El indulto se concedió 72 horas después de que Kuczynski se salvara por pocos votos de ser destituido por el Congreso y en medio de persistentes especulaciones de que ese logro fue la consecuencia de un pacto con el parlamentario Kenji Fujimori, hijo del reo.
Esa noche del jueves, Kenji no solo se negó a apoyar la destitución, impulsada por su partido Fuerza Popular (FP), sino que convenció a nueve de sus compañeros de hacer lo mismo, lo que fue determinante, pues al final fueron ocho los votos que faltaron para enviar al jefe de Estado a su casa (79 de 87).
Las consecuencias de la decisión de hoy de Kuczynski, anunciada pocas horas antes de la Navidad, aún son dificiles de vaticinar, pero se espera una fuerte reacción popular, no solo por la alta proporción de personas que se oponía al indulto, sino por la ahora aparente claridad de que éste fue producto de unos acuerdos bajo la mesa.
Las redes sociales se llenaron ya de llamados a protesta, mientras que líderes políticos empezaron a dar señales de lo que será su reacción, como el parlamentario Alberto de Belaunde, quien renunció de inmediato al partido oficialista Peruanos por el Cambio.
El jueves, en plena sesión para examinar la posible salida de Kuczynski, circularon rumores de que el indulto estaba listo como intercambio por el apoyo de Kenji, pero la jefa del gabinete ministerial, Mercedes Aráoz, salió a desmentir que hubiera tales conversaciones.
Al día siguiente, no obstante, se confirmó que una junta de tres médicos de la que se suponía era independiente, pero de la que hacía parte el que fuera durante años el doctor de cabecera del ex presidente, Luis Postigo Díaz, se pronunció en favor de un indulto ante un supuesto debilitamiento en la salud del preso de 79 años.
Fujimori fue internado el sábado en una clínica por supuestas nuevas complicaciones, referidas en especial a un presunto cuadro de hipotensión que podría tener consecuencias cardíacas.
Hasta ahora a Fujimori se le habían diagnosticado problemas de tensión, de depresión y de aparición en la boca de lesiones de potencial cancerígeno, todo lo cual supuestamente podía ser atendido en prisión, aunque médicos personales agregaban males cardíacos y gástricos degenerativos, que si bien no son por ahora terminales si minan la salud del paciente.
Fujimori, quien gobernó con mano dura de 1990 a 2000 y está preso desde 2007 tras refugiarse en Japón, su otro país, fue condenado a 25 años de cárcel como autor mediato de 25 asesinatos y dos secuestros agravados cometidos durante su Gobierno de derecha radical.
Para muchos constitucionalistas, la gravedad de los delitos de Fujimori lo dejaban por fuera del alcance de un indulto, pues la Carta Interamericana de Derechos Humanos prohíbe las gracias para ese tipo de casos. Otros expertos, empero, argumentaban que no hay límites para la potestad de un jefe de Estado en la materia.
Fujimori estuvo encarcelado todo el tiempo en un cuartel de la Policía en Lima, en donde según documentó la prensa vivía en condiciones bastante cómodas para ser una prisión.
Esa noche del jueves, Kenji no solo se negó a apoyar la destitución, impulsada por su partido Fuerza Popular (FP), sino que convenció a nueve de sus compañeros de hacer lo mismo, lo que fue determinante, pues al final fueron ocho los votos que faltaron para enviar al jefe de Estado a su casa (79 de 87).
Las consecuencias de la decisión de hoy de Kuczynski, anunciada pocas horas antes de la Navidad, aún son dificiles de vaticinar, pero se espera una fuerte reacción popular, no solo por la alta proporción de personas que se oponía al indulto, sino por la ahora aparente claridad de que éste fue producto de unos acuerdos bajo la mesa.
Las redes sociales se llenaron ya de llamados a protesta, mientras que líderes políticos empezaron a dar señales de lo que será su reacción, como el parlamentario Alberto de Belaunde, quien renunció de inmediato al partido oficialista Peruanos por el Cambio.
El jueves, en plena sesión para examinar la posible salida de Kuczynski, circularon rumores de que el indulto estaba listo como intercambio por el apoyo de Kenji, pero la jefa del gabinete ministerial, Mercedes Aráoz, salió a desmentir que hubiera tales conversaciones.
Al día siguiente, no obstante, se confirmó que una junta de tres médicos de la que se suponía era independiente, pero de la que hacía parte el que fuera durante años el doctor de cabecera del ex presidente, Luis Postigo Díaz, se pronunció en favor de un indulto ante un supuesto debilitamiento en la salud del preso de 79 años.
Fujimori fue internado el sábado en una clínica por supuestas nuevas complicaciones, referidas en especial a un presunto cuadro de hipotensión que podría tener consecuencias cardíacas.
Hasta ahora a Fujimori se le habían diagnosticado problemas de tensión, de depresión y de aparición en la boca de lesiones de potencial cancerígeno, todo lo cual supuestamente podía ser atendido en prisión, aunque médicos personales agregaban males cardíacos y gástricos degenerativos, que si bien no son por ahora terminales si minan la salud del paciente.
Fujimori, quien gobernó con mano dura de 1990 a 2000 y está preso desde 2007 tras refugiarse en Japón, su otro país, fue condenado a 25 años de cárcel como autor mediato de 25 asesinatos y dos secuestros agravados cometidos durante su Gobierno de derecha radical.
Para muchos constitucionalistas, la gravedad de los delitos de Fujimori lo dejaban por fuera del alcance de un indulto, pues la Carta Interamericana de Derechos Humanos prohíbe las gracias para ese tipo de casos. Otros expertos, empero, argumentaban que no hay límites para la potestad de un jefe de Estado en la materia.
Fujimori estuvo encarcelado todo el tiempo en un cuartel de la Policía en Lima, en donde según documentó la prensa vivía en condiciones bastante cómodas para ser una prisión.