Poco después del amanecer, un hombre esperó a que los agentes levantaran un retén para empotrar su automóvil abarrotado de explosivos contra la pesada verja que cierra el acceso a la sede de la Dirección de la Policía en el centro de la capital, contó a la AFP un policía herido levemente en la cabeza.
Según los investigadores, no es seguro que el hombre estuviera todavía al volante del vehículo cuando la bomba estalló.
La explosión provocó un profundo cráter y destrozó la fachada del edificio y del Museo de Arte Islámico, enfrente, donde varias piezas resultaron destruidas, según el ministerio de Antigüedades.
El atentado dejó cuatro muertos y más de 70 heridos, señaló el ministerio de Sanidad.
Tres horas más tarde, una bomba de escasa potencia estalló al paso de un coche policial en el centro de la capital, matando a un policía e hiriendo a otros cuatro, según la misma fuente.
Poco después, un tercer artefacto estalló cerca de una comisaría en una avenida que lleva a las grandes pirámides de Guiza, sin causar muertos. En la tarde, una persona falleció y cuatro resultaron heridas en una cuarta explosión cerca de un cine en la capital.
El gobierno instaurado por el jefe de las fuerzas armadas Abdel Fatah al Sisi reprime violentamente toda manifestación de los partidarios del derrocado presidente Mohamed Mursi.
Más de un millar murieron y otros varios miles fueron encarcelados, mayoritariamente miembros de los Hermanos Musulmanes, la influyente organización de Mursi.
Al mismo tiempo, decenas de policías y soldados murieron en atentados, los más mortíferos de los cuales fueron reivindicados por un grupo de la península del Sinaí inspirado en Al Qaida, en represalia según él por la "masacre" de los manifestantes pro Mursi.
El jueves, cinco policías murieron ya en un atentado contra un puesto de control en una carretera en Beni Suef, a un centenar de kilómetros al sur de la capital.
El gobierno atribuye por su parte los atentados a los Hermanos Musulmanes, decretada "organización terrorista".
Los Hermanos condenaron los atentados el viernes y reiteraron su "voluntad de luchar pacíficamente contra el golpe de Estado".
"El primer atentado (...) lleva la marca de Ansar al Maqdess", estimó David Barnett, especialista de los movimientos islamistas en Egipto del think tank Foundation for the Defence of Democracies.
Un día lleno de peligros
Egipto celebrará el sábado el aniversario de la "revolución del 25 de enero", lanzada en 2011 en el tumulto de la Primavera Árabe. En preparación de esta jornada considerada como de alta tensión en un país profundamente dividido, policías y soldados se despliegan por todo el país y en particular en el centro de El Cairo, donde está la emblemática plaza Tahrir.
Los pro Mursi, liderados por los Hermanos Musulmanes, llaman a manifestarse durante 18 días, es decir la duración de la revuelta popular que puso fin, el 11 de febrero de 2011, a tres décadas de poder de Hosni Mubarak.
Pero el ministro de Interior advirtió que las fuerzas del orden responderán con "firmeza" a cualquier intento "de los Hermanos Musulmanes de sabotear las ceremonias", e instó a los egipcios a salir en masa a la calle para celebrar el 25 de enero y respaldar al gobierno.
Ocho personas murieron en viernes en manifestaciones pro Mursi en las afueras de El Cairo. Cada día manifestantes pierden la vida en protestas. Asimismo, unos cien manifestantes fueron arrestados.
El viernes, poco después del atentado contra la dirección de la policía, en medio de los restos de cristales, hierro y madera, decenas de habitantes se congregaron para abuchear a los Hermanos Musulmanes, como ya ocurrió después de los últimos ataques.
Varios blandían retratos del general Sisi, que también es vice primer ministro y ministro de Defensa y que no esconde sus intenciones de presentarse a las presidenciales prometidas para 2014.
Tras la marcha de Mubarak, las fuerzas armadas tomaron las riendas del poder durante 16 meses antes de entregárselas a Mursi. Un año después, millones de egipcios se manifestaban para exigir su marcha, acusándole de acaparar todos los poderes en beneficio de su organización y de querer islamizar la sociedad a marchas forzadas.
En respuesta a esta "nueva revolución", el ejército derrocó a Mursi.
Desde entonces, Sisi y el gobierno que formó son muy populares entre los egipcios, que mayoritariamente quieren poner fin a tres años de "caos". Pero algunos intelectuales y figuras de la revolución de 2011 temen un regreso a los métodos de Mubarak, con la represión implacable de cualquier contestación.