabo acciones espectaculares.
La búsqueda de un consenso entre confesiones y etnias frena la adopción de reformas cruciales, como la privatización de la economía, la ley sobre el petróleo y el gas, sin hablar de territorios que se disputan el gobierno central y el de la región autónoma de Kurdistán (norte).
Pese a todo, la economía se ha desarrollado considerablemente gracias sobre todo a las exportaciones de petróleo que deben alcanzar el año próximo a 2,6 millones de barriles diarios, con un barril en torno a los 100 dólares.
Pero si las arcas del Estado se llenan, el desempleo persiste en torno al 15%, y según un informe de la ONU, "la reducción de la pobreza en Irak pasa por una diversificación a mediano y a largo plazo".
Esta escasez de trabajo se combina con frecuentes "apagones" y con la falta de agua potable, y sobre todo con una endémica corrupción. Irak figura entre los países más corruptos del mundo. El jefe de la comisión de lucha contra este problema renunció ante la poca voluntad de los responsables políticos de ayudarle.
En una región en plena mutación, las relaciones de Irak con sus vecinos han mejorado. Las relaciones comerciales y turísticas con Irán, de mayoría chiita como Irak, son estables, pero Washington acusa a Teherán de influir sobre Bagdad y de financiar milicias armadas, lo que Irán desmiente.
Al oeste, Irak adoptó un actitud prudente con Siria, cuyo régimen reprime con sangre un movimiento de rebelión sin precedentes.
Irak no votó las sanciones contra el régimen sirio, ya que se trata de un socio comercial muy importante y además porque Bagdad teme una reanudación de la guerra confesional en su territorio si los sunitas, mayoritarios en Siria, toman el poder en Damasco.
Se espera que las relaciones sigan siendo fuertes con Estados Unidos, un país que tiene intenciones de conservar 16.000 personas en su mayor embajada en el mundo.