Hace tres veranos quedó a comer con unos amigos en la calle Bárbara de Braganza de su ciudad natal. Al salir del restaurante alzó la vista y descubrió una placa que rezaba así: “Aquí nació Lina Codina, esposa y musa del compositor ruso Serguéi Prokófiev”. Sintió curiosidad por saber quién era “y me encontré con una mujer de bandera”. De ahí nació Una pasión rusa (Espasa), obra que le ha reportado el XIV premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio. ¿Cómo se logra poner orden a tanto documento?
Empecé con respeto, ¡esa mujer tenía una vida de película! Y leí con voracidad. En el siglo XX teníamos escenarios impresionantes para nutrir novelas: dos guerras mundiales, la revolución rusa, guerras civiles, personajes como Stalin, Hitler o Franco... No es sólo la vida de Lina, es más.
Lina Codina –Lina Llubera, de nombre artístico–, hija de catalán y rusa, esposa de Prokófiev, pasó del lujo a la miseria.
Absolutamente. Vivió el lujo y las fiestas, las noches de París, Londres y Nueva York y acabó torturada y en Lubianka.
Conoce a los artistas e intelectuales más relevantes de su época, de Hemingway a Stravinski, pasando por Marinetti.
Con Hemingway se tomó unas célebres ostras con vino blanco. Y Coco Chanel con sólo mirarla le espetó: "¡Eres la imagen pura de la elegancia! La llevas contigo sin hacer nada". Le hizo probar las primeras muestras de Chanel número 5. Conoció toda la vanguardia cultural del París de los veinte y del Hollywood dorado y después la tortura en un campo de concentración, la crueldad del gulag. También me gusta la amistad que tuvo con el autor de Doctor Zhivago.
Pasternak, premio Nobel.
Parece que él le comentó a Lina en una ocasión: "Me está rondando la idea de una historia sobre un hombre que se enamora de dos mujeres; me gustaría saber tu versión femenina". Ella nunca pudo hacerlo porque la detuvieron antes. Tenía un imán, atraía a hombres y mujeres y tenía por amigos gente como García Lorca.
Y ahora me dirá que escribió la novela escuchando la música del propio Prokófiev...
Alguna vez. Su Romeo y Julieta de 1936 es de una belleza increíble. Pero no, reconozco que su música la prefiero en silencio, para escribir me distrae. Yo soy muy ordenada en el oficio, mi cabeza es alemana cuando trabajo.
Habrá profundizado en lo que significa ser exiliado.
Estos eran exiliados privilegiados. Otros vivieron mucho peor su destierro. Prokófiev sale de su país "casi" con el permiso de los líderes de la revolución rusa. Vienen a decirle algo así como "si quieres ir a EE.UU. a librar tu personal revolución cultural rusa, adelante. Esperamos que algún día vuelvas". ¡A Lina la conoce en el Carnegie Hall!
Pero ella es condenada a 20 años de trabajos forzados y acaba en un gulag donde las crónicas cuentan que se llegaron a registrar 71 grados bajo cero.
¡Los días normales estaban a 50 grados bajo cero! En el gulag sufrió muchísimo, cumplían catorce horas de "jornada laboral" rompiendo hielo, cargando basura, transportando troncos... pero ella hablaba cinco idiomas y esa fue su suerte. Se encontró con un médico alemán que admiraba a Prokófiev y le permitió trabajar de intérprete.
Explica usted algo repugnante: la "carretera de los huesos", carretera de Kolymá, donde se calcula que dejaron la vida unos tres millones de condenados.
¿Sabe que todavía está en uso? Los cadáveres de los presos que la construían y morían en ella fueron enterrados, utilizados como mero material bajo el asfalto o en los laterales. Me parece de película gore y muchos rusos ni lo saben. En la vorágine de esa locura del régimen estalinista no se les ocurrió otra cosa más deleznable: ¡usar los cuerpos como material de construcción!
De Tolstoi a Gorki, los rusos han explicado como nadie los amores más crueles. Dostoyevski dijo: "Sabes que está enamorado cuando sientes martillazos en el corazón".
Estoy de acuerdo, están acostumbrados a vivir el amor en tiempos pocos propicios, en las peores situaciones. El alma rusa está en permanente contradicción: aman mucho pero siempre tienen presente la muerte. Lina estuvo nueve meses en la cárcel de Lubianka, sometida a torturas diarias, interrogatorios y humillaciones ¡Resistió más que muchos generales del ejército rojo!
Vivió 91 años y sobrevivió incluso al desamor: Prokófiev la deja por otra más joven.
¡Qué traición! Es lo único que nunca perdonó. Ella siempre siguió enamorada de Prokófiev –sentía esos "martillazos" de los que hablaba Dostoyevski– y yo creo que él, en el fondo, también. Parece que a Mira, la chica joven, la puso de cebo Stalin para que él cayera, para alejarlo de Lina, que ya les parecía demasiado occidental, demasiado abierta, empezaba a ser un problema.
¿Usted entiende los celos como un sentimiento legítimo?
Yo no ¡para nada! A Lina ya le advierte su madre: "Cuando has sido demasiado feliz en la infancia, la vida te puede devolver palos".
Le ha dedicado el libro al actor Pepe Sancho, el hombre de su vida. Han pasado dos años y medio de su muerte...
Lo siento todavía conmigo, aquí a mi lado, todos los días y todas las horas. Pero, bueno, poco a poco ya "he aprendido a respirar". Perder a quien amas te hunde. Primero me ocurrió eso. Pero al menos yo viví diez años el amor de mi vida, hay gente que eso no lo conoce jamás.
¿Le va a costar enamorarse?
Mucho. Una amiga me dijo: "Hiciste algo mal, vosotros os queríais demasiado". En aquel momento me pareció una burrada, pero tenía razón. Pepe era un hombre con mucho carisma.
En algún momento los medios le hicieron la vida imposible a Reyes Monforte. Se criticó que usted fuera la heredera de Pepe Sancho y no sus hijos. ¿Llegó a odiar esta profesión periodística a la que pertenece?
No, porque aquello no era periodismo, era cotilleo. El paparazzi necesita alimentar con falsedades su día a día. Me siento periodista, estoy orgullosa del oficio. Y cuando murió Pepe mis compañeros me trataron excelentemente y la prensa verdadera se portó francamente bien.
Periodista vocacional, con apenas 18 años se fue a estudiar al extranjero.
Nunca se lo agradeceré suficientemente a mis padres. A veces me preguntan si me siento más del lado de la ficción que del periodismo y lo cierto es que me siento más periodista. Esa parte de mí es a la que ahora le preocupa su país.
¿Qué le preocupa del país?
La exaltación. Yo ya he decidido no hablar con amigos ni de fútbol ni de política. Deberíamos relajarnos. Todos mis libros están basados en hechos reales y lo que más me gusta del proceso es la documentación, la reflexión.
Entre esa documentación detalla que sus protagonistas fueron un tiempo adeptos a la Iglesia de la Ciencia Cristiana.
No eran especialmente religiosos. Eran artistas y la inseguridad rodeaba sus vidas, esa comunidad les pareció un techo protector. Con esas charlas sobre la fuerza espiritual, de la mente, Lina intentó incluso curarse del miedo escénico que a veces, como cantante de ópera, la amenazaba.
'Un burka por amor', su primer libro, fue best seller aún a su pesar.
¡Ando mirando por las fachadas, buscando otra historia! Un burka... fue un fenómeno, ayer me lo dieron en albanés. Hubo lectores que me dijeron que habían entendido lo que es ser musulmana. A mi edad una mujer ya ha aprendido que nadie puede tomar una decisión por ti. Es fundamental.
Empecé con respeto, ¡esa mujer tenía una vida de película! Y leí con voracidad. En el siglo XX teníamos escenarios impresionantes para nutrir novelas: dos guerras mundiales, la revolución rusa, guerras civiles, personajes como Stalin, Hitler o Franco... No es sólo la vida de Lina, es más.
Lina Codina –Lina Llubera, de nombre artístico–, hija de catalán y rusa, esposa de Prokófiev, pasó del lujo a la miseria.
Absolutamente. Vivió el lujo y las fiestas, las noches de París, Londres y Nueva York y acabó torturada y en Lubianka.
Conoce a los artistas e intelectuales más relevantes de su época, de Hemingway a Stravinski, pasando por Marinetti.
Con Hemingway se tomó unas célebres ostras con vino blanco. Y Coco Chanel con sólo mirarla le espetó: "¡Eres la imagen pura de la elegancia! La llevas contigo sin hacer nada". Le hizo probar las primeras muestras de Chanel número 5. Conoció toda la vanguardia cultural del París de los veinte y del Hollywood dorado y después la tortura en un campo de concentración, la crueldad del gulag. También me gusta la amistad que tuvo con el autor de Doctor Zhivago.
Pasternak, premio Nobel.
Parece que él le comentó a Lina en una ocasión: "Me está rondando la idea de una historia sobre un hombre que se enamora de dos mujeres; me gustaría saber tu versión femenina". Ella nunca pudo hacerlo porque la detuvieron antes. Tenía un imán, atraía a hombres y mujeres y tenía por amigos gente como García Lorca.
Y ahora me dirá que escribió la novela escuchando la música del propio Prokófiev...
Alguna vez. Su Romeo y Julieta de 1936 es de una belleza increíble. Pero no, reconozco que su música la prefiero en silencio, para escribir me distrae. Yo soy muy ordenada en el oficio, mi cabeza es alemana cuando trabajo.
Habrá profundizado en lo que significa ser exiliado.
Estos eran exiliados privilegiados. Otros vivieron mucho peor su destierro. Prokófiev sale de su país "casi" con el permiso de los líderes de la revolución rusa. Vienen a decirle algo así como "si quieres ir a EE.UU. a librar tu personal revolución cultural rusa, adelante. Esperamos que algún día vuelvas". ¡A Lina la conoce en el Carnegie Hall!
Pero ella es condenada a 20 años de trabajos forzados y acaba en un gulag donde las crónicas cuentan que se llegaron a registrar 71 grados bajo cero.
¡Los días normales estaban a 50 grados bajo cero! En el gulag sufrió muchísimo, cumplían catorce horas de "jornada laboral" rompiendo hielo, cargando basura, transportando troncos... pero ella hablaba cinco idiomas y esa fue su suerte. Se encontró con un médico alemán que admiraba a Prokófiev y le permitió trabajar de intérprete.
Explica usted algo repugnante: la "carretera de los huesos", carretera de Kolymá, donde se calcula que dejaron la vida unos tres millones de condenados.
¿Sabe que todavía está en uso? Los cadáveres de los presos que la construían y morían en ella fueron enterrados, utilizados como mero material bajo el asfalto o en los laterales. Me parece de película gore y muchos rusos ni lo saben. En la vorágine de esa locura del régimen estalinista no se les ocurrió otra cosa más deleznable: ¡usar los cuerpos como material de construcción!
De Tolstoi a Gorki, los rusos han explicado como nadie los amores más crueles. Dostoyevski dijo: "Sabes que está enamorado cuando sientes martillazos en el corazón".
Estoy de acuerdo, están acostumbrados a vivir el amor en tiempos pocos propicios, en las peores situaciones. El alma rusa está en permanente contradicción: aman mucho pero siempre tienen presente la muerte. Lina estuvo nueve meses en la cárcel de Lubianka, sometida a torturas diarias, interrogatorios y humillaciones ¡Resistió más que muchos generales del ejército rojo!
Vivió 91 años y sobrevivió incluso al desamor: Prokófiev la deja por otra más joven.
¡Qué traición! Es lo único que nunca perdonó. Ella siempre siguió enamorada de Prokófiev –sentía esos "martillazos" de los que hablaba Dostoyevski– y yo creo que él, en el fondo, también. Parece que a Mira, la chica joven, la puso de cebo Stalin para que él cayera, para alejarlo de Lina, que ya les parecía demasiado occidental, demasiado abierta, empezaba a ser un problema.
¿Usted entiende los celos como un sentimiento legítimo?
Yo no ¡para nada! A Lina ya le advierte su madre: "Cuando has sido demasiado feliz en la infancia, la vida te puede devolver palos".
Le ha dedicado el libro al actor Pepe Sancho, el hombre de su vida. Han pasado dos años y medio de su muerte...
Lo siento todavía conmigo, aquí a mi lado, todos los días y todas las horas. Pero, bueno, poco a poco ya "he aprendido a respirar". Perder a quien amas te hunde. Primero me ocurrió eso. Pero al menos yo viví diez años el amor de mi vida, hay gente que eso no lo conoce jamás.
¿Le va a costar enamorarse?
Mucho. Una amiga me dijo: "Hiciste algo mal, vosotros os queríais demasiado". En aquel momento me pareció una burrada, pero tenía razón. Pepe era un hombre con mucho carisma.
En algún momento los medios le hicieron la vida imposible a Reyes Monforte. Se criticó que usted fuera la heredera de Pepe Sancho y no sus hijos. ¿Llegó a odiar esta profesión periodística a la que pertenece?
No, porque aquello no era periodismo, era cotilleo. El paparazzi necesita alimentar con falsedades su día a día. Me siento periodista, estoy orgullosa del oficio. Y cuando murió Pepe mis compañeros me trataron excelentemente y la prensa verdadera se portó francamente bien.
Periodista vocacional, con apenas 18 años se fue a estudiar al extranjero.
Nunca se lo agradeceré suficientemente a mis padres. A veces me preguntan si me siento más del lado de la ficción que del periodismo y lo cierto es que me siento más periodista. Esa parte de mí es a la que ahora le preocupa su país.
¿Qué le preocupa del país?
La exaltación. Yo ya he decidido no hablar con amigos ni de fútbol ni de política. Deberíamos relajarnos. Todos mis libros están basados en hechos reales y lo que más me gusta del proceso es la documentación, la reflexión.
Entre esa documentación detalla que sus protagonistas fueron un tiempo adeptos a la Iglesia de la Ciencia Cristiana.
No eran especialmente religiosos. Eran artistas y la inseguridad rodeaba sus vidas, esa comunidad les pareció un techo protector. Con esas charlas sobre la fuerza espiritual, de la mente, Lina intentó incluso curarse del miedo escénico que a veces, como cantante de ópera, la amenazaba.
'Un burka por amor', su primer libro, fue best seller aún a su pesar.
¡Ando mirando por las fachadas, buscando otra historia! Un burka... fue un fenómeno, ayer me lo dieron en albanés. Hubo lectores que me dijeron que habían entendido lo que es ser musulmana. A mi edad una mujer ya ha aprendido que nadie puede tomar una decisión por ti. Es fundamental.