Gitanos de Rumanía.
Rumania, uno de los dos países más pobres de la Unión Europea, cuenta con 620.000 gitanos según el censo, y más de dos millones según las ONG, algunos de ellos asimilados, otros que temen declararse por miedo a las discriminaciones.
"Cerca de 500 años de esclavitud han tenido una enorme influencia sobre la ausencia de igualdad de oportunidades" y los gitanos no han sido emancipados hasta 1856, subraya a menudo Magda Matache, una de las figuras de esta "élite" comprometida.
La ex directora de Romani Criss, principal organización de defensa de los derechos de los gitanos, logró una beca de estudios posdoctorales en la universidad estadounidense de Harvard.
"No te comportes como un gitano", (término peyorativo en rumano, ndlr), "si no te portas bien, te entrego a los gitanos", siguen siendo expresiones corrientes, lamenta Alina Serban, actriz gitana que finaliza una maestría en la Royal Academy of Dramatic Arts de Londres.
Pero aparecen señales de cambio en las mentalidades, indica a la AFP Mircea Toma, director de la ONG Active Watch, que cita un sondeo de 2011 en el que el 43% de las personas interrogadas dicen estar dispuestas a aceptar a un gitano en su familia frente al 23% en 2002.
"Las campañas anti discriminación, las formaciones de periodistas empiezan a dar sus frutos", dice, sin negar que queda un largo camino por recorrer.
En diferentes grados -la situación de los gitanos urbanos es diferente a la de los del medio rural-, los gitanos sufren de lleno la pobreza con una tasa de desempleo estimada cercana al 50%.
Parte de ellos, como cientos de miles de rumanos no gitanos, emigran por motivos económicos, sobre todo hacia España e Italia, con Francia mucho por detrás.
Para luchar contra el círculo vicioso de la pobreza, la educación es un desafío clave.
El Estado reservó un millar de plazas en las universidades, elemento alabado por las ONG.
La cifra de niños gitanos inscritos en la escuela se ha más que doblado entre 1990 y 2008 gracias a 852 mediadores escolares gitanos.
Pero el abandono sigue siendo elevado entre falta de dinero, falta de calidad de en algunas escuelas o desajuste de los alumnos respecto a sus camaradas de familias más favorecidas.
Gran número de ONG han desarrollado programas preescolares o de apoyo después de las clases, con éxito.
Estas iniciativas deberían "inspiran unas políticas públicas integradas para la educación, el alojamiento, el trabajo", aboga Lacramioara Tautu de Tomani Criss.
"Rumanía es un país pobre, el presupuesto del Estado está limitado", recuerda Daniela Tarnovschi, coordinadora de una amplia investigación sobre la integración de los gitanos para la Fundación Soros.
"Los políticos no muestran ningún interés por invertir en los gitanos porque pueden manipularlos más fácilmente durante las campañas electorales", indica a la AFP.
"Haría falta un pacto político y programas llevados a cabo con voluntarismo durante al menos diez años", estima Toma. Y los fondos en un país en el que sectores como la salud ya sufren subfinanciación.
Dos ministros franceses vienen el miércoles a Bucarest para tratar el problema "en la fuente".
Si las presiones de las autoridades son útiles, las ONG critican la política francesa de evacuación de los campos y consideran que los 300 euros entregados a los gitanos expulsados "no sirven de nada, no permiten construir un verdadero proyecto ni impedir a lo gitanos volver a irse".
"Las evacuaciones en Francia refuerzan los estereotipos sobre los gitanos en Rumania", lamenta Toma.
España aparece por su parte como un modelo gracias a las inversiones masivas realizadas para integrar a los gitanos españoles y migrantes.
"Cerca de 500 años de esclavitud han tenido una enorme influencia sobre la ausencia de igualdad de oportunidades" y los gitanos no han sido emancipados hasta 1856, subraya a menudo Magda Matache, una de las figuras de esta "élite" comprometida.
La ex directora de Romani Criss, principal organización de defensa de los derechos de los gitanos, logró una beca de estudios posdoctorales en la universidad estadounidense de Harvard.
"No te comportes como un gitano", (término peyorativo en rumano, ndlr), "si no te portas bien, te entrego a los gitanos", siguen siendo expresiones corrientes, lamenta Alina Serban, actriz gitana que finaliza una maestría en la Royal Academy of Dramatic Arts de Londres.
Pero aparecen señales de cambio en las mentalidades, indica a la AFP Mircea Toma, director de la ONG Active Watch, que cita un sondeo de 2011 en el que el 43% de las personas interrogadas dicen estar dispuestas a aceptar a un gitano en su familia frente al 23% en 2002.
"Las campañas anti discriminación, las formaciones de periodistas empiezan a dar sus frutos", dice, sin negar que queda un largo camino por recorrer.
En diferentes grados -la situación de los gitanos urbanos es diferente a la de los del medio rural-, los gitanos sufren de lleno la pobreza con una tasa de desempleo estimada cercana al 50%.
Parte de ellos, como cientos de miles de rumanos no gitanos, emigran por motivos económicos, sobre todo hacia España e Italia, con Francia mucho por detrás.
Para luchar contra el círculo vicioso de la pobreza, la educación es un desafío clave.
El Estado reservó un millar de plazas en las universidades, elemento alabado por las ONG.
La cifra de niños gitanos inscritos en la escuela se ha más que doblado entre 1990 y 2008 gracias a 852 mediadores escolares gitanos.
Pero el abandono sigue siendo elevado entre falta de dinero, falta de calidad de en algunas escuelas o desajuste de los alumnos respecto a sus camaradas de familias más favorecidas.
Gran número de ONG han desarrollado programas preescolares o de apoyo después de las clases, con éxito.
Estas iniciativas deberían "inspiran unas políticas públicas integradas para la educación, el alojamiento, el trabajo", aboga Lacramioara Tautu de Tomani Criss.
"Rumanía es un país pobre, el presupuesto del Estado está limitado", recuerda Daniela Tarnovschi, coordinadora de una amplia investigación sobre la integración de los gitanos para la Fundación Soros.
"Los políticos no muestran ningún interés por invertir en los gitanos porque pueden manipularlos más fácilmente durante las campañas electorales", indica a la AFP.
"Haría falta un pacto político y programas llevados a cabo con voluntarismo durante al menos diez años", estima Toma. Y los fondos en un país en el que sectores como la salud ya sufren subfinanciación.
Dos ministros franceses vienen el miércoles a Bucarest para tratar el problema "en la fuente".
Si las presiones de las autoridades son útiles, las ONG critican la política francesa de evacuación de los campos y consideran que los 300 euros entregados a los gitanos expulsados "no sirven de nada, no permiten construir un verdadero proyecto ni impedir a lo gitanos volver a irse".
"Las evacuaciones en Francia refuerzan los estereotipos sobre los gitanos en Rumania", lamenta Toma.
España aparece por su parte como un modelo gracias a las inversiones masivas realizadas para integrar a los gitanos españoles y migrantes.