Santos no es Uribe


BOGOTÁ, JUAN MANUEL OSPINA RESTREPO. - Santos sabe que no es Uribe, y tal vez por eso quiso marcar la diferencia cuando en el arranque de la campaña relegó el uribismo a un segundo lugar -en los logos, colores y mensajes publicitarios-. Pero entendió el error y rectificó a tiempo, pues el no podía arriesgar el triunfo final por un protagonismo prematuro, dado que su motor electoral no es otro que el prestigio de Álvaro Uribe. Antes de un año Uribe será un recuerdo y Santos, el santismo, ocupará la escena.



Manuel Santos y Uribe
Manuel Santos y Uribe
Santos no es Uribe porque aunque ambos son políticos con ambiciones ilimitadas, Juan Manuel no es presa del mesianismo que devora al Presidente, al igual que a Mockus. Por eso Santos dentro de la pura tradición política colombiana, propone un gran acuerdo nacional que llevará al reagrupamiento del liberalismo, cuyo jefe será Germán Vargas; un liberalismo finalmente unido y que vuelve a gobernar con su socio histórico, el conservatismo. La U en ese escenario irá perdiendo fuerza, a medida que se regresa al bipartidismo. Santos no representa los intereses emergentes, algunos de dudosa ortografía, de origen y mentalidad rural y premoderna que se acomodaron y expresaron en el uribismo; Santos es el regreso de la política tradicional, oligárquica si se quiere, que busca ponerse a tono con un país que ya no es el del Frente Nacional. Santos es institucional y no peleará con los jueces, los seducirá. Santos no invadirá los terrenos de las administraciones territoriales, las seducirá igualmente. Finalmente, Santos conoce el mundo, la globalización, los procedimientos y canales de la diplomacia. Empieza el día leyendo la prensa internacional, mientras que Uribe se vanagloria de no hacerlo, porque para él, lo internacional es un mundo extraño y amenazante con el cual simplemente se enfrenta; Santos lo entiende y lo puede manejar.
Creo que el país no podía permanecer estático, congelado si se quiere, a la sombra de Álvaro Uribe y bajo el síndrome y temor a las Farc. Que sin bajar la guardia en el frente militar hay muchas tareas por realizar, necesarias para que en Colombia finalmente vivamos en paz y bajo el imperio de la ley del Estado, creando un bienestar que a todos beneficie. Ello significa avanzar con un proyecto que mire al futuro y no sólo a los logros del pasado.
Creí que el conservatismo con Noemí podía ser puente seguro entre los años de Uribe y lo porvenir. No fue así, pero ello no le ahorra al Partido Conservador adelantar los necesarios análisis y discusiones para plantearse como alternativa de futuro. La opinión que se expresó en el voto verde obliga a replantear la manera tradicional de hacer la política. Conservadores y liberales deben abrirse a la sociedad. Hoy son simples clubes de parlamentarios que ponen al partido al servicio de sus intereses y no ellos al servicio de la causa, propuestas y compromisos de la colectividad. Lo que viene con Santos depende en buena medida de lo que ambos partidos hagan para ponerse a tono con los nuevos desafíos y reclamos ciudadanos. El voto verde fue un campanazo.
Jueves, 3 de Junio 2010
El Nuevo Siglo, Colombia
           


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