La "Nueva doctrina de inteligencia nacional" precisa las atribuciones que tiene el servicio de inteligencia creado por ley a fines de febrero pasado, en reemplazo de la controvertida Secretaría de Inteligencia del Estado.
De acuerdo al texto publicado, los principales objetivos de la inteligencia son las amenazas externas, las amenazas terroristas, los atentados contra el orden constitucional, los delitos informáticos y la criminalidad organizada, que incluye delitos económicos y financieros.
En este contexto, se menciona la vigilancia a "empresas, bancos, compañías, financieras" que "lleven a cabo acciones tendientes a la desestabilización de gobiernos democráticos mediante corridas bancarias y cambiarias, desabastecimientos, golpes de mercado, etc".
La presidenta Cristina Kirchner puso a la cabeza de la AFI a Oscar Parrilli, quien se había desempeñado como secretario general de la Presidencia.
"El objetivo es cuidar y no espiar a los argentinos", aseguró Parrilli en una rueda de prensa en la que anunció que la tarea de escuchas telefónicas pasarán de la AFI a la Procuración General de la Nación, para darles mayor transparencia.
También estará entre las tareas de los espías evitar "atentados contra el orden constitucional" provenientes de "grupos políticos y/o militares que se alzaren en armas contra los poderes públicos".
La disolución de la Secretaría de Inteligencia del Estado fue decidida por Kirchner tras la misteriosa muerte en enero pasado del fiscal Alberto Nisman.
Nisman, que investigaba el atentado a la mutual judía AMIA que dejó un saldo de 85 muertos en Buenos Aires, fue hallado muerto con un disparo en la cabeza en su departamento de Buenos Aires, luego de denunciar a la mandataria por encubrimiento de iraníes en el ataque.
El fiscal había solicitado a Interpol la detención de varios connotados dirigentes iraníes por su responsabilidad en el atentado.
Semanas antes de la muerte de Nisman, Kirchner había descabezado la cúpula del servicio de Inteligencia, un organismo fuertemente cuestionado por organismos humanitarios, en medio de una guerra interna entre los espías.
La justicia todavía no ha podido determinar cómo murió Nisman y la fiscal del caso investiga si se trató de un "suicidio, suicidio inducido o asesinato".
De acuerdo al texto publicado, los principales objetivos de la inteligencia son las amenazas externas, las amenazas terroristas, los atentados contra el orden constitucional, los delitos informáticos y la criminalidad organizada, que incluye delitos económicos y financieros.
En este contexto, se menciona la vigilancia a "empresas, bancos, compañías, financieras" que "lleven a cabo acciones tendientes a la desestabilización de gobiernos democráticos mediante corridas bancarias y cambiarias, desabastecimientos, golpes de mercado, etc".
La presidenta Cristina Kirchner puso a la cabeza de la AFI a Oscar Parrilli, quien se había desempeñado como secretario general de la Presidencia.
"El objetivo es cuidar y no espiar a los argentinos", aseguró Parrilli en una rueda de prensa en la que anunció que la tarea de escuchas telefónicas pasarán de la AFI a la Procuración General de la Nación, para darles mayor transparencia.
También estará entre las tareas de los espías evitar "atentados contra el orden constitucional" provenientes de "grupos políticos y/o militares que se alzaren en armas contra los poderes públicos".
La disolución de la Secretaría de Inteligencia del Estado fue decidida por Kirchner tras la misteriosa muerte en enero pasado del fiscal Alberto Nisman.
Nisman, que investigaba el atentado a la mutual judía AMIA que dejó un saldo de 85 muertos en Buenos Aires, fue hallado muerto con un disparo en la cabeza en su departamento de Buenos Aires, luego de denunciar a la mandataria por encubrimiento de iraníes en el ataque.
El fiscal había solicitado a Interpol la detención de varios connotados dirigentes iraníes por su responsabilidad en el atentado.
Semanas antes de la muerte de Nisman, Kirchner había descabezado la cúpula del servicio de Inteligencia, un organismo fuertemente cuestionado por organismos humanitarios, en medio de una guerra interna entre los espías.
La justicia todavía no ha podido determinar cómo murió Nisman y la fiscal del caso investiga si se trató de un "suicidio, suicidio inducido o asesinato".