Debido a los mortíferos combates que se registran desde hace dos semanas en Trípoli y Bengasi, principales ciudades del país, varios países, como Estados Unidos, Francia o Gran Bretaña, evacuaron al personal diplomático y a sus residentes.
Libia se inquieta en particular de la partida de 3.000 enfermeros y médicos filipinos y, también de los empleados indios que representan por su lado 20% de los efectivos.
Los hospitales están desbordados por la afluencia de víctimas de los combates entre milicias rivales en Trípoli y Bengasi.
En Trípoli, murieron 102 personas y 452 resultaron heridas desde el 13 de julio pasado, según un balance del ministerio de la Salud.
En Bengasi, el ministerio contabilizó 77 muertos y 289 heridos.
El 20 de julio pasado, tras el hallazgo del cuerpo decapitado de un filipino, el gobierno de Filipinas exhortó a los 13.000 filipinos residentes en Libia a que salieran del país.
Desde entonces 700 filipinos abandonaron Libia, pero el resto prefirió por el momento quedarse, a pesar de los riesgos.
Sin embargo, después de conocerse que una enfermera filipina había sido violada, el gobierno filipino anunció que iba a enviar transbordadores a Trípoli para evacuar a sus ciudadanos.
Las centenas de enfermeras filipinas que trabajan en el Centro Médico de Trípoli, el hospital más grande de la capital, abandonaron el miércoles sus tareas para protestar contra la agresión de su colega, sumiendo al establecimiento en la anarquía.
"Los hospitales corren el riesgo de quedar paralizados" en caso de éxodo masivo del personal filipino, advirtió el portavoz del ministerio libio de Salud, Ammar Mohamed.
A ese problema se agrega la dificultad que tienen los médicos y los enfermeros libios para trasladarse a los hospitales debido a los combates y a la escasez de carburante.
Frente al deterioro de la situación médica, el ministro de la Salud, Nureddin Doghman, ordenó a las embajadas de varios países, entre ellos Egipto, Turquía, Italia y Alemania, organizar un traslado de víctimas.
Sin embargo, los aeropuertos de Trípoli y Bengasi están cerrados debido a los combates, lo que hace muy difíciles esos traslados médicos.
En tiempos de paz la penuria de servicios médicos ya impulsaba a muchos libios a viajar al extranjero, especialmente a los países fronterizos Túnez y Egipto, para seguir un tratamiento.
En Bengasi, dos de los tres grandes hospitales de la ciudad están cerrados. El hospital Al Jala cerró sus puertas desde hace varias semanas debido a que el ejército y una milicia islamista se disputan el control.
El hospital Al Huari está cerrado desde hace meses tras haber sido inundado por las aguas servidas debido a un error de construcción.
Sólo el Centro Médico de Bengasi sigue funcionando pero en forma limitada ya que dispone de recursos para sólo 300 pacientes contra 1.200 en tiempos normales.