"Hay un golpe en Brasil; no es un golpe militar", dijo la actriz en una conversación con el público luego de la proyección el viernes de noche de "Aquarius", una cinta que se ha convertido en emblema de la resistencia al nuevo gobierno de Michel Temer.
"Es muy difícil para la gente fuera de Brasil saber exactamente lo que está pasando y la dimensión del peligro por el que estamos pasando", prosiguió la actriz, que vive actualmente en Nueva York.
"Es incluso difícil decir que el alcalde de Rio de Janeiro que ganó el domingo pasado es de extrema derecha", comentó, refiriéndose a la victoria del pastor evangélico Marcelo Crivella, del Partido Republicano de Brasil.
"Ese no se parece más al país que conocí, donde viví y que amé tanto".
"Ahora estamos en una posición, todos los brasileños, en que sabemos que hay que hacer algo para no perder algo que fue muy difícil de conseguir: la democracia. La democracia en Brasil -lograda en los años '80- es todavía muy joven".
Muy afablemente, Braga respondió las preguntas del público al presentar en el Tower Theater de la Pequeña Habana en Miami (Florida, sureste de EEUU) la cinta de Kleber Mendonça Filho, que estuvo nominada a la Palma de Oro de Cannes.
Contó que su madre debió ocuparse sola de siete hijos con un trabajo como costurera y que, gracias a esa experiencia, se familiarizó con los problemas sociales en Brasil.
"Siempre tuve sentimientos intuitivos sobre lo que es bueno y lo que es justo para mi país y mi gente. Y lo que puedo hacer mejor es decir en voz alta lo que siento".
Lamentó que los brasileños "estemos en una posición en que las posturas son tan radicales que no hay debates".
En la cinta, Braga encarna a Clara, una periodista jubilada que se niega a abandonar su apartamento frente a la playa en Recife, pese a las presiones de una constructora que quiere sustituir el edificio por un complejo inmobiliario de lujo.
"Esta película abre el debate sobre qué es el país ahora y qué queremos para el futuro", dijo la actriz de 66 años, célebre por sus papeles en filmes como "El beso de la mujer araña" (1985) y "Doña Flor y sus dos maridos" (1976).
Braga también criticó la industria del cine en Estados Unidos por no dar oportunidades a actrices latinas y extranjeras.
Contó que ella y la italiana Isabella Rossellini aspiraban al papel principal de "Los puentes de Madison" (1995).
"Pero no pudimos, porque Meryl Streep quería actuar allí y lo hizo. Creo que la Academia debería tener una silla permanente para ella".
"La industria no es justa con nosotros, no sé de qué hablan cuando dicen la palabra diversidad, porque aún no la veo. No veo muchos latinos".
"Aquarius" era una de las candidatas para representar a Brasil en la carrera por el Óscar, pero el ministerio de Cultura eligió presentar en cambio el film "Pequeno segredo", de David Schurmann.
La selección causó controversia en Brasil, donde algunos interpretaron que la decisión tuvo menos que ver con la calidad del filme elegido que con intereses políticos.
En la alfombra roja del festival de Cannes en mayo, el director y su elenco mostraron carteles que denunciaban "un golpe de Estado" en Brasil.
Horas antes, Dilma Rousseff acababa de ser suspendida por el Senado en un proceso que acabó con su remoción definitiva en agosto, por acusaciones de manipulación de las cuentas públicas.
Tras la protesta en Cannes y la pública oposición de Braga y sus colegas al nuevo gobierno conservador, la cinta se convirtió en un emblema del descontento de la izquierda intelectual.
"Es muy difícil para la gente fuera de Brasil saber exactamente lo que está pasando y la dimensión del peligro por el que estamos pasando", prosiguió la actriz, que vive actualmente en Nueva York.
"Es incluso difícil decir que el alcalde de Rio de Janeiro que ganó el domingo pasado es de extrema derecha", comentó, refiriéndose a la victoria del pastor evangélico Marcelo Crivella, del Partido Republicano de Brasil.
"Ese no se parece más al país que conocí, donde viví y que amé tanto".
"Ahora estamos en una posición, todos los brasileños, en que sabemos que hay que hacer algo para no perder algo que fue muy difícil de conseguir: la democracia. La democracia en Brasil -lograda en los años '80- es todavía muy joven".
Muy afablemente, Braga respondió las preguntas del público al presentar en el Tower Theater de la Pequeña Habana en Miami (Florida, sureste de EEUU) la cinta de Kleber Mendonça Filho, que estuvo nominada a la Palma de Oro de Cannes.
Contó que su madre debió ocuparse sola de siete hijos con un trabajo como costurera y que, gracias a esa experiencia, se familiarizó con los problemas sociales en Brasil.
"Siempre tuve sentimientos intuitivos sobre lo que es bueno y lo que es justo para mi país y mi gente. Y lo que puedo hacer mejor es decir en voz alta lo que siento".
Lamentó que los brasileños "estemos en una posición en que las posturas son tan radicales que no hay debates".
- No hay debates -
En la cinta, Braga encarna a Clara, una periodista jubilada que se niega a abandonar su apartamento frente a la playa en Recife, pese a las presiones de una constructora que quiere sustituir el edificio por un complejo inmobiliario de lujo.
"Esta película abre el debate sobre qué es el país ahora y qué queremos para el futuro", dijo la actriz de 66 años, célebre por sus papeles en filmes como "El beso de la mujer araña" (1985) y "Doña Flor y sus dos maridos" (1976).
Braga también criticó la industria del cine en Estados Unidos por no dar oportunidades a actrices latinas y extranjeras.
Contó que ella y la italiana Isabella Rossellini aspiraban al papel principal de "Los puentes de Madison" (1995).
"Pero no pudimos, porque Meryl Streep quería actuar allí y lo hizo. Creo que la Academia debería tener una silla permanente para ella".
"La industria no es justa con nosotros, no sé de qué hablan cuando dicen la palabra diversidad, porque aún no la veo. No veo muchos latinos".
- Protesta en Cannes -
"Aquarius" era una de las candidatas para representar a Brasil en la carrera por el Óscar, pero el ministerio de Cultura eligió presentar en cambio el film "Pequeno segredo", de David Schurmann.
La selección causó controversia en Brasil, donde algunos interpretaron que la decisión tuvo menos que ver con la calidad del filme elegido que con intereses políticos.
En la alfombra roja del festival de Cannes en mayo, el director y su elenco mostraron carteles que denunciaban "un golpe de Estado" en Brasil.
Horas antes, Dilma Rousseff acababa de ser suspendida por el Senado en un proceso que acabó con su remoción definitiva en agosto, por acusaciones de manipulación de las cuentas públicas.
Tras la protesta en Cannes y la pública oposición de Braga y sus colegas al nuevo gobierno conservador, la cinta se convirtió en un emblema del descontento de la izquierda intelectual.