La Casa Blanca no condenó a Rusia después de la detención de once presuntos espías rusos. De su lado, la diplomacia rusa indicó el miércoles que quería que el escándalo no tenga efectos "negativos" para las relaciones ruso-estadounidenses.
"Contamos con que el incidente (...) no tenga efectos negativos sobre las relaciones ruso-estadounidenses", indicó un portavoz de la diplomacia rusa a la AFP.
El diario ruso Kommersant destacó el miércoles que los dos países trataban de sofocar el caso para no dificultar la reactivación de las relaciones iniciada por los presidentes Dimitri Medvedev y Barack Obama desde hace más o menos año y medio.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, también hizo todo lo posible por restar importancia al escándalo, manifestando su deseo de que el caso "no perjudique todo lo positivo acumulado en los últimos tiempos".
En un tono semejante, la Casa Blanca afirmó que el caso no tendría consecuencias en la mejora de las relaciones con el Kremlin.
"Hemos hecho importantes avances desde hace año y medio. No creo que esto afecte a nuestras relaciones", estimó el portavoz de la presidencia estadounidense Robert Gibbs.
No obstante, el responsable estadounidense reconoció que Barack Obama estaba al tanto del caso cuando recibió a su homólogo ruso la semana pasada, un encuentro durante el cual los dos hombres no escatimaron las manifestaciones públicas de amistad.
Por su lado, un alto representante del departamento de Estado vio en este caso un "vestigio" del pasado, con un escándalo que no podía sino recordar el tiempo de la Guerra Fría.
Hubo diarios rusos que el miércoles estimaron que la revelación de este caso de espionaje apuntaba a debilitar a Obama y su política de acercamiento a Moscú.
"Sería lógico suponer que el principal objetivo de esta historia es el presidente Obama, cuyo país está lleno de personas que le desean lo peor", escribió el cotidiano popular Moskovski Komsomolets.
"La política prima sobre (la información de) inteligencia en este caso", agregó.
El lunes, las autoridades estadounidenses anunciaron una importante redada contra diez personas acusadas de trabajar en Estados Unidos por cuenta de Rusia.
El martes, la policía chipriota indicó que había detenido a otro hombre en el marco de este caso, el canadiense Christopher Robert Metsos, de 54 años, que fue puesto en libertad previo pago de una fianza.
Los sospechosos declaran ser de nacionalidad estadounidense, canadiense o peruana, según las dos querellas presentadas en su contra que no precisan cuál es su verdadera nacionalidad.
El martes, Rusia reconoció la presencia de ciudadanos rusos entre los once presuntos espías detenidos, pero negó que hubieran actuado en contra de los intereses estadounidenses.
"Contamos con que el incidente (...) no tenga efectos negativos sobre las relaciones ruso-estadounidenses", indicó un portavoz de la diplomacia rusa a la AFP.
El diario ruso Kommersant destacó el miércoles que los dos países trataban de sofocar el caso para no dificultar la reactivación de las relaciones iniciada por los presidentes Dimitri Medvedev y Barack Obama desde hace más o menos año y medio.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, también hizo todo lo posible por restar importancia al escándalo, manifestando su deseo de que el caso "no perjudique todo lo positivo acumulado en los últimos tiempos".
En un tono semejante, la Casa Blanca afirmó que el caso no tendría consecuencias en la mejora de las relaciones con el Kremlin.
"Hemos hecho importantes avances desde hace año y medio. No creo que esto afecte a nuestras relaciones", estimó el portavoz de la presidencia estadounidense Robert Gibbs.
No obstante, el responsable estadounidense reconoció que Barack Obama estaba al tanto del caso cuando recibió a su homólogo ruso la semana pasada, un encuentro durante el cual los dos hombres no escatimaron las manifestaciones públicas de amistad.
Por su lado, un alto representante del departamento de Estado vio en este caso un "vestigio" del pasado, con un escándalo que no podía sino recordar el tiempo de la Guerra Fría.
Hubo diarios rusos que el miércoles estimaron que la revelación de este caso de espionaje apuntaba a debilitar a Obama y su política de acercamiento a Moscú.
"Sería lógico suponer que el principal objetivo de esta historia es el presidente Obama, cuyo país está lleno de personas que le desean lo peor", escribió el cotidiano popular Moskovski Komsomolets.
"La política prima sobre (la información de) inteligencia en este caso", agregó.
El lunes, las autoridades estadounidenses anunciaron una importante redada contra diez personas acusadas de trabajar en Estados Unidos por cuenta de Rusia.
El martes, la policía chipriota indicó que había detenido a otro hombre en el marco de este caso, el canadiense Christopher Robert Metsos, de 54 años, que fue puesto en libertad previo pago de una fianza.
Los sospechosos declaran ser de nacionalidad estadounidense, canadiense o peruana, según las dos querellas presentadas en su contra que no precisan cuál es su verdadera nacionalidad.
El martes, Rusia reconoció la presencia de ciudadanos rusos entre los once presuntos espías detenidos, pero negó que hubieran actuado en contra de los intereses estadounidenses.